Extraterrestres en el pasado I - CEPE de Argentina
EXTRATERRESTRES
EN EL PASADO I
VIRACOCHA UN
DIOS EXTRATERRESTRE
Viracocha es el gran dios creador de la mitología pre-Inca. Fue uno de los dioses más importantes del panteón Inca y visto como el creador de todas las cosas y según la leyenda, Viracocha creó el universo, el sol, la luna y las estrellas, e incluso el tiempo ordenando al sol para moverse por el cielo. Se dice que incluso Viracocha creó la civilización misma. Viracocha fue adorado como el dios del sol y de las tormentas.
Surgió un buen día, caminaba por una senda, barbado, de
tez blanca, son su túnica y su mensaje de paz, amor y esperanza… Hacía milagros
y “Milagros”, enseñó a los pueblos pre incas.
Civilizó a esos pueblos y su nombre, aunque pudiera
parece otro era el de Viracocha.
Una vez puso orden entre aquello pueblo siguió su
camino. Fue tenido por un mesías, por un dios y hoy día tiene tal categoría
entre los vestigios y sus raíces culturales.
Todo de él se desconoce. Llegó hacía el 3100 a.C., y su
ruta hoy día está claramente definida, gracias a los estudios realizados en el
siglo XX y a nuestros modernos satélites. Y nuevamente lo imposible surgido
ante los expertos: Viracocha recorrió Perú, Bolivia y Ecuador, en línea recta,
uniendo en esa misma línea lugares tan emblemáticos como el Lago Titicaca,
Cuzco, Pukara o Cajamarca… Precisamente los lugares donde más culto tiene la
figura de Viracocha y, obviamente, los lugares por donde pasó.
La leyenda dice que Viracocha mandó culturizar otras
zonas de aquellos pueblos pre incas a su hijo, Imaymana, y lo curioso es que
los pueblos que éste dotó del Conocimiento se unen a la línea recta de la ruta
de Viracocha con un ángulo exacto en todas ellas de 28º 57´…
Además, esas líneas de su ruta marcan el recorrido del
Sol y sus estaciones… Además, Viracocha es el dios que arregló los solsticios,
según la mitología pre inca… Y así debió ser porque sobre un mapa, la ruta de
su hijo con su ruta marca la trayectoria de ese Sol pero también el solsticio
de invierno del año 3100 a.C.
¿Casualidad? Son tantos los datos astronómicos que
manifiesta esa ruta que la casualidad en este caso es un imposible…
Además, la fecha del 3100 a.C., es significativa: fue
la fecha en la que los mayas – aproximadamente-iniciaron su Calendario, y otros
pueblos la marcaron como una fecha mágica…
¿Por qué? Dicen que “fue cuando los dioses llegaron del
cielo”.
Nuestra moderna tecnología nos ha permitido realizar
este descubrimiento, inquietante descubrimiento… Quizás para indicarnos que el
Saber está escrito en la Tierra como en el Cielo, pero lejos de estar contenido
en una pared o un papel lo está a escala gigantesca en la ruta que ellos mismos
trazaron.
La profecía de Viracocha decía que cuando volviera a la
Tierra, en la Segunda Venida, habría un resurgimiento, un fin… Los pueblos
precolombinos tomaron a los descubridores por el regreso de Viracocha, sucumbiendo
ante aquella fiebre del Descubrimiento y Conquista… Viracocha se fue tal y como
llegó, en silencio, y no ha regresado, tal vez, en un futuro lo haga y esta
Humanidad nuestra tenga su fin o una segunda oportunidad…
LOS DOGUS
Al igual que en otras partes del mundo, el pueblo japonés guarda en su pasado testimonio arqueológico de una raza de visitantes que llegaron del espacio y que por un tiempo acompañaron a los terrestres. Polémicas teorías que son apoyadas por representaciones como las de las extrañas figurillas Dogu.
Al igual que en otras partes del mundo, el pueblo
japonés guarda en su pasado testimonio arqueológico de una raza de visitantes
que llegaron del espacio y que por un tiempo acompañaron a los terrestres.
Polémicas teorías que son apoyadas por representaciones como las de las
extrañas figurillas Dogu.
Al norte de la isla Hondo, en Tokomai en el país del
Sol Naciente, fueron descubiertas por los arqueólogos nipones una serie de
estatuillas con rasgos muy peculiares, cuyo estudio ha dado origen a opiniones
encontradas sobre su procedencia. Uno de los primeros nombres con que se
conocieron estas figurillas, es el de Dogu, palabra que le dieron sus
descubridores de la isla y que significa “casco germinado”, por la extraña y
poco común vestimenta que portan.
Posteriormente algunas más de estas figurillas fueron
descubiertas en Kamegaoka, algunas de ellas de bronce, y la mayoría de barro,
pero todas con una especie de casco atornillado y con una altura en promedio de
30 centímetros por 12 de ancho. Este descubrimiento llamó tanto la atención,
que muy pronto científicos de varias partes del mundo mostraron interés en
estudiarlas, lo que provocó que el semanario “Mainichi Graphic”, cuya tirada es
de varios millones de ejemplares, le dedicara un completo artículo en donde se
preguntaba la posibilidad de que Japón hubiera sido visitado en el pasado por
extraterrestres.
Uno de los primeros investigadores en hablar de estas
figurillas fue el escritor soviético (ex soviético)
Alexander Karanzev, quien se percató y estudió los
rasgos inusuales de estas figurillas y quien, en el libro “Regreso a las
estrellas”, de Erich Von Daniken, dijo lo siguiente: “Se trata de antiguas
estatuas japonesas de bronce, que parecen llevar trajes espaciales. De sus
hombros partían bandas, fuertemente adheridas al cuerpo, que se cruzaban sobre
el pecho y se volvían a unir entre los muslos. En todo el traje, y hasta la
altura de las rodillas, se veían aberturas semejantes a bolsas. El casco estaba
firmemente apretado al cráneo por medio de bandas. Sin embargo, lo
verdaderamente fascinante de las figuras eran unas enormes gafas de cristal
dispuestas en diagonal. Las manos parecen estar embutidas en guantes”.
Pero, ¿qué hay en la historia del antiguo Japón sobre
las figurillas Dogu y qué se ha estudiado sobre su origen? Se dice que el
archipiélago japonés estaba ocupado antiguamente por hombres de raza blanca a
los que se les llamaba Yamatos, cuyos descendientes de piel blanca (los Ainous)
viven en la actualidad en la isla Hokkaido.
Los posibles orígenes del pueblo japonés son diversos
y, más aún, el de las figurillas Dogu. Para el investigador e historiador
Yasuke Matsumara, la similitud de las figurillas Dogu con las pinturas
rupestres encontradas en las grutas de Fukuoka es sorprendente, al igual que
con la figura que llaman el gran dios marciano, de las pinturas rupestres del
desierto de Tassili. Además, también presentan un sorprendente parecido con
algunas figurillas aztecas que se conservan en el Museo de Antropología de la
Ciudad de México.
Al norte de la isla Hondo, en Tokomai en el país del
Sol Naciente, fueron descubiertas por los arqueólogos nipones una serie de
estatuillas con rasgos muy peculiares, cuyo estudio ha dado origen a opiniones
encontradas sobre su procedencia. Uno de los primeros nombres con que se
conocieron estas figurillas, es el de Dogu, palabra que le dieron sus
descubridores de la isla y que significa “casco germinado”, por la extraña y
poco común vestimenta que portan.
Algunos de los miembros de la “Asociación de la
Fraternidad Cósmica” de Japón, fundada hace algunos años, exponían… que, según
una antigua tradición del Japón, los Hijos del Sol vivían en un continente que
hoy se encuentra sumergido. Algunos de los sobrevivientes se refugiaron en las
cimas que no se hundieron de las grandes montañas, como las del actual
archipiélago japonés. Para los especialistas, ese gran continente sumergido en
donde vivían los Hijos del Sol, no sería otro que el de la mítica “Lemuria”, más
conocido como el continente de MU, bautizado así por el coronel James
Churchward, quien suponía que se trataba de la zona original de la primera
humanidad. De este enigmático continente se dice que se localizaba en el
Pacífico y que surgió antes que la Atlántida (algunos investigadores creen que
estos dos continentes fueron contemporáneos y que su hundimiento se debió a una
gran lucha entre ambos); que fue laguna de la civilización, con una gran
tecnología muy avanzada y conocimientos de origen extraterrestre; que, al
sumergirse, los sobrevivientes llevaron algo de ese conocimiento a varias
partes del mundo, como a México.
El origen de las figurillas “Dogu” es un misterio que
ha dado pie a un gran número de teorías y especulaciones, por ejemplo, el traje
que portan es evidentemente muy avanzado para su tiempo; sin embargo, es
difícil establecer si se trata de las representaciones de visitantes
extraterrestres, o una remembranza de la gran civilización (Lemuria) que pobló
el planeta en el pasado, ya que sus recuerdos los encontramos dispersos en
representaciones por todo el mundo.
El gran investigador M. K. Jessup quien murió
misteriosamente y fue precursor de estos temas, publicó en 1956, en su libro El
Caso de los OVNIS, algo referente a estas antiguas civilizaciones:
“Parece que cuesta mucho hacernos creer que esta
extraordinaria cosa que llamamos, no sea sino un haz de parpadeantes llamitas
reavivadas de los rescoldos de otra civilización cuya antigüedad no es ni
siquiera soñada por nuestros modernos arqueólogos”.
Las evidencias son muchas y parecen apuntar hacia la
posibilidad de que somos los sobrevivientes de una gran civilización como la
que construyó las estatuillas Dogu, y que probablemente al principio de los
tiempos los integrantes de dicha civilización también llegaron del espacio.
LOS DOGONES
Sin nunca haber usado un telescopio, los dogon también
sabían de la existencia de cuatro lunas de Júpiter. En verdad, Júpiter posee
muchas otras, pero las mayores y principales son cuatro: Io, Calixto; Ganímides
y Europa. Además de eso, ellos sabían que Saturno tenía un anillo.
Los Dogon son un pueblo que se localiza en la República
de Malí (África Occidental). Sobre este pueblo cae un enigma realmente
asombroso, posiblemente uno de los enigmas más extraordinarios con los que se
ha topado la ciencia.
Los Dogon son poseedores de una mitología tan rica como
compleja. Sus leyendas contienen conocimientos astronómicos que de ninguna
forma pudieron haber obtenido por sí mismos. Esto le plantea a la ciencia un
enigma que es incapaz de explicar, y que escapa por completo a las soluciones
convencionales.
La sabiduría de este pueblo contiene datos precisos y
detallados sobre el sistema solar, que en muchos casos solo han entrado a
formar parte del acervo de la astronomía moderna muy recientemente: describen a
la Luna como “seca y estéril”, saben que el planeta Júpiter (al que llaman
“Dana Tolo”) tiene cuatro grandes satélites, conocen los anillos de Saturno, y
que los planetas describen órbitas elípticas alrededor del Sol.
Esta noción de que los cuerpos celestes siguen órbitas
elípticas alrededor de un astro principal que se ubica en uno de los focos sólo
fue aceptada por la astronomía occidental a partir de Kepler, en el siglo XVII.
También, describen a la Vía Láctea como una galaxia espiral formada por
millones de estrellas.
Sirio es la estrella más brillante del cielo y era muy
importante para los antiguos egipcios: después de meses bajo el horizonte, su
reaparición en el cielo vespertino marcaba el inicio de la crecida anual del
Nilo. Tiene una compañera, Sirio B, invisible a simple vista y que no se
descubrió hasta mediados del siglo XIX. Sin embargo, forma parte, algunos dicen
que, desde tiempo inmemorial, del sistema de creencias de los dogones, un
primitivo pueblo de Mali (África occidental) cuya cosmogonía se presenta como
una de las mejores pruebas de contactos con extraterrestres en la Antigüedad.
A parte de todo esto, incluso se refieren a la
naturaleza del Sol. Ellos dicen que nuestro Sol y la estrella Sirio esa
estrella de primera magnitud, la más brillante del hemisferio Sur, en realidad
son dos soles hermanos que se desgajaron uno del otro y se formaron dos
sistemas estelares diferentes pero que tienen un mismo origen, hay que decir
que la estrella Sirio está a 8’7 años luz del Sistema Solar, una de las cinco
estrellas más cercanas al sistema solar.
Sin embargo, los conceptos fundamentales de los mitos
Dogon no se refieren sólo al sistema solar. Los Dogon aseguraban conocer la
existencia de una estrella (Sirio B) que es imposible de ver a simple vista.
Para ellos es la más importante del firmamento y gira alrededor de Sirio A, la
más brillante del cielo en la constelación del Can Mayor. Ambas estrellas, no
ofrecen al ojo humano más que un solo y potente foco de luz en el firmamento,
lo que hace imposible distinguir una estrella de otra.
Existía pues, la circunstancia de que los dogones
conocían Sirio B, siendo conscientes además de que era invisible. Los dibujos
representativos que hacen de la órbita de Sirio B, alrededor de Sirio A, son
exactamente idénticos a los del moderno diagrama astronómico. También aseguran
que Sirio B, es una estrella muy pequeña. La llaman “Po Tolo”. Continúan con la
afirmación de que, a pesar de ser muy pequeña, es muy pesada, la más pesada que
existe, constituida en un material más brillante que el hierro al que denominan
“Sagala”.
La astronomía oficial sabe que Sirio B es una “enana
blanca”, una estrella muy pequeña y muy pesada. De acuerdo a su mitología, “Po
Tolo” da una vuelta alrededor de Sirio cada 50 años (según la ciencia oficial
sus cálculos se estiman en la actualidad en 50,040 años), pero además los
dogones dicen que aparte de “Po Tolo”, la compañera de Sirio, existe otra
estrella que es 4 veces mayor que “Po Tolo” pero sin embargo mucho más ligera
en peso y que tiene una órbita más exterior y que dura también 50 años en dar
la vuelta a Sirio, y los dogones denominan “Emme Ya” (por primera vez, en el
año 1.862, el astrónomo americano Alvan Clark logró ver en la estrella de
Sirio, que no era sólo una, sino dos estrellas. Con un objetivo de 47 cm. de
diámetro pudo distinguir a la que fue conocida desde ese mismo momento como
Sirio B.
Posteriormente, en una época mucho más reciente, se
detectó la existencia de una tercera estrella que completaba el sistema de
Sirio, Sirio C, la “Emme Ya” de los dogones).
Dicen los Dogones que “Emme Ya” es la segunda
acompañante de Sirio y tiene a su vez un pequeño satélite que gira a su
alrededor y que ellos la denominan “Nyan Tolo”, la estrella de las mujeres.
Hablan de esto y además no solamente de estás
compañeras invisibles de Sirio sino que incluso dibujan las trayectorias de sus
orbitas (se ha descubierto que la trayectoria que los dogones dibujan es
exactamente la misma que han descubierto los astrónomos). Los dogones aseguran
que todos sus conocimientos proceden de unos seres que llegaron a la Tierra
procedentes de “Nyan Tolo”, satélite de “Emme Ya”, del sistema de Sirio,
aproximadamente hacia el año 3000 A.C., y a los que denominan “Nommos”
Los “Nommos” descendieron a la Tierra en un “arca” roja
como el fuego inicialmente y volviéndose blanca cuando aterrizó. Al aterrizar
parecía como si cuatro enormes rocas chocaran entre sí, levantando una
gigantesca nube de polvo…
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