CLARIVIDENCIA ANIMAL

CLARIVIDENCIA ANIMAL

Así como sucede con los seres humanos, también existen animales con facultades psíquicas superiores capaces de leer el pensamiento y de ver el futuro con la exactitud de los grandes clarividentes.

Muchos de nosotros hemos presenciado -con gran sorpresa la alegría de un perro minutos antes del regreso de su amo al hogar. Y, también hemos sido espectadores del nerviosismo de los gatos cuando una tormenta se aproxima. Pero el extraño caso de los animales psíquicos supera estos ejemplos clásicos de lo que la ciencia ha clasificado -de modo bastante poco preciso- como instinto animal. Estos seres extraordinariosson capaces, por ejemplo, de saber anticipadamente el trayecto que realizará un tren o un barco y también de realizar proezas tales como percibir el instante exacto de la muerte de un ser querido, aunque lo separe de El todo un océano. En estos hechos intervienen capacidades como la telepatía, la clarividencia y la precognición, fenómenos PSI a los cuales los animales no son ajenos.

EL PERRO QUE SABIA LA HORA

Hace ya unos cuantos años, el Italia se hizo famoso un perro llamado Lampo, can viajero de propiedad del ferroviario Elvio Barletani. El animal era un vagabundo (a pesar de su amistad con el hombre que le dio un hogar); y tenía una muy particular manera de viajar de un lado a otro: en tren.

Cada tanto -con más frecuencia que la esperada en un perro- el animal decidía emprender un viaje y con ese objetivo se dirigía a la estación de Campiglia Marittima, donde tenía radicada su base de operaciones. Para asombro de todo el mundo, Lampo sabía perfectamente el horario de los trenes y poseía la rara habilidad de cambiar de un vagón a otro en el momento justo en que se acercaba un inspector.

En muchas oportunidades se lo vio esperando en el anden de la estación mientras salían trenes con diversos destinos, hasta que en determinados momentos subía a uno en particular, que evidentemente era el que estaba aguardando. Iniciado su periplo ferroviario, Lampo eludía inspectores y, cuando llegaba a destino, se bajaba, recorría la localidad elegida y horas más tarde retornaba, con la tranquilidad de un paseante, a la estación de partida. Sin embargo, el perro viajero no emprendía la vuelta desorganizadamente sino con una precisión milimétrica, ya que arribaba a Campiglia Marittima en el momento justo en que debía acompañar a la escuela a la hija de los Barlettani.

Como era de esperar, Lampo se hizo famoso y hasta llegó a estar en televisión, presentado como el perro que conocía de memoria el horario de los trenes. Incluso, su dueño escribió un libro titulado "Il cane viaggiatore", con la fantástica historia del can vagabundo, pero no se hicieron estudios serios que explicasen el origen de las capacidades PSI de Lampo.

El ilustre animal, con evidente orientación telepsíquica, paso a mejor vida como uno de los tantos personajes humanos que un día son famosos y al día siguiente ya nadie recuerda.

EL TERRIER NAVEGANTE

Héctor, el perro terrier propiedad del oficial de marina mercante W. H. Mante (segundo de a bordo del barco de carga holandés Simaloer) un buen día se encontró con el carguero había partido sin El, rumbo al Japón. El perrito, triste y nervioso según los testigos, se quedó mirando los otros cinco barcos que quedaron anclados en el muelle en esa mañana del 20 de abril de 1922.

El hombre cuyo relato nos sirve para verificar el comportamiento posterior de Héctor es el segundo de abordo del vapor Hanley, el marino Harol Kildall, quien advirtió que un foxterrier nunca antes visto subía a todos los cargueros anclados y los inspeccionaba como si estuviera buscando señales de algo. Luego lo perdió de vista, sobre todo cuando se dedico de lleno a las maniobras que ya hacía el barco para zarpar rumbo al puerto de Yokohama.

Luego de que el Hanley levó anclas y cuando ya llevaba bastante trecho navegando, los marineros vieron al terrier caminando lentamente desde se escondite hasta la cabina del comandante, como para ponerse bajo la protección de la máxima autoridad de la nave. Fue muy festejado por todos los tripulantes, pero el perro sólo se limito a ser cordial con Kildall, quien después de todo era el único que -en ese carguero- tenía el mismo rango que su dueño.

Con el correr de las aguas, Héctor demostró ser un experto en cuestiones marinas. A la hora del rancho, se acercaba con porte distinguido al cocinero, que le guardaba sabrosos bocados; en otras ocasiones se subía al puente más alto y oteaba al horizonte con mirada experta. Sólo dormía en el camarote de los altos oficiales. Luego de casi veinte días de navegación, el terrier avistó antes que nadie la costa japonesa y desde ese momento se convirtió en un manojo de nervios. Cuando el Hanley atracó en el puerto de Yokohama, Héctor se puso a ladrar de manera frenética, aullaba a más no poder y pegaba saltos de un lado a otro, al punto de convertirse en el verdadero espectáculo de la llegada. Fue en ese instante en el que Kildall se dio cuenta de que los ladridos del perro obedecían a que, a casi una cuadra de distancia, pasaba un pequeño bote procedente delcarguero holandés Simaloer. En esa pequeña embarcación iban dos hombres, uno de los cuales -como usted ya habrá adivinado- era el marino Mante, dueño de Héctor. El encuentro entre ambos, tal cual lo dejó consignado el capitán Kenneth Dodson, quien interrogó a los oficiales de ambos barcos, fue de antología. Desde ese momento en que el barco de su amo partió del puerto de Vancouver, Héctor hizo todas las cosas que había que hacer para encontrar nuevamente con El. Incluso, elegir el vapor justo entre los cinco anclados ya que, de todos, el único que tenía destino japonés era el Hanley.

LOS GATOS DE ESTAMBUL

Otro caso de clarividencia animal es el de la docena de gatos embarcados en un mercante marsellés en el puerto de Estambul, lugar al que el barco había llegado en forma casual y esporádica. Los marinos trataron muy bien a los felinos, a los que alimentaron como tal vez nunca lo había hecho nadie. La docena de gatos (todos de distintas razas y embarcados cada uno por un tripulante diferente) la pasaron muy bien abordo durante un periplo que abarcó varios mares.

Sin embargo, los gatitos deben haber molestado un poco al capitán del mercado ya que, cuando retornaron a Estambul, éste ordenó que fueran dejados en tierra. Con gran pesar, los marineros obedecieron la orden y se dispusieron a iniciar otro largo viaje que duró -hasta que regresaron una vez más a Estambul- un año y medio. Lo realmente extraño sucedió cuando los marineros, que se encontraban en el puerto de marras antes de la llegada del buque, vieron cómo una docena de gatos (después se supo que todos habían abandonado sus respectivos lugares) se apiñaron en el lugar preciso en el que horas más tarde atracó el carguero. Alguien se atrevió a llamar "instinto" a este -sin duda alguna- confraternizaron la telepatía, la clarividencia y la precognición. Además de operar una comunicación parapsicológica de los gatos entre sí, también existía una corriente telepática entre los gatos y los tripulantes del barco, en el que tan bien habían sido tratados.

En este sentido y refiriéndose a los perjuicios de muchos positivistas, Maeterlinck escribió: "hemos llamado instinto a lo que no comprendíamos, aplazando para más tarde la interpretación de esta palabra que se acostumbra a referir a los más insolubles enigmas de la vida". El célebre investigador de la vida de los animales sabía lo que decía.

PERROS CLARIVIDENTES

Entre los fenómenos PSI asociados a perros se cuenta la enigmática huelga realizada, en febrero de 1939, por un grupo de canes San Bernardo que vivía en un convento. Una mañana, ante la extrañeza de los monjes, los animales se negaron en forma rotunda a salir al diario paseo. Se intentó todo; se los acarició, se le gritó, se trato de separarlos, pero no hubo caso. Los canes se habían declarados en huelga y tanto se "emperraron" que los monjes, finalmente, resolvieron dejarlos ese día sin su paseo de todas las mañanas. Apenas una hora más tarde una gran tempestad se desencadenó en la zona de la abadía y los monjes dieron las gracias por haber salido esa mañana. Fue recién a la tarde de ese día cuando se enteraron que sobre el camino que hombres y perros deberían haber seguido se abatió un alud de tal magnitud que tapó de rocas y tierras un largo trecho.

Evidentemente los perros pueden haber presentido la tempestad, pero -como bien lo señalo un especialista oportunamente- los San Bernardo no sólo no la temen, sino que en ellas se sienten a sus anchas. Lo que los perros del monasterio habían presentido era el alud, que no presenta manifestaciones climáticas como una tormenta y, por lo tanto, sólo puede ser percibido por clarividencia.

Hay autores que sostienen que entre el animal doméstico y el amo existe un estado de interdependencia psíquica, similar al que se da entre padres e hijos, o a lo que Ehrenwald llamó el "cordón telepático" que une a la madre y el niño en los primeros años de la vida de éste.

Otro testimonio de esto fenómenos PSI en animales es el del cuentista danés Hans Christian Andersen, autor de "La sirenita", "El soldadito de plomo" y tantas otras narraciones que todo chico ha leído o escuchado desde el siglo pasado. Un día, Andersen recibió el perro de un amigo que viajaba a Italia. el hombre le había solicitado al cuentista que lo tratara con mucho cariño y que le diera cobijo y alimento por un largo lapso ya que su retorno de la península iba a tardar. Andersen no puso reparos al pedido y se abocó a cuidar el perro -llamado Amour- como si el mismo fuera su dueño.

En los meses posteriores a la partida del verdadero dueño, Andersen se vio conmovido por las incomprensibles depresiones de Amour. Aunque el cuentista danés hacía todo lo posible por levantarle el ánimo, cuando el perro entraba en crisis nadie lo sacaba de ella.

Sólo se pudo saber lo que le pasaba a Amour cuando –con las noticias procedentes de la península- se supo que las crisis coincidían con los períodos de mayor dolencia del amigo de Andersen, que había viajado para reponerse de una enfermedad pulmonar.

Una noche, el escritor fue despertado por el perrito que le lamía la mano. Cuando Andersen se incorporó, en la cama, Amour lo miró fijamente, se puso a aullar con una tristeza conmovedora y se tiró al suelo con las cuatro patas extendidas. El propio cuentista, en forma inmediata, le dijo a personas allegadas a él que en el instante en que el perro esa actitud había presentido que su amigo acababa de morir en Italia. Pocos días más tarde, las noticias le certificaron esa muerte que se produjo a las once y media de la noche, en el mismo momento en que Amour comenzó a aullar. Un caso evidente de comunicación psíquica entre el perro y su amo, Mas allá de las fronteras.

SIEMPRE HAY ALGO MAS

Todo lo expuesto hasta aquí no es sino una muy breve síntesis del vasto universo incógnito de los animales; unas anécdotas salpicadas que dan una pauta del poder psíquico de los perros y los gatos, pero que también poseen los caballos, los pájaros, los delfines y tantos otros representantes de ese reino tan desconocido por nosotros.

Estos fenómenos, por su naturaleza excepcional, son difíciles de clasificar en los esquemas oficiales de la ciencia y por ese motivo son directamente ignorados o incluidos dentro del vago concepto de "instinto animal". Los casos del foxterrier Héctor, del perrito viajero que sabía la hora de partida de los trenes o del triste amigo de Andersen, y también la sabiduría natural de los gatos de Estambul o la de los San Bernardo que impusieron la muerte de sus amos, nos hablan fundamentalmente de fenómenos parapsicológico producidos en la mente de ciertos animales, dotados de poderes excepcionales que les permiten quebrar los límites del tiempo y el espacio que gobiernan nuestra realidad terrenal.

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