Extraterrestres en el pasado I - CEPE de Argentina

EXTRATERRESTRES EN EL PASADO I

En el trascurso de la humanidad seres de otros mundos han mantenido contacto de distintas formas toda la raza humana ha experimentado su poder solo que han estado en momentos pasados, en nuestro pasado remoto unos seres bajaron a la tierra interactuaron con los humanos creando híbridos, es decir mejorando genéticamente la raza humana mediante ingeniería genética.


Los últimos 70 años de la humanidad han estado llenos de descubrimientos contantes tanto a nivel científico como tecnológico, si en los 80 hablábamos por teléfonos de bocina y en un pestañar de ojos estamos con teléfonos inteligentes, estos descubrimientos tal vez no se traten de la mera casualidad de un grupo de científicos que han descubierto algo, si no de que hay algo más allá de ese conocimiento, la pregunta es ¿cómo es posible que hemos avanzado de manera vertiginosa como dando saltos en el tiempo de tal forma que hoy en día se puede enviar correos electrónicos sin viajar miles de kilometro?, esta es una interrogante de estos tiempos   

VIRACOCHA UN DIOS EXTRATERRESTRE

Los Incas adoraban a varias deidades, entre ellos al INTI o SOL; pero tenían un solo dios principal, WIRACOCHA, el creador de todas las cosas en el universo. Wiracocha llega a ser un dios paralelo, incluso igual al Dios cristiano, revelado a través de Jesucristo.

Viracocha es el gran dios creador de la mitología pre-Inca. Fue uno de los dioses más importantes del panteón Inca y visto como el creador de todas las cosas y según la leyenda, Viracocha creó el universo, el sol, la luna y las estrellas, e incluso el tiempo ordenando al sol para moverse por el cielo. Se dice que incluso Viracocha creó la civilización misma. Viracocha fue adorado como el dios del sol y de las tormentas.

Surgió un buen día, caminaba por una senda, barbado, de tez blanca, son su túnica y su mensaje de paz, amor y esperanza… Hacía milagros y “Milagros”, enseñó a los pueblos pre incas.

Civilizó a esos pueblos y su nombre, aunque pudiera parece otro era el de Viracocha.

Una vez puso orden entre aquello pueblo siguió su camino. Fue tenido por un mesías, por un dios y hoy día tiene tal categoría entre los vestigios y sus raíces culturales.

Todo de él se desconoce. Llegó hacía el 3100 a.C., y su ruta hoy día está claramente definida, gracias a los estudios realizados en el siglo XX y a nuestros modernos satélites. Y nuevamente lo imposible surgido ante los expertos: Viracocha recorrió Perú, Bolivia y Ecuador, en línea recta, uniendo en esa misma línea lugares tan emblemáticos como el Lago Titicaca, Cuzco, Pukara o Cajamarca… Precisamente los lugares donde más culto tiene la figura de Viracocha y, obviamente, los lugares por donde pasó.

La leyenda dice que Viracocha mandó culturizar otras zonas de aquellos pueblos pre incas a su hijo, Imaymana, y lo curioso es que los pueblos que éste dotó del Conocimiento se unen a la línea recta de la ruta de Viracocha con un ángulo exacto en todas ellas de 28º 57´…

Además, esas líneas de su ruta marcan el recorrido del Sol y sus estaciones… Además, Viracocha es el dios que arregló los solsticios, según la mitología pre inca… Y así debió ser porque sobre un mapa, la ruta de su hijo con su ruta marca la trayectoria de ese Sol pero también el solsticio de invierno del año 3100 a.C.

¿Casualidad? Son tantos los datos astronómicos que manifiesta esa ruta que la casualidad en este caso es un imposible…

Además, la fecha del 3100 a.C., es significativa: fue la fecha en la que los mayas – aproximadamente-iniciaron su Calendario, y otros pueblos la marcaron como una fecha mágica…

¿Por qué? Dicen que “fue cuando los dioses llegaron del cielo”.

Nuestra moderna tecnología nos ha permitido realizar este descubrimiento, inquietante descubrimiento… Quizás para indicarnos que el Saber está escrito en la Tierra como en el Cielo, pero lejos de estar contenido en una pared o un papel lo está a escala gigantesca en la ruta que ellos mismos trazaron.

La profecía de Viracocha decía que cuando volviera a la Tierra, en la Segunda Venida, habría un resurgimiento, un fin… Los pueblos precolombinos tomaron a los descubridores por el regreso de Viracocha, sucumbiendo ante aquella fiebre del Descubrimiento y Conquista… Viracocha se fue tal y como llegó, en silencio, y no ha regresado, tal vez, en un futuro lo haga y esta Humanidad nuestra tenga su fin o una segunda oportunidad…

LOS DOGUS

Los dogu son unas pequeñas estatuas de arcilla con raras cabezas, ojos como de insecto y torsos marcados por intrincados diseños de puntos y rayas. Se hacían en el Japón entre 7000 y 520 a.C. Algunas personas piensan que representan a los dioses japoneses de la fertilidad. No obstante, según Vaughn Greene, autor del libro Astronauts of Ancient Japan, estos artefactos de hecho representan a visitantes de otro planeta, vestidos con sus trajes espaciales. La evidencia más sorprendente, indica Greene, es la semejanza entre las marcas de los dogu y los trajes espaciales de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA), llamados "unidad de movilidad extravehículo (EMU)", que usan los astronautas del taxi espacial fuera de la nave

Al igual que en otras partes del mundo, el pueblo japonés guarda en su pasado testimonio arqueológico de una raza de visitantes que llegaron del espacio y que por un tiempo acompañaron a los terrestres. Polémicas teorías que son apoyadas por representaciones como las de las extrañas figurillas Dogu.

Al igual que en otras partes del mundo, el pueblo japonés guarda en su pasado testimonio arqueológico de una raza de visitantes que llegaron del espacio y que por un tiempo acompañaron a los terrestres. Polémicas teorías que son apoyadas por representaciones como las de las extrañas figurillas Dogu.

Al norte de la isla Hondo, en Tokomai en el país del Sol Naciente, fueron descubiertas por los arqueólogos nipones una serie de estatuillas con rasgos muy peculiares, cuyo estudio ha dado origen a opiniones encontradas sobre su procedencia. Uno de los primeros nombres con que se conocieron estas figurillas, es el de Dogu, palabra que le dieron sus descubridores de la isla y que significa “casco germinado”, por la extraña y poco común vestimenta que portan.

Posteriormente algunas más de estas figurillas fueron descubiertas en Kamegaoka, algunas de ellas de bronce, y la mayoría de barro, pero todas con una especie de casco atornillado y con una altura en promedio de 30 centímetros por 12 de ancho. Este descubrimiento llamó tanto la atención, que muy pronto científicos de varias partes del mundo mostraron interés en estudiarlas, lo que provocó que el semanario “Mainichi Graphic”, cuya tirada es de varios millones de ejemplares, le dedicara un completo artículo en donde se preguntaba la posibilidad de que Japón hubiera sido visitado en el pasado por extraterrestres.

Uno de los primeros investigadores en hablar de estas figurillas fue el escritor soviético (ex soviético)

Alexander Karanzev, quien se percató y estudió los rasgos inusuales de estas figurillas y quien, en el libro “Regreso a las estrellas”, de Erich Von Daniken, dijo lo siguiente: “Se trata de antiguas estatuas japonesas de bronce, que parecen llevar trajes espaciales. De sus hombros partían bandas, fuertemente adheridas al cuerpo, que se cruzaban sobre el pecho y se volvían a unir entre los muslos. En todo el traje, y hasta la altura de las rodillas, se veían aberturas semejantes a bolsas. El casco estaba firmemente apretado al cráneo por medio de bandas. Sin embargo, lo verdaderamente fascinante de las figuras eran unas enormes gafas de cristal dispuestas en diagonal. Las manos parecen estar embutidas en guantes”.

Pero, ¿qué hay en la historia del antiguo Japón sobre las figurillas Dogu y qué se ha estudiado sobre su origen? Se dice que el archipiélago japonés estaba ocupado antiguamente por hombres de raza blanca a los que se les llamaba Yamatos, cuyos descendientes de piel blanca (los Ainous) viven en la actualidad en la isla Hokkaido.

Los posibles orígenes del pueblo japonés son diversos y, más aún, el de las figurillas Dogu. Para el investigador e historiador Yasuke Matsumara, la similitud de las figurillas Dogu con las pinturas rupestres encontradas en las grutas de Fukuoka es sorprendente, al igual que con la figura que llaman el gran dios marciano, de las pinturas rupestres del desierto de Tassili. Además, también presentan un sorprendente parecido con algunas figurillas aztecas que se conservan en el Museo de Antropología de la Ciudad de México.

Al norte de la isla Hondo, en Tokomai en el país del Sol Naciente, fueron descubiertas por los arqueólogos nipones una serie de estatuillas con rasgos muy peculiares, cuyo estudio ha dado origen a opiniones encontradas sobre su procedencia. Uno de los primeros nombres con que se conocieron estas figurillas, es el de Dogu, palabra que le dieron sus descubridores de la isla y que significa “casco germinado”, por la extraña y poco común vestimenta que portan.

Algunos de los miembros de la “Asociación de la Fraternidad Cósmica” de Japón, fundada hace algunos años, exponían… que, según una antigua tradición del Japón, los Hijos del Sol vivían en un continente que hoy se encuentra sumergido. Algunos de los sobrevivientes se refugiaron en las cimas que no se hundieron de las grandes montañas, como las del actual archipiélago japonés. Para los especialistas, ese gran continente sumergido en donde vivían los Hijos del Sol, no sería otro que el de la mítica “Lemuria”, más conocido como el continente de MU, bautizado así por el coronel James Churchward, quien suponía que se trataba de la zona original de la primera humanidad. De este enigmático continente se dice que se localizaba en el Pacífico y que surgió antes que la Atlántida (algunos investigadores creen que estos dos continentes fueron contemporáneos y que su hundimiento se debió a una gran lucha entre ambos); que fue laguna de la civilización, con una gran tecnología muy avanzada y conocimientos de origen extraterrestre; que, al sumergirse, los sobrevivientes llevaron algo de ese conocimiento a varias partes del mundo, como a México.

El origen de las figurillas “Dogu” es un misterio que ha dado pie a un gran número de teorías y especulaciones, por ejemplo, el traje que portan es evidentemente muy avanzado para su tiempo; sin embargo, es difícil establecer si se trata de las representaciones de visitantes extraterrestres, o una remembranza de la gran civilización (Lemuria) que pobló el planeta en el pasado, ya que sus recuerdos los encontramos dispersos en representaciones por todo el mundo.

El gran investigador M. K. Jessup quien murió misteriosamente y fue precursor de estos temas, publicó en 1956, en su libro El Caso de los OVNIS, algo referente a estas antiguas civilizaciones:

“Parece que cuesta mucho hacernos creer que esta extraordinaria cosa que llamamos, no sea sino un haz de parpadeantes llamitas reavivadas de los rescoldos de otra civilización cuya antigüedad no es ni siquiera soñada por nuestros modernos arqueólogos”.

Las evidencias son muchas y parecen apuntar hacia la posibilidad de que somos los sobrevivientes de una gran civilización como la que construyó las estatuillas Dogu, y que probablemente al principio de los tiempos los integrantes de dicha civilización también llegaron del espacio.

LOS DOGONES

Los dogones son un pueblo perteneciente a una tribu de Mali a quienes se les presupone unos conocimientos astronómicos imposibles para un grupo humano anclado en la Edad de Piedra, y de quienes se ha dicho que son la mayor prueba de las visitas extraterrestres en la antigüedad debido a su cosmogonía… ¿Esto es así o tiene una explicación? El pueblo de los dogones, o tribu dogón, habita en el centro de la República de Malí, un país africano situado entre Mauritania, Argelia y Níger, en la frontera del Sahara con las sabanas del África occidental y cerca del río Níger.Su cultura y sus tradiciones religiosas son clasificadas como ancestrales, conservando vistosos bailes con unas máscaras espectaculares, al igual que sus técnicas de escultura y arquitectura, igualmente peculiares.

Sin nunca haber usado un telescopio, los dogon también sabían de la existencia de cuatro lunas de Júpiter. En verdad, Júpiter posee muchas otras, pero las mayores y principales son cuatro: Io, Calixto; Ganímides y Europa. Además de eso, ellos sabían que Saturno tenía un anillo.

Los Dogon son un pueblo que se localiza en la República de Malí (África Occidental). Sobre este pueblo cae un enigma realmente asombroso, posiblemente uno de los enigmas más extraordinarios con los que se ha topado la ciencia.

Los Dogon son poseedores de una mitología tan rica como compleja. Sus leyendas contienen conocimientos astronómicos que de ninguna forma pudieron haber obtenido por sí mismos. Esto le plantea a la ciencia un enigma que es incapaz de explicar, y que escapa por completo a las soluciones convencionales.

La sabiduría de este pueblo contiene datos precisos y detallados sobre el sistema solar, que en muchos casos solo han entrado a formar parte del acervo de la astronomía moderna muy recientemente: describen a la Luna como “seca y estéril”, saben que el planeta Júpiter (al que llaman “Dana Tolo”) tiene cuatro grandes satélites, conocen los anillos de Saturno, y que los planetas describen órbitas elípticas alrededor del Sol.

Esta noción de que los cuerpos celestes siguen órbitas elípticas alrededor de un astro principal que se ubica en uno de los focos sólo fue aceptada por la astronomía occidental a partir de Kepler, en el siglo XVII. También, describen a la Vía Láctea como una galaxia espiral formada por millones de estrellas.

Sirio es la estrella más brillante del cielo y era muy importante para los antiguos egipcios: después de meses bajo el horizonte, su reaparición en el cielo vespertino marcaba el inicio de la crecida anual del Nilo. Tiene una compañera, Sirio B, invisible a simple vista y que no se descubrió hasta mediados del siglo XIX. Sin embargo, forma parte, algunos dicen que, desde tiempo inmemorial, del sistema de creencias de los dogones, un primitivo pueblo de Mali (África occidental) cuya cosmogonía se presenta como una de las mejores pruebas de contactos con extraterrestres en la Antigüedad.

A parte de todo esto, incluso se refieren a la naturaleza del Sol. Ellos dicen que nuestro Sol y la estrella Sirio esa estrella de primera magnitud, la más brillante del hemisferio Sur, en realidad son dos soles hermanos que se desgajaron uno del otro y se formaron dos sistemas estelares diferentes pero que tienen un mismo origen, hay que decir que la estrella Sirio está a 8’7 años luz del Sistema Solar, una de las cinco estrellas más cercanas al sistema solar.

Sin embargo, los conceptos fundamentales de los mitos Dogon no se refieren sólo al sistema solar. Los Dogon aseguraban conocer la existencia de una estrella (Sirio B) que es imposible de ver a simple vista. Para ellos es la más importante del firmamento y gira alrededor de Sirio A, la más brillante del cielo en la constelación del Can Mayor. Ambas estrellas, no ofrecen al ojo humano más que un solo y potente foco de luz en el firmamento, lo que hace imposible distinguir una estrella de otra.

Existía pues, la circunstancia de que los dogones conocían Sirio B, siendo conscientes además de que era invisible. Los dibujos representativos que hacen de la órbita de Sirio B, alrededor de Sirio A, son exactamente idénticos a los del moderno diagrama astronómico. También aseguran que Sirio B, es una estrella muy pequeña. La llaman “Po Tolo”. Continúan con la afirmación de que, a pesar de ser muy pequeña, es muy pesada, la más pesada que existe, constituida en un material más brillante que el hierro al que denominan “Sagala”.

La astronomía oficial sabe que Sirio B es una “enana blanca”, una estrella muy pequeña y muy pesada. De acuerdo a su mitología, “Po Tolo” da una vuelta alrededor de Sirio cada 50 años (según la ciencia oficial sus cálculos se estiman en la actualidad en 50,040 años), pero además los dogones dicen que aparte de “Po Tolo”, la compañera de Sirio, existe otra estrella que es 4 veces mayor que “Po Tolo” pero sin embargo mucho más ligera en peso y que tiene una órbita más exterior y que dura también 50 años en dar la vuelta a Sirio, y los dogones denominan “Emme Ya” (por primera vez, en el año 1.862, el astrónomo americano Alvan Clark logró ver en la estrella de Sirio, que no era sólo una, sino dos estrellas. Con un objetivo de 47 cm. de diámetro pudo distinguir a la que fue conocida desde ese mismo momento como Sirio B.

Posteriormente, en una época mucho más reciente, se detectó la existencia de una tercera estrella que completaba el sistema de Sirio, Sirio C, la “Emme Ya” de los dogones).

Dicen los Dogones que “Emme Ya” es la segunda acompañante de Sirio y tiene a su vez un pequeño satélite que gira a su alrededor y que ellos la denominan “Nyan Tolo”, la estrella de las mujeres.

Hablan de esto y además no solamente de estás compañeras invisibles de Sirio sino que incluso dibujan las trayectorias de sus orbitas (se ha descubierto que la trayectoria que los dogones dibujan es exactamente la misma que han descubierto los astrónomos). Los dogones aseguran que todos sus conocimientos proceden de unos seres que llegaron a la Tierra procedentes de “Nyan Tolo”, satélite de “Emme Ya”, del sistema de Sirio, aproximadamente hacia el año 3000 A.C., y a los que denominan “Nommos”

Los “Nommos” descendieron a la Tierra en un “arca” roja como el fuego inicialmente y volviéndose blanca cuando aterrizó. Al aterrizar parecía como si cuatro enormes rocas chocaran entre sí, levantando una gigantesca nube de polvo…

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