LOS FENÓMENOS PARANORMALES - Instituto CEPE de Argentina
Opinan los científicos que aquello que no puede ser explicado en
términos físicos no existe. Los parapsicólogos actuales –esta ciencia, nacida
en el siglo XIX había recibido originalmente el nombre de metapsíquica- afirman en cambio que, puesto que los
fenómenos paranormales son una realidad, significa que no todo en la naturaleza
puede ser explicado en términos físicos.
Diversas
clases de fenómenos psíquicos
Los
fenómenos paranormales no tienen hora, no tienen relojes, se suelen manifestar
en cualquier momento desterrando aquel tópico que dice que la noche es más
propicia para que tengan lugar este tipo de incidentes
La mayor
dificultad a la que se enfrenta la parapsicología para demostrar que puede
confiarse en ella es que los fenómenos comprendidos dentro de esta ciencia no
reconocida por todos no se producen de acuerdo con una ley, sino que parecen
desafiarlas a todas. Son imprevisibles. No suceden cuando alguien desea
provocarlas. Y cuando una persona se jacta de llevarlos a la práctica cuando
ése es su capricho debe desconfiarse de sus palabras. Es muy posible que esté
cometiendo un fraude. En especial si se trata de un individuo aparentemente
sano. Porque, la mayoría de las veces los fenómenos paranormales se manifiestan
en seres afectados, de manera permanente o pasajera, por problemas mentales o
fisiológicos: son epilépticos, han recibido un fuerte golpe en la cabeza o son
presa de una intensa crisis emocional.
Es decir, estos fenómenos son el resultado de un estado anormal.
En ciertos casos, los fenómenos son producidos por la ingestión de drogas
alucinógenas –en el caso de Sabina, la bruja de Oaxaca- o por las secreciones
internas, sin que el individuo se de cuenta. Es decir, tendrían un origen
químico y sucederían especialmente en los sujetos cuyas glándulas endocrinas
sean más propensas a producir ciertas secreciones. Y puesto a que estas
secreciones son esporádicas, es lógico que las manifestaciones paranormales no
se atengan a ninguna ley. ¿Cuáles son éstas manifestaciones y de qué forma
podrían clasificarse?
Entre las más significativas se destacan las siguientes: clarividencias y premoniciones, apariciones,
telepatía, levitación y telekinesis,
reencarnación, cuerpo astral, psicometría, poltergeist, visión paraóptica y fotografía psíquica. De todos estos
curiosos fenómenos, y otros menos importantes, se ofrecerán diversos ejemplos,
y alguna explicación –paracientífica, como es natural- cuando se considere
necesario. Comenzará esta exposición de temas con el que sea, muy posiblemente
la manifestación paranormal más antigua practicada por el hombre: la
clarividencia y la predicción del futuro.
Los antiguos oráculos y el ombligo de la Tierra
El oráculo estaba a cargo de una anciana, la Pitia, y un hombre, el Profeta. Tras la pregunta que le hacía el solicitante, la sacerdotisa, instalada en la cripta del templo e inclinada sobre su trípode, entraba en comunicación con el dios. Mientras, masticaba hojas de laurel, espolvoreaba harina y bebía largos tragos del agua que manaba de la fuente sagrada. Si sus palabras, como sucedía a menudo, resultaban absurdas o ininteligibles, el Profeta estaba allí para ayudar a interpretarlas.
Los griegos,
cuya mitología se inspiró tantas veces en las tradiciones llegadas de Oriente,
concedieron una gran importancia a todo lo relacionado con el ombligo. No se
trataba de ese hoyo a menudo antiestético situado en el centro del vientre,
residuo del cordón umbilical, sino que el término poseía un simbolismo muy
particular,afín
a las grutas y, de alguna manera, a los oráculos, a las serpientes y al parto
en general.
En la lengua griega se llama onfalos
al ombligo y este nombre se aplicaba al centro del mundo. Zeus quiso
averiguar dónde se encontraba ese centro, para lo cual hecho a volar dos
águilas a su servicio. Fueron a reunirse ambas al pie del monte Parnaso, donde
Apolo establecería a continuación el famoso oráculo de Delfos. En aquel lugar
se hallaba la tumba de Pitón, serpiente monstruosa parida por Gea, diosa de la
Tierra y madre del género humano que tenía sus equivalentes orientales en Rea y
Deméter, en Maya hindostana y la precortesiana Tonantzin.
Desde el momento de su creación, el oráculo de Delfos sería
atendido por las pitonisas –nombre derivado de Pitón -, sacerdotisas que
permanecían en el interior de un antro profundo donde se quemaba incienso. Se
formaban espesos vapores que pretendían crear, sin dudas, una atmósfera
semejante a la que se produce durante una erupción volcánica. Embriagaban los
vapores a la tierra, es decir, a la diosa Gea, y le hacían pronunciar sus
profecías por boca de las pitonisas a su servicio.
En diversos países de la antigüedad era frecuente que se
instalasen los profetas en el interior de grutas abiertas al pie de viejos
volcanes que a veces humeaban aún. Fue lo que debió suceder en el Monte Sinaí
donde Moisés fue a consultar con Jehová. Lo mismo en
este lugar que en Creta y diversos puntos de la América precolombina
asentaron los antiguos profetas dentro de una gruta y en todos
los casos realizaban sus tareas rodeados del humo del incienso.
Las montañas
que encerraban grutas y sobre las cuales se levantaron centros sagrados, fueron
consideradas la morada de los dioses y en ellos nacieron numerosos héroes y
agoreros, lo mismo en los países de Asia y del Mediterráneo que en el México
precortesiano (ante de la llegada de Hernán Cortéz). Tal vez por esta razón se
construirían en montes estos centros sagrados y más tarde, tal vez por inercia,
las ermitas católicas. Los sacerdotes al cuidado de los oráculos realizaban sus
tareas concentrándose en la visión de un objeto brillante, como podía ser un
espejo –en México echaban mano a los espejos oscuros de obsidiana- o una bola.
Las pitonisas que en la actualidad intentan adivinar el futuro ignoran tal vez
que hace más de 20 siglos existían ya esas bolas de cristal de las que tan
satisfechas están.
Esta práctica
incumbía a los sacerdotes hechiceros: ingerían antes alguna droga y sabían
hundirse en un trance hipnótico al contemplar fijamente la superficie
pulimentada de los cristales. Después, el subconsciente se ocupaba de lanzar su
mensaje. Solamente ellos podían lanzar profecías, porque los no iniciados se
exponían a sufrir serios peligros. Consultaban estos hechiceros los cristales
en la primavera, para saber cómo serían las cosechas. De acuerdo con el ángulo
adoptado por el cristal y las imágenes que resultaban, el hechicero podía
conocer lo que sucedería en el curso del año.
Parece
difícil aceptar, pero fue gracias a este deseo de saber por anticipado la
calidad de las cosechas y el momento de iniciar las tareas del campo, que
nacieron los calendarios y el estudio de la astronomía. Después, al pasar los
siglos, los seres humanos se olvidaron de determinar qué sucedería en el campo
he inventaron los almanaques, que lo daban todo hecho. Pero siguieron muy
pendientes de averiguar qué les reservaba el futuro: si sería propicia una
fecha para coronar al príncipe heredero o para entrar a una batalla, si
esperaba paz o guerra el país, si se acabaría algún día en mundo. Nacieron los
profetas, acerca de los cuales poco o nada se dirá ahora en este texto de
estudio.
A continuación, se mostrarán, algunos curiosos casos de profecías
de carácter personal y de premoniciones y sueños proféticos sumamente
interesantes. Y se terminará con unos casos muy especiales de clarividentes
cuyos aparentes dones fueron utilizados para bien de la humanidad.
Las
profecías de Parravicini
Entre los años 1933 a
1940, un argentino llamado Benjamín Parravicini
hacía curiosos dibujos adornados con un texto que
constituyeron anuncios tan exactos como increíbles.
Hacía
los dibujos estando consciente, pero su mano se movía para hacerlos a pesar
suyo. A veces surgía a mitad de la noche y en previsión de ello tenía a todas
horas, junto a su cama, papel y un lápiz. Dibujaba en la oscuridad, sin ver lo
que hacía. Algunos dibujos parecían anticipar lo que sucedería en unos años
más. Era el suyo un panorama sombrío que terminaría con una era de amor y paz,
coincidiendo con el regreso de Cristo a la Tierra, en el 2002.
En
1937 realizó un dibujo en el que anunciaba no sólo en estallido de la Segunda
Guerra Mundial sino también el de la bomba atómica sobre Hiroshima. Otro se
refería, en 1938, a los cuatro años que Francia sería ocupada por el III Reich,
y que la bandera de la cruz gamada ondearía en la Torre Eiffel. En el mismo
año, otro dibujo anunciaba la muerte, casi al mismo tiempo de Hitler y
Mussolini. Al siguiente año, uno de los dibujos anunció el fin del reinado de
Chian Kai Chek en China y el triunfo del comunismo en ese país. En 1938, año en
el que fue pródigo de dibujos, una cabeza barbuda fue acompañada por el
siguiente texto: “cabeza de barba que encenderá a las Antillas”. No había dudas
de que Parravicini se estaba refiriendo a Fidel Castro. Otros dibujos curiosos
revelarían la existencia de las futuras melenas de los jóvenes y de la moda
unisex, así como que el hombre volaría a los espacios siderales, venciendo al
sonido.
En 1938, Parravicini ilustro uno de estos dibujos con el siguiente
texto: “el Papa cambiará sus normas. La misa será protestante sin serlo. Los
protestantes serán católicos sin serlo. El Papa se alejará del Vaticano en
varios viajes y llegará a América”. El año anterior, Parravicini había escrito
que el mar avanzaría y que se derretirían los casquetes polares, así como se
desplazarían los polos. No daba el año 1982 como había hecho Jeanne Dixon y
Edgard Cayce para señalar cuando sucederían estos cataclismos. El profeta
argentino se limitó a decir que después de utilizar las armas apocalípticas, la
humanidad tendrá que buscar refugio en las cuevas subterráneas y volver a
empezar.
Podría aceptarse, en parte, lo que anunció Parravicini, pero en
algo cometió el mayor de los errores. Declaró que, en su propia tierra, se
impondría la verdadera libertad y el país alcanzaría un completo bienestar.
Es posible predecir un crimen
Emperador Napoleón III
y su esposa la Emperatriz Eugenia de Montijo
En el verano de 1863, Napoleón III y
su esposa Eugenia de Montijo se encontraban en Dieppe, plaza francesa de moda
muy inferior a las del Mediterráneo, cuya única ventaja era encontrarse cerca
de París. Veraneaba también en el lugar Daniel Douglas Home un médium escocés
que sabía realizar actos que jamás se sabía si eran reales o fingidos. Sabía,
por ejemplo, tocar y un acordeón o una trompeta a la distancia, y lograba
curiosos efectos de hipnosis colectivas, además de no tener secretos para él la
levitación. Alguien le rogó que consultase con una bola de cristal. El médium
jamás había echado mano a esta clase de objeto, porque no sentía ningún deseo
de conocer el futuro. Estaba seguro de averiguar que moriría joven, como así sucedió.
Sin embargo, aceptó. Fijó la mirada unos segundos en la bola y declaró que veía
un enorme gentío y un hombre alto y delgado, provisto de una barba oscura, en
el momento mismo de ser asesinado por la espalda. Añadió el médium que la
víctima sería nada manos que Abraham Lincoln.
El crimen sería cometido antes de
transcurrir un año. ¿fue aquello una auténtica profecía? En aquellos días,
todos en EE.UU. y en numerosos países bien informados se sabía que el
presidente había sido amenazado ya de muerte, en varias ocasiones. No era
difícil, en aquel momento predecir su muerte.
Lo
mismo iba a suceder un siglo más tarde, cuando después del recibimiento
dispensado al político demócrata Adlai Stevenson en la ciudad tejana de Dallas,
advirtió éste a su presidente que no le irían bien las cosas si insistía en
visitar en lugar en unos días más.
Tampoco se arriesgaba a cometer errores la profetisa Jeanne Dixon,
cuyas palabras se habían convertido en artículo de fe, si declaró a su amiga
Eleanor Baumgardner que una nube oscura envolvía la Casa Blanca y nada nuevo
presagiaba para John F. Kennedy.
Eleanor informó de estas palabras Pierr Salinger, cercano
colaborador del presidente para ponerle en tanto de la profecía.
El presidente sabía muy bien que su vida peligraba y tal vez no
necesitaba de consejos lanzados por una profetisa. Pero, ¿cómo iba a negarse a
cumplir con su deber de estadista por unos presagios que cualquiera en su sano
juicio podía considerar ridículos? Sabía que sus enemigos políticos, listos
siempre para sacar partido de cualquier debilidad suya y su superstición. No
tuvo más remedio de acudir a su cita con la muerte.
Otro personaje cuyo fin fue anunciado con antelación fue Luis XVI.
Todo comenzó una tarde de verano de 1778, en casa de la duquesa de Gramont. La
dama conversaba con algunos invitados, entre los que se contaba el poeta Jacques Pierre
Cazotte. Cuando se brindaba por el futuro de Francia, hablo el poeta para decir
que no habría futuro para los invitados a la fiesta. Morirían antes de que
transcurriesen diez años. La concurrencia tomó las palabras en bromas, pero
Cazotte se apresuró a decir que tanto la duquesa como el conde de Chamfort y
otros nobles cuyos nombres citó morirían en el cadalso.
La profecía se cumplió en su totalidad. ¿Fue en realidad una
profecía? ¿No sería que Pierre Cazotte, conocedor de lo que sucedía en Francia
por culpa de su Rey, que era un inútil, sabía que el pueblo trabajaba ya a
favor de una revolución de acabaría con la dinastía de los Capeto?
Curiosamente, la profecía se cumplió también con el propio poeta. Murió
guillotinado.
Jacques Pierre Cazotte
No fue Pierre Cazotte el único que osó anunciar el fin dramático
de los reyes de Francia. Cierta Cathérine Théot, que tenía fama de bruja, fue un
día llamada por María Antonieta, que debía aburrirse en casa. Llego la Théot
ante la reina, rodeada de sus damas de compañía, y apuntándola con un dedo, de
dijo que moriría en el Cadalso, como un vulgar criminal. La reina se molestó.
No le agradaba que le dijeran cosas tan feas. Envío a la bruja a la Bastilla y
allí permaneció hasta que fue liberada por los revolucionarios, poco antes del
14 de julio de 1789.
Varias profecías citadas se han convertidos en ejemplos clásicos
de lo que puede ser un buen vaticinio, a pesar de ser considera algunas veces
como producto de un razonamiento basado en el conocimiento de la política. A
cambio de las profecías citadas se ofrecerán otras dos, mucho menos conocidas.
Las primeras deben atribuirse a Josefina de Beauharnais, esposa de Napoleón
Bonaparte y criolla en la Martinica, igual que su prima Aimée Dubucq. A las dos
les agradaba consultar con Eufemia, una vieja negra que sabía ver el futuro.
Eufemia anunció un día Aimée que sería raptada por unos turcos y conducida al
Harén de Constantinopla, donde al paso de los años se convertiría en madre del
sultán Validah. En cuanto a Josefina, la anciana negra le aseguro un porvenir
sumamente grato le esperaba en Francia. Pero que acabaría teniendo dificultades
con su esposo, cuando éste se encontrase ya en la cumbre del poder. Uno se
pregunta que habría hecho las dos primas de no haberles dicho nada la negra
profetisa. ¿Habría tomado Josefina el barco rumbo a Francia? ¿Se habría
atrevido Aimée a navegar por el Mediterráneo, en lugares que no debía?
Pero veamos que hizo en la década de los 80 una astróloga
norteamericana llamada Blanca Holmes, al estudiar la carta astral de la actriz
de cine Natalie Wood. Quedó tan impresionada por lo que vio que no se atrevió a
hablar con ella, sino que lo hizo con el periodista David Ragan: presentía que
la actriz tendría un final sumamente trágico, poco tiempo después de cumplir 40
años de edad. Y así sucedió. Natalie murió ahogada el 20 de noviembre de 1982.
Se supone que cayó al agua por haber tomado algunas copas de más.
Unos días antes, el 16, habido sido hallado muerto otro actor muy
conocido, William Holden. Las dos muertes habían sido anunciadas en la primera
semana del mes por María Graciette, que quiso poner sobre aviso a los dos
actores. Carroll Righter, también astrólogo estuvo trazando el horóscopo de
Natalie Wood, días antes del accidente, y trató de avisar a su esposo, el actor
Robert Wagner.
Las premoniciones, profecías a corto plazo
A
veces se les llama presentimiento y no son más que un extraño aviso o una
oscura llamada de advertencia, que invita a no realizar algo que, en realidad,
no se tenía ningún deseo de llevar a cabo. A veces, se obedece a ese mensaje
lanzado por un sexto sentido y no sucede lo que tanto se temía. Pero en
ocasiones, se agradece el aviso.
Fue lo que debió sucederle a Thomas Paine. En 1753, siendo un
muchacho de 16 años sin porvenir que, trabajaba en una tienda Thetford,
Inglaterra, quiso lanzarse a la aventura. Se embarcó en el velero Terrible, que
zarparía rumbo al nuevo mundo. Su padre se enteró y corrió a buscarlo para
llevarlo de nuevo a la tienda. Estaba seguro que no había llegado aún para su
hijo el momento de emprender un viaje. Poco más tarde se enteraría de que el
barco se fue a pique, pareciendo todos sus tripulantes.
Años más tarde se cumplió el deseo de Thomas de viajar a América,
donde fue uno de los creadores de la revolución norteamericana de Independencia
y colaboró en la redacción de acta de Independencia, mientras en su patria lo
declaraban traidor y muchas cosas más. En 1790 fue a vivir a París y en 1797
decidió abordar un navío en El Havre para regresar a Norteamérica. En el último
minuto, un vago presentimiento le aconsejo desistir de hacerlo. Supo más tarde
que espías británicos apostados en El Havre habían dado aviso a la flota que
apresara el barco y se apoderase de su persona. Paine volvió escapara a la
muerte. La llegó de verdad para él en 1809, encontrándose en Nueva York.
Sofía Lorens, a quien se ha acusado en acasiones de ser medio
bruja, contaba que en cierta ocasión un presentimiento le sugirió cancelar su
aparición en un baile de beneficencia a celebrar en Bruselas. Su lugar fue
ocupado por Marcella Mariana, Miss Italia. El avión se estrelló a su regreso y
murieron sus ocupantes, incluyendo a la hermosa joven que había sustituido a la
actriz.
A fines de 1983, la prensa canadiense informó sobre el claro caso
de premonición que salvó la vida Matthew, un joven de 20 años. Su amiga Lisa,
de 17 años, sintió de repente la necesidad de sacarlo fuera de la cabaña donde
dormía, a pesar de ser media noche pasada. Dos horas más tarde se declaró un
incendio y la cabaña ardió rápidamente.
Cuando viajaba en su automóvil de los Angeles a san Francisco en
compañía de su esposa, en 1940, James Cagney oyó una voz que le pedía tomar las
cosas con calma, pues corría por la carretera a 85 km por hora. Era una
velocidad exagerada en aquellos tiempos. Soltó el pie del acelerador, creyendo
que su mujer le estaba hablando. Ella lo miró y dijo: “¿También tu lo oíste?”
el actor aceleró de nuevo, para ver que sucedía, pero regresó la misma vos, con
el mismo aviso. Cagney reconoció la voz de su padre. Unos Kilómetros más lejos
encontraron un enorme camión volcado, atravesado en la carretera. De haber
mantenido la velocidad, el auto hubiera chocado contra el camión.
Ray Linnen, de Wichita, Kansas, de 68 años de edad, escapo de
morir una docena de veces, por una afortunada casualidad. A la edad de 20
trabajaba en una refinería cuando su relevo llegó antes de la hora y le dijo
que podía irse a su casa. Minutos después se producía una explosión y el hombre
que llegó demasiado pronto a su trabajo murió. Linnen tenía 43 años cuando
trabajaba en un pozo de petróleo en el sur de Kansas. Pensaba detenerse a tomar
un helado camino de su casa, pero un presentimiento le hizo seguir adelante. El
tornado más violento conocido en todo Kansas surgió de repente y destruyó la
tienda de helados, matando a las siete personas que saboreaban, así como a
otras 73 que no se encontraban aún en su casa.
Durante su luna de miel, cuando acababa de cumplir 25 años, cruzó
un puente en Colorado, durante una tormenta. Se encontraba en el otro lado, a
salvo, cuando el puente de desplomó. Tres días después dejaron de funcionar los
frenos de su automóvil, en una carretera recta. Pudo detener el vehículo
dejando que perdiera velocidad. En 1970 organizó un vuelo chárter para un grupo
de excursionistas. Con ellos se ganó un asiento gratis, pero se entretuvo y
llegó tarde al aeropuerto. El avión había despegado. Se estrelló minutos más tarde,
pereciendo los 31 pasajeros y la tripulación. Poco tiempo después perdió otro
vuelo que resultó fatal. La aeronave se estrelló en las Rocosas. Se ignora que
fue de Ray a partir del último salvamento.
Los sueños
proféticos, han salvado muchas vidas
Si los presentimientos o premoniciones se toman a veces a la
ligera, no sucede lo mismo con los sueños anunciadores de calamidades. A veces
se siguen al pie de la letra y nadie se arrepiente de ello, pero puede suceder
que no atender al aviso signifique un serio disgusto para aquel que no creyó en
él. Fue lo que sucedió con un sueño relacionado con Julio César, que ha sido
ampliamente difundido por los libros que presentan todo género de hechos
insólitos.
Contaba el romano Tácito el sueño que tuvo una noche Calpurnia,
mujer de Julio César, la víspera de los Idus de Marzo. Vio derrumbarse el
tejado de su casa u abrirse y cerrarse estrepitosamente las puertas. Y de
repente, la mujer se encontró sosteniendo en su regazo el cuerpo cosido a puñaladas
de su esposo. La agitada mujer estaba segura de algo espantoso iba a suceder y
así se lo hizo saber al César, que se negó a escuchar tan sabio consejo y
acudió a su cita con el destino. ¿Estaba la mujer enterada de algo que se
tramaba y quiso avisar a su esposo de alguna forma que saliera de lo normal? En
cuanto a Tácito, nada inventó. No tenía por qué andar contando estas historias
para conseguir más lectores. Tenía fama de hombre serio.
El joven Antonio Rocchi que vivía en Roma, soñó una noche de abril
de 1973 que veía a su padre ahogarse en un lecho de fango cercano a su casa de
Isola Sacra. Se levantó de inmediato de la cama y corrió al canal. Encontró la
motocicleta de su padre hundida en el fango. Llamó a la policía, pero cuando
fueron a rescatar a Domenico Rocchi, estaba muerto.
La noche del 3 de octubre de 1781, el reverendo John Coleridge,
padre del poeta inglés Samuel Taylor Coleridge, soñó que se moría cuando
regresaba a Londres desde el puerto de Prymounth, adonde había conducido a su
hijo Francis para ingresar éste en un barco escuela. Al día siguiente volvió a
su casa y contó el extraño sueño. Fue a acostarse de buen humor, pero a media
noche le acometió un fuerte cólico. Su mujer le preparó una tisana, pero el
hombre no terminó de beberla. Dejó escapar un sordo lamento y murió.
En 1932 cuando dominaba Mussolini en Italia, Michelino Toia
abandonó su casa de Estados Unidos, donde vivía hacía 35 años, para vender en
Italia un terreno que acababa de heredar. Tres días más tarde, su hija Rosa se levantó
temprano, según era en ella costumbre, y al abrir la puerta de la cocina se
encontró con el espectáculo más horroroso de su vida: vio un ataúd de madera,
pintado de gris. Estaba abierto y dentro se encontraba su padre la joven pensó
en su padre, que en aquél momento navegaba rumbo a su tierra.
La misma noche soñó que su hermana le mostraba una carta
anunciando la muerte de Michelino Toia. La carta estaba fechada en Gezzeria, en
Calabria, donde había nacido el padre. Decía que había sido asesinado. La joven
despertó asustada. Contó su sueño al esposo cuando llegó de su trabajo y
convinieron en contarle todo a la madre. Todos lo tomaron en broma menos la
madre. Al cabo de un tiempo llegó una carta del cónsul norteamericano en Reggio
Calabria diciendo que Michelino había sido detenido por soldados fascistas que
lo acusaron de espía. Como el hombre protestara indignado, los soldados se
enfurecieron también. Terminaba diciendo el cónsul que Michelino Toia cayó
accidentalmente del segundo piso del edificio adonde había sido conducido y
murió en el acto. Como nadie pudo pagar el entierro, fue echado a la fosa
común. Lo lamentaba muchísimo.
Paul Linscott, de 31 años, soñó la noche del 5 de octubre de 1973
que una joven enfermera era golpeada y muerta. Fue a informar a la policía de
lo que vio en sueños, pero fue acusado entonces del asesinato de Karen Anne
Phillips, enfermera de 24 años muerta a golpes dos días antes. Paul Linscott
fue condenado a 40 años de prisión. Se reabrió el caso a los 3 años, gracias a la
intervención del abogado. El juez declaró que el caso era enteramente
circunstancial y que no podía condenarse a nadie por haber visto en sueños un
asesinato. ¿Soñó de verdad Paul el crimen o lo cometió en estado sonambúlico y
no recordaba haberlo cometido?
El 6 de diciembre de 1887, Frederick Lane acudió sobresaltado al
teatro Adelphi, en Londres, decidió tener una entrevista con la actriz Frances
Olive Haygate. Una vez ante ella le dijo que había visto en sueños como
asestaban una puñalada en el pecho al actor William Terriss. Como la actriz
creyera ebrio a Lane se rió de él y lo mismo hicieron las personas a quienes
relató su sueño. Todo el día anduvo el joven Lane preocupado. Cuando llego la
hora de comenzar la función, Terriss bajo a su carruaje para entrar en el
teatro. Un hombre surgió de las sombras, con expresión de loco empuñando un
puñal, y lo clavó en el pecho del actor.
El viernes anterior a la Navidad de 1981 un tendero de Miami
llamado Rafael González soñó que era asesinado por su antiguo empleado, Roberto
Álvarez. Contó el sueño a sus amistades.
El siguiente miércoles un cliente halló cerrada la puerta de la tienda y sangre
en el suelo. Acudió a la policía y halló a González muerto de un tiro.
Escucharon los agentes la historia del sueño y aunque no tenía demasiada fe en
el cuento, fueron en busca de Álvarez. El laboratorio identificó sus huellas:
estaban en la caja registradora. Álvarez se vio obligado a confesar su crimen.
La lista de sueños con el final trágico es larga
Los esposos James y Bertha Johnson desaparecieron en noviembre de
1950, en un bosque de Manitoba, Canadá, en medio de una intensa nevada. No se
supo más de ellos hasta junio del siguiente año, cuando el trampero de 75 años
Donald McLeod llegó a la comisaría de policía a contar algo sumamente extraño.
A pesar de no conocer a la pareja soñó con ellos y los vio en su canoa. Habían
sido muertos a tiros, explicó, y señaló a continuación el lugar donde sucedió
el crimen y donde podrían hallarse los cuerpos. El padre de Bertha y su amigo
Ted Larson dieron con la canoa y los cuerpos, a orillas de un lago, junto con
un rifle calibre 22. Solo quedaban de ellos los huesos. El resto había sido
devorado por las bestias salvajes. McLeod no supo decir nada sobre el asesino
de la pareja.
En el verano de 1912, Luis Torralba de Linares tuvo un sueño
fatídico en su hacienda de Santa Candelaria, unos 200 kilómetros al oeste de
Lampazo, pueblecito minero situado en el norte de México. Se encontraba en un
corral viendo a sus peones toreando. Entre los espectadores estaba su hija
Carmelita, de 16 años, sentada en la barda. El toro arremetió de improviso
contra la barda con tal violencia que la joven cayó dentro del corral y el toro
la mató de una cornada. Al despertar, don Luis preguntó por su hija. Su esposa
María lo miró, extrañada. ¿No recordaba que había ido a pasar unos días con sus
amigos los Fernández en Lampazo? El hacendado pidió su vehículo para ir en
busca de su hija. En el camino se encontró con un jinete que llegaba galopando,
terriblemente alterado. Informó al infortunado Torralba que su hija acababa de
ser muerta de un tiro en el pecho que le disparó un sujeto conocido como el chino,
quien andaba enamorado de ella. La mató de puro despecho, al verse rechazado en
su galanteo, y se suicidó después.
En octubre de 1965, Abe Rose, que tenía un negocio en Chicago,
aceptó como socio en su empresa a Harold Gold. Poco después soñó que su socio
le robaba una suma importante, lo cual sucedió antes de que transcurriera un
año. ¿Fue un sencillo presentimiento o Rose sintió desde el principio una
instintiva desconfianza hacia Gold? Por fortuna para él, no fue asesinado no en
sueños ni en realidad.
De acuerdo con los psiquiatras, el consciente suele verse
distraído por una serie de elementos psicológicos estáticos, como son el miedo,
la vanidad, los prejuicios, la excesiva concentración. Tales elementos pueden
interferir con la observación clara y el juicio sereno, pero durante el suelo
desaparecen y pueden formar el subconsciente opiniones más sensatas. Es decir,
que cualquier individuo puede saber entonces más de lo que creía saber. Un
individuo que había soñado que sufriría un ataque de parálisis, vino a sufrirlo
meses después. Lo que sucedió en realidad fue que en sueños tuvo un ataque sin
importancia, pero suficiente para poner sobre aviso al inconsciente.
Catástrofes vistas durante el sueño
Durante las
diez noches que procedieron al 25 de mayo de 1979, David Both, que vivía en
Cincinnati, tuvo el mismo sueño: un avión DC-10 de American Airlines se
desplomaba en un aeropuerto, muriendo todos sus tripulantes, más del centenar.
Hablo con las autoridades del aeropuerto, que turnaron el asunto a las oficinas
de Aviación Civil, en Atlanta. Both habló también con la gente de la empresa
American Airlines. No hicieron maldito caso. Días después ocurriría el
accidente, pero no en Cincinnati, sino en el aeropuerto de Chicago, situado en
escasa distancia.
A fines de 1972, Harold Michaels, administrador del Hospital
Alameda, cercano a San Francisco, California, soñó que no tardaría en
estrellarse un avión en la isla donde se encuentra el hospital. Comenzó a
prepararse para atender a las víctimas del siniestro. El 7 de febrero de 1973,
un jet de la armada cayó a cinco calles del hospital. Este se encontraba
preparado para llevar auxilio a los accidentados. No faltó material quirúrgico
de curación. Gracias al curioso sueño, no hubo que lamentar demasiadas víctimas.
La prensa Toton, en Idaho, se derrumbó el 5 de junio de 1976
causando una inundación y 11 muertos. La Dra. Lucille Wood-Trost realizó una
investigación sobre posibles premoniciones del desastre. Halló 18 casos, entre
los que destacaron los siguientes: una mujer de 25 años soñó tres noches
seguidas que sobrevenía la catástrofe. Describió el sueño a su esposo el día
antes del accidente. Una señora que vivía en el estado de Texas soñó, horas
antes, que visitaba a su hermano en Idaho que al pasar por el río Snake creció
el caudal de éste, tal como sucedería poco después. Casi todos los casos fueron
protagonizaron por mujeres. ¿Acaso sus
facultades clarividentes están más desarrolladas que en los hombres?
Jhon Arthur Taylor, que vivía en Stacksteads, en Lancashire, tuvo
un extraño sueño en la noche del 20 de octubre de 1965: sobre un fondo negro vio
escrito con letras de fuego la palabra “Aberfan”, que no tenía ningún
significado para él. El 13 del mismo mes, Alexander Venn, de Combe Martin, en
Devon tuvo un extraño presentimiento. Quiso concretar sus inquietudes en una
tela, porque le agradaba pintar, pero solo pudo pensar en carbón y en negrura,
y terminó dibujando un rostro atormentado en el centro de la tela ennegrecido.
Y Mónica McBean, quien vivía en Woking, en Surrey, se sintió indispuesta en la
mañana del 21. En cuanto cerraba los ojos veía una montaña que se movía y
terminaba por aplastar a unos niños.
En aquél preciso instante, una colina de residuos, en una mina
ubicada en Aberfan, en el país de Gales, se deslizó hacía abajo y sepultó una
escuela y una docena de casas. Perecieron en el accidente 144 vecinos del
pueblo, entre hombres, mujeres y niños. En especial niños. Un psiquiatra inglés
reunió 172 respuestas a las preguntas hechas por conductos de la prensa.
A veces, los sueños resultan positivos
No siempre se presentan los sueños adoptando tonos dramáticos. En
ciertas ocasiones han resuelto pequeños problemas que parecían no tener
solución. A fines del siglo XVIII, James Watts –a quien se conoce como inventor
de la primera máquina de vapor que abrió la puerta a la revolución industrial- había
recibido el encargo de fabricar un tipo de municiones para escopeta. El plomo
se alargaba y se cortaba en pedazos, lo cual convertía el proceso en una
operación demasiado cara. Durante una semana, el ingeniero escocés tuvo el
mismo sueño, todas las noches: caminaba bajo la lluvia, pero en lugar de caer
sobre él las gotas de agua recibía perdigones de plomo que se amontonaban a sus
pies. Hallo así la idea para fabricar los perdigones a más bajo precio. Dejaba
caer el plomo desde una altura considerable sobre un tanque de agua. El plomo
se dividía entonces en diminutas bolitas al entrar en contacto con el agua.
Por otra parte, diversos autores aficionados al espiritismo o a la
parapsicología han declarado que escribieron una obra de gracia a los sueños que
tuvieron. Fue lo que sucedió con harriet Beeher Stowe, cuya Cabaña del Tío Tom
resultó de una serie de visiones nocturnas. La novela del Dr. Jekyll y Mr. Hyde
vio también la luz de resultas de un sueño que tuvo Robert Louis Stevenson.
George Bernard Shaw creó su Juana de Arco gracias a la participación de la
propia santa, que supo cuidarlo por la noche. Decía este literato que se
consideraba a sí mismo un médium. Pero dado su gran sentido del humor, puede
pensarse que sólo estaba bromeando. Lo que sí puede afirmarse acerca de la
utilidad de los sueños, es que existe una gran verdad en la conseja popular de
“es bueno consultar con la almohada”.
Un niño que murió en un incendio en 1932, se presentó en sueños
ante su tío Henry Sims, de 72 años, en 1978, cuando dormía en su casa de
Hialeah Heights, Florida. El niño – que de seguir viviendo sería cincuentón
bien conservado- se dirigió al tío por su nombre, varias veces, hasta que el
anciano despertó. Llegó entonces a él un fuerte olor de humo. Se levantó gritando
y despertó a su hija y a sus cinco nietos y pudieron abandonar la casa a
tiempo.
El poeta Heinrich Josef von Collin murió en Viena en 1811 debiendo
120 florines a un amigo suyo de apellido Hartmann, con lo que le causó un grave
perjuicio. Una noche soñó este hombre que se le aparecía von Collin y le
sugería colocar dos florines al número once de la lotería. Hartmann ganó así la
cantidad exacta de 120 florines, que creía perdida para siempre.
Un día de diciembre de 1984, Mario Angelucci, de 67 años, hacía
obras en su casita de Florencia cuando halló una lagartija de dos colas que
tomo como un buen augurio. La misma noche soñó que unos soldados de la Roma
imperial pasaban cerca de su morada y le aconsejaban escarbar a 15 pasos detrás
de su casa. La mañana siguiente, Angelucci agarró una pala y se dirigió al
lugar indicado en el sueño. No tardó en encontrar un arcón lleno de viejas
monedas romanas, valoradas en 50.000 dólares. No regaló la lagartija de dos
colas al zoológico, sino que la conservó a su lado y la alimentó lo mejor que
pudo.
En noviembre de 1911, N. L. Freeman soñó que visitaba la ciudad
inglesa de Lincoln, viaje que llevaría a cabo en marzo del siguiente año.
Estuvo en la catedral y acudió a las carreras de caballos, a pesar de que jamás
había sentido interés por las apuestas. Preguntó a un señor si había comenzado
la carrera principal y supo así que había sido ganada por Outram. Al despertar,
comentó el sueño con unos amigos y se enteró de la existencia de un caballo de ese
nombre. El Lincoln Handicap tuvo lugar, en efecto, en la fecha soñada, marzo de
1912, y fue ganado por aquel caballo. Pero al Sr. Freeman se le olvidó apostar
por el ganador.
La policía descubrió el 15 de junio de 1988, un automóvil cerca de
un acantilado de 60m metros, en Nueva jersey, con el cuerpo sin vida de la
joven de 23 años Cheryl Gabriele. Se dictaminó suicidio, o tal vez accidente.
Días más tarde, la familia de Cheryl fue a pasar una temporada a Weeki Wachee
en la Florida. Una noche, el padre de la joven, Michael Gabriele, vio a su hija
que le sugería comprar un número de la lotería estatal. El hombre siguió el
consejo recibido en sueños y ganó diez millones de dólares.
En 1740, Thomas Shubrick era capitán de un mercante que hacía el
trayecto de Londres a Charleston, Carolina del Sur, y regresó. Habiendo zarpado
de este segundo puerto, se desató una fuerte tormenta. La misma noche, la esposa
de un amigo del capitán de apellido Wragg, soñó que veía al capitán Shubrick
flotanro en el océano aferrado a unas tablas. Se impresionó tanto con el sueño
que pidió a su esposo que abordase una embarcación para ir a salvarlo. El bote
regresó sin encontrar nada. Volvió a soñar la mujer y de nuevo pidió a su
esposo volverlo a intentar. Tampoco tuvo éxito. Hubo un tercer sueño y el
marido, cansado de tantos intentos fallidos, hizo oídos sordos a su mujer. Pero
tanto insistió ella que Wragg, que era un bendito, se animó finalmente a hacer
su último intento. Halló entonces algo que flotaba a la deriva. Era el capitán
Shubrick y un marinero, exhaustos, pero con energías suficientes para seguir
agarrados a unas tablas del barco destruido por la tempestad.
En 1963 zarpó
del puerto de Liverpool, rumbo a Nueva York, el City of Limerick. A la mitad de
la travesía se vio envuelto en una espantosa tormenta. Viajaba en aquel barco
cierto Mr. Wilmot, que compartía el camarote con un tal Mr. Tait. Una noche
soñó con su mujer. La vio abriendo la puerta del camarote. Se aproximó a él
después de mirar al otro pasajero y lo besó, después se fue. Al despertar, vio
ante el rostro escandalizado de Mr. Tait. No le agradó la visita que vino a
verlo la noche pasada. Y describió a la señora le preguntó a Wilmot si no había
tenido una extraña visión en la madrugada. Añadió que había visto un hombre
acostado en una litera, que no dejó de observarla, indignado.
Nace era de los detectives psíquicos
El creador de
esta curiosa modalidad para atrapar a los criminales fue un holandés de nombre Peter
Hurkos -en realidad, se llamaba van der Hurk-, nacido en Dordrecht, que en
junio de 1943 cayó desde un andamio cuando trabajaba como albañil en un campo
de prisioneros en la Holanda ocupada por los alemanes. Al recobrar el
conocimiento en el hospital de Zuidwal, miró a su vecino de cama y le censuro
por haber robado a su propia madre. El hombre miró asustado a Peter y abandonó
la cama y el lugar. Algo extraño había sucedido en el cerebro de Hurkos. Tal
vez interceptó el golpe desconocida de su mente, porque a partir de entonces
adquirió un extraño don para ayudar a la policía a hallar a las personas
extraviadas. Le bastaba con tener en sus manos un objeto cualquiera
perteneciente a quien se trataba de localizar. Descubrió así lo mismo niños que
se habían ahogado en los canales de Amsterdam que personas desaparecidas, que
habían sido en realidad asesinadas. Y finalmente fue solicitado por la policía
de Boston para que atrapara al famoso Estrangulador. En opinión de éste fracaso
en su intento, porque el hombre que señalo no era el que les gustaba a ellos,
pero en algo contribuyó la visita de Hurkos a Norteamérica: nació una pleyáde
de individuos, llamados a sí mismos psíquicos, que se ocuparían de aclarar todo
género de crímenes.
El uso de
psíquicos para descubrir el paradero de las personas extraviadas ha sido casi
siempre incierto, pero se conocen algunos casos en que su intervención resultó
todo un éxito. En abril de 1983 se celebraba en Bradenton, Florida, un congreso
sobre comunicaciones mental cuando la policía local solicitó su ayuda para
localizar a Myrtle Nason, de 56 años, que había desaparecido desde el sábado 6
del mismo mes.
Se ofreció
para colaborar con ella Beatrice Lydecken, experta en psicología animal que
afirmaba ser capaz de comunicarse con los animales. Se puso en trance y “vio” a
la mujer dirigirse a una charca rodeada de maleza, cerca de la cual había un
trailer. Beatrice acompañó a los policías hasta llegar al lugar visto por ella.
Encontraron en la espesura a Myrtle, inconsciente y deshidratada casi. Conducida
al hospital, logro salvar la vida.
El granjero
canadiense Angus Tuer, de 33 años, vecino del pueblo de Mitchel, en la
provincia de Ontario, desapareció misteriosamente el 9 de diciembre de 1973.
Después de buscarlo en vano durante mes y medio, la policía recurrió a la
señora Vera McNichol, vecina de Millbank, que tenía fama de clarividente.
Afirmo, tras una larga reflexión, que el hombre se había ahogado en un pozo. El
23 de enero siguiente, la policía buscó en un pozo propiedad del desaparecido.
Lo halló en el fondo, con un tiro en la cabeza y el cuerpo encadenado.
En St. Louis,
Missouri, vive una joven llamada Bevy Jaegger, cuyas facultades psíquicas la
condujeron a ayudar a la policía en la solución de diversos casos
criminales. Tal vez el primero fue el de
un niño de 6 años llamado Charles Hale, que no regreso a su casa la tarde del
miércoles 1° de diciembre de 1971. El padre de Bevy, que pertenecía al cuerpo
policíaco, la invito a sujetar una camisa del niño. La joven sintió inundarse
su cuerpo de sudor frío. Tuvo la visión de un caserón de tres pisos abandonado.
En el suelo, en un charco, vio un niño encogido, calzado un pie y el otro con
un calcetín marrón. Le pareció ver cerca un viejo camión y un terreno baldío.
Declaro que el niño había sido muerto por un hombre. Se entregó la camisa a
otro psíquico al servicio de la policía y su visión coincidió con la de Bevy.
Añadió que al lado del niño había una bicicleta. La policía inició la búsqueda
de edificios de tres pisos abandonados. Hallaron finalmente uno en donde había
una enorme reja con radios, que recordaba una rueda de bicicleta. Pero el niño
no estaba en el lugar. Fue a aparecer tres días más tarde en un edificio
cercano, faltándole un zapato. Acababa de morir.
En abril de
1983, Mary L. Concett, de 27 años de edad desapareció en una pequeña población
de Peoria, Illinois. La psíquica Greta Alexander declaró que el cuerpo sería
encontrado cerca de un muelle junto a un puente, no muy lejos de una Iglesia y
de un depósito de sal. Añadió que el cuerpo estaba decapitado. El esqueleto de
Mary fue a aparecer el 12 de noviembre y pudo ser identificado gracias a su
dentadura. La cabeza estaba a dos metros del cuerpo. Sin embargo, Greta nada
pudo decir en cuanto a la identidad del asesino.
Giulio Capparelli
era en 1975 profesor de matemáticas de la Universidad de Rieti, población
cercana a la capital de Italia. Tenía una linda esposa y tres hijos. Se suponía
que la mujer era feliz y, sin embargo, un día de verano se tiró desde un puente
al río Velino, no antes de dejar una nota de despedida. El cuerpo no apreció en los siguientes días.
Nada permitía pensar que hubiera cumplido su amenaza. Transcurrieron más de
tres meses y el profesor escribió a Gérad Croiset, que se había especializado
–al igual que Hurkos- en localizar personas desaparecidas. Mando la carta
acompañada de una fotografía de su mujer. Croiset contestó poco después,
diciendo que se había comunicado con el espíritu de la señora Capparelli. Al
caer al agua, explicó, el cuerpo se deslizó río abajo, sumergido, y quedo
aprisionado en el interior de una tubería. La policía descubrió la tubería
cerca de la empresa Montecatini. Dentro estaba el cuerpo de la mujer. Y así se
había suicidado. Tal vez se había cansado del aburrimiento de su esposo.
Tom Basinski,
policía de Chula Vista, suburbio de San Diego, en California, conoció en la
década de los ´80 a una mujer que afirmó estar en posición de aclarar un crimen
por medio de sus facultades psíquicas. Dijo la mujer que la víctima se había
llamado en vida Debra y que fue asesinada por un ciclista de baja estatura,
feo, lleno de tatuajes y con las uñas muy negras. Gracias a esta información,
no tardo en ser detenido el asesino.
El uso de
clarividentes para solucionar crímenes aparentemente sin solución ha ido en
aumento, lo mismo en Estados Unidos que en otros países del mundo.
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