LOS MISTERIOS DEL ALMA Y EL ESPIRITU

LOS MISTERIOS DEL ALMA Y EL ESPIRITU


¿Quiénes somos? De qué estamos formados? Qué es lo que esencialmente hace que seamos seres humanos? Desde el inicio de los tiempos, estos y muchos otros interrogantes han ocupado la mente de religiosos y filósofos, ansiosos de conocer los inagotables misterios que envuelven el destino del hombre y entre los cuales se encuentra, sin lugar a dudas, las preguntas.

Alma y espíritu son términos que, a primera vista, parecen ser sinónimos. Sin embargo, encierran distinciones que se extienden más allá de la simple sentencia que considera al hombre como un ser formado por "cuerpo y alma". Pero... qué es esto de cuerpo por un lado y alma, por el otro? Se trata de dos partes separadas o forman unidad inseparable? El cuerpo puede verse y al acabar su ciclo vital se descompone, pero... ¿y el alma? ¿Qué sucede con ella en el fatal instante de la muerte?.

En la Biblia, por ejemplo, ya se habla de una distinción entre carne, alma y espíritu, aunque sin precisar diferencias entre estos dos últimos. La antroposofía, por su parte, distingue en el hombre tres planos: físico, mental y emocional.

En general, desde el punto de vista de la tradición ocultista, puede afirmarse que disponemos de tres cuerpos o vehículos que corresponden a diferentes niveles y se integran, en este mundo, formando una unidad. De ellos, unos solo puede percibirse a través de los sentidos: el cuerpo físico, soporte de la materia. Los dos restantes son cuerpos sutiles: se trata del cuerpo espiritual y del cuerpo astral (mediador entre la parte física, y la parte espiritual superior). Estos cuerpos invisibles pertenecen a mundos asimismo invisibles, en los cuales continúa la existencia después de la muerte del cuerpo.

EL ALMA

Somos seres activos, dotados de movimiento, es decir que somos seres animados. Animado significa que tiene vida, que tiene alma: la palabra alma proviene precisamente del latín, anima, que quiere decir soplo, aliento. Si no fuera por el alma, pues, no viviríamos. Ya los filósofos griegos anteriores a Sócrates se asombraban del movimiento, para el cual no podían encontrar explicación. Ellos se preguntaban cómo lograba animarse la materia corporal, cuál era el principio desconocido que animaba los cuerpos.

Para estos interrogantes hubo respuestas diversas. El filósofo Pitágoras, por ejemplo, afirmaba que el alma humana era una partícula del mundo, una chispa del espíritu divino. Según sus enseñanzas, solamente el alma humana viene del cielo para regresar al él después de la muerte. Platón, por su parte, introdujo la idea de la inmortalidad del alma, que a partir de entonces comienza a estudiarse en profundidad. Este filósofo definió al alma como "el motor del cuerpo".

Será Aristóteles quien, posteriormente, desarrollará este concepto con mayor profundidad, considerando el alma como "el principio de la vida, lo que otorga vida al cuerpo".

Hacia el año 1200, Santo Tomás de Aquino adapta la filosofía griega de Aristóteles al pensamiento cristiano, diciendo que el alma es la sustancia del cuerpo humano y el primer principio de su vida. Afirma que el alma es individual (hay tantas almas como cueros humanos) y que el hombre es una sustancia formada exclusivamente formada por el cuerpo y el alma.

Si tomamos en cuenta la evolución de estos conceptos hasta nuestros días, podremos asegurar que el alma es el principio interno de la vida, la sustancia esencial que determina que un cuerpo viva, diferenciándolo de un cuerpo que está muerto. Hay tres aspectos del alma: el alma vegetativa, que pertenece a las plantas; el alma sensitiva, que pertenece a los animales y el alma racional o intelectiva, que es el alma propia del hombre y que comprende las otras dos funciones, vegetativa y sensitiva.

EL ESPIRITU

El concepto de espíritu no de es de fácil definición porque, en primer lugar, nos encontramos con una clara tendencia a confundirlo con el alma. Los estudiosos de este tema postulan la espiritualidad como una característica o cualidad propia del alma humana, de la cual estaría por supuesto exentas las almas de los animales y vegetales.

Así como la palabra alma encuentra su raíz en el latín, anima, el término espíritu se relaciona con los vocablos griegos Pneuma y Nous. Ambos son traducidos como "espíritu" por designar realidades que van más allá de lo vital y lo orgánico.

Alma y espíritu no son lo mismo, pero tampoco constituyen entidades separadas. Podrá decirse que el espíritu es la parte o actividad superior del alma, la sustancia inmaterial dotada de razón, conocimiento, inteligencia y afectividad. Desde su lugar, dirige y canaliza la energía proveniente de los impulsos. Es un principio superior a la materia y tiene participación en la vida divina.

LAS DIFERENCIAS

No resulta en absoluto sencillo determinar este tema con brevedad, pues mientras que, por su parte, alma y espíritu parecen diferenciarse con bastante claridad, por otra parte nos encontramos con que a la hora de definir al hombre, preferimos optar por la concepción dual de "cuerpo y alma".

Por empezar, no estamos hablando de "partes" distintas, sino de "aspectos" diferentes del ser humano. San Pablo perfila al alma como el principio de la vida "natural", es decir, de la vida en este mundo, mientras que define al espíritu por el hecho de participar de la condición de la vida divina.

Del mismo modo, Santo Tomás sostiene que el alma es el principio vital orgánico, aquello que simplemente- da vida al cuerpo, y el espíritu abarca las funciones correspondientes al entendimiento y la razón.

Para facilitar la comprensión del tema, comparemos al hombre con un carruaje. En éste, el carro representa el cuerpo físico; el caballo, el alma y el cochero el espíritu.

El carro (cuerpo físico) no puede moverse por sí mismo: es el caballo (cuerpo astral o alma) el encargado de darle vida y movimiento, pero el caballo no puede imprimirle un rumbo fijo, no puede darle la adecuada dirección. El encargado de esta actividad será, precisamente, el cochero (espíritu), quien comanda la dirección del carruaje y dirige su sentido.

La concepción que acabamos de exponer a través de este ejemplo ilustra claramente el pensamiento de las teorías ocultistas respecto a este tema.

Resumiendo, puede decirse que el hombre está formado por tres principios: uno que es el cuerpo físico; otro que anima y mueve todo: el alma, y un tercero que gobierna al ser entero: el espíritu. La diferencia esencial entre el alma y el espíritu estaría dada, pues, por la función que cumple cada uno de estos aspectos. El alma anima al cuerpo y otorga vida al organismo, mientras que el espíritu, se expresa mediante la inteligencia, dirigiendo y orientando nuestras acciones, permitiéndonos imprimirle un sentido superior a nuestra vida. El alma es el "yo" individual; el espíritu es el "ser inmortal".

EL INSTANTE DE LA MUERTE

Si el alma y el espíritu son sutiles e invisibles, y pertenecen a otros mundos o planos de existencias también sutiles e invisibles, entonces, qué sucede al morir el cuerpo físico?.

El movimiento que realiza el alma para desprenderse del cuerpo puede producirse de muy diversas maneras. Así, la muerte repentina de una persona relativamente joven, por ejemplo, será distinta de la muerte de un ser que ha llegado a la vejez con la tranquilidad de haber cumplido con su deber ya que en este último caso, la partida del alma se producirá en forma progresiva y serena.

Cuando se enferma gravemente un familiar o un amigo, nos preocupamos y angustiamos. Ante una enfermedad muy dolorosa nos desesperamos y no sabemos cómo actuar para aliviar los padecimientos del que sufre.

Sin embargo, desde el punto de vista espiritual, todos los dolores que se haya visto obligado a soportar el enfermo pueden resultar de incalculable valor en la otra existencia, sobre todo si fueron soportados con fortaleza y conciencia.

Es importante el cuidado del ambiente que rodea a un ser querido a punto de morir. Los gritos y lamentos ruidosos producen sobre el alma una penosa impresión. Las oraciones, en cambio, poseen un efecto muy benéfico. De cualquier modo, lo recomendable es mantener la calma y un silencio respetuoso a fin de facilitar al alma que está por irse el examen de su pasado, porque al atravesar el portal de la muerte aparecerá ante ella una suerte de reminiscencia panorámica de su vida pasada. Los actos de la existencia que acaba de terminar pasan ante el hombre como si se tratasen de una secuencia fílmica. El ser a punto de morir percibe estas secuencias de su vida sin emoción alguna: es sólo un observador objetivo y sereno.

Más adelante, cuando acceda a otros planos de existencia tendrá oportunidad de analizar sus acciones y juzgarlas.

La muerte no duele. La angustia y el dolor que la enfermedad u otros padecimientos hubiesen podido causar desaparecen cuando el alma comienza a acercarse a la dimensión superior que la espera.

EL NACIMIENTO EN EL PLANO ASTRAL

Tomemos el instante de la partida del espíritu, cuando el lazo entre el cuerpo físico y el espíritu acaba de ser cortado. Este es el momento conocido con el nombre de agonía, durante el cual un conjunto de seres inmateriales acompañan al alma en su partida. Porque la muerte terrestre es el nacimiento astral.

Los parientes espirituales aguardan en el mundo astral para recibir al alma que a ellos regresa después de su tránsito sobre la Tierra y lo hacen de la misma manera que los padres reciben al niño que acaba de nacer. Es que un nuevo "ciudadano" ha nacido para el mundo astral.

Dice la tradición iniciática que, al menos durante tres días, el espíritu, acompañado por su guía, puede visitar aquellos puntos de la Tierra que desee ver. Así mismo puede aparecerse a los seres queridos en sueños o de manera directa (como fantasma).

Después de la muerte, el hombre cambia de estado pero no de no de hogar. Tiempo y espacio desaparecen en el plano astral, es decir, que ya no es posible reconocerlos a la manera del plano físico.

En el plano astral, el alma recuerda conscientemente todas sus existencias anteriores. Pero, por sublime que sea un espíritu, cuando reencarna y desciende nuevamente al plano físico se olvida de todo lo ocurrido en el plano astral y queda sometido a las leyes terrestres a fin de continuar elaborando su karma.

LA CONFIGURACION DEL MUNDO CELESTE

1) El Plano Astral. El mundo en el cual estamos y al que pertenece nuestro cuerpo carnal es el Plano Físico. La región que le sigue al Plano Físico es el Plano Astral. Este es el lugar del cuerpo astral y se extiende unos 50 centímetros alrededor del cuerpo humano. En este plano se encuentra claramente distinguida el área de kamaloka, zona equivalente al purgatorio o parte del Plano Astral en la que el hombre, privado de su cuerpo físico, sufrirá las primeras transformaciones purificatorias. El mundo astral está densamente poblado. Allí moran legiones de elementales o espíritus de la Naturaleza, entidades humanas que están atravesando esa región, ya sea para encarnarse (nacimiento) o recién desencarnados (muertos).

Independientemente de lo que podríamos denominar la población normal del Plano Astral, podemos hallar, además, seres de paso, llevados a esta área por su trabajo. Se trata de iniciados de diversas jerarquías y logias, hombres que viven en un cuerpo físico y que han aprendido a despojarse a voluntad de su envoltura carnal para operar en el Astral. Hay débiles y fuertes, benéficos y malignos. Incluso, se puede tropezar aquí con simples psíquicos errando a la deriva, mientras su cuerpo material se halla en la Tierra, en trance. Estos últimos están efectuando lo que se conoce como viaje astral.

2) El Plano Mental. Más allá del Plano Astral se encuentra el Plano Mental, es decir, el plano al que corresponden la Inteligencia y el Pensamiento ya liberados de las ligaduras de la materia y los deseos. El pensador que alcanza este nivel posee un cuerpo mental y tiene plena conciencia de su pasado y de todo aquello que lo rodea. En este plano residen las almas de los Maestros y los Grandes Iniciados, que influyen de manera benéfica sobre ideas y pensamientos de la humanidad.

3) El Dechavan. Por fin, el espíritu, cada vez más sutil arriba a la región superior o Dechavan, que significa "morada luminosa" y equivale a lo que se conoce como "Cielo" cristiano. Este es un sitio de paz y felicidad indescriptible, donde el espíritu se dedica al reposo y la meditación. Es el sitio donde se elaboran las experiencias pasadas para transformarlas en las facultades y poderes con que el hombre volverá a la Tierra en su próxima encarnación. Pasado un tiempo es esta región, el espíritu comienza a emitir energías que, al exteriorizarse, obran progresivamente sobre las regiones inferiores con el fin de formar un nuevo cuerpo astral para el próximo nacimiento.

EL CAMINO DEL ALMA


El recorrido trazado por el alma en el mundo celeste sea diferente para cada uno de las personas. De la vida que cada ser humano haya llevado sobre la Tierra dependerá el transito que realice su alma por el más allá. De todos modos, y ya habiendo enumerado las regiones que componen los mundos invisibles, he aquí un mapa en el que se indica los puntos o etapas que el alma y el espíritu recorren a partir del instante de la muerte hasta efectuar su siguiente encarnación.


1) Transición


Finalizada la agonía, la envoltura corporal inicia su proceso de descomposición. El espíritu, por su parte, ingresa en un estado de confusión durante el cual no logra convencerse de que ha muerto, simplemente porque aún ve, oye, siente y piensa. La convicción de lo ocurrido le llega poco a poco, a medida que percibe que, no obstante ver a sus amigos y familiares, no puede comunicarse con ellos. A veces les habla, pero ellos parecen no oír o trata de tocarlos y tampoco lo consigue.


Por algún tiempo cree estar soñando, ya que algunas veces en sueños, sí logra comunicarse con estas personas. Paulatinamente, le resulta cada vez más difícil contactarse con el plano físico.


Al salir de este estado, el espíritu percibe que está vivo, pero con órganos y facultades nuevos. Y es que el hombre, e alguna manera, continúa viviendo, ya que su pensamiento, que proviene del espíritu, vive todavía.


2) Purificación


Una vez que el alma, después de la muerte física, ingresa en el astral, se encuentra en la primera región de ese mundo, llamada Kamaloka, que constituye la primera residencia temporal del hombre al abandonar el cuerpo físico. Este término significa literalmente "lugar o sitio del deseo" y es la región donde se realiza el proceso de purificación del espíritu recién desencarnado.


Un hombre que se haya espiritualmente no hará más que atravesar el Kamaloka sin detenerse en él. En cambio, aquellos que vivieron sumergidos en pasiones, con actitudes negativas o aferrados exclusivamente a lo material, despertarán en la región que les sea afín y tardarán.

El período de estancia en esta área no está fijado: algunos, tras un corto lapso, son directamente elevados; otros llegan a quedarse más tiempo. La duración de la estadía depende exclusivamente del grado de desarrollo que se haya alcanzado.


A su llegada la mundo de los espíritus, los hombres se encuentran con todos aquellos que en la tierra habían sido sus amigos. También maridos y mujeres, padres e hijos, hermanos y hermanas se vuelven a ver, pudiendo conversar entre sí. Pero, por tener las almas de cada uno distintos grados de elevación producto de la vida que cada uno llevó en el plano físico, aquellos que se han diferenciado mucho comienzan a separarse tras un tiempo. Esto implica que, si las evoluciones son marcadamente disímiles, pronto pueden llegar a no reconocerse. Sólo podrán continuar juntas las almas afines espiritualmente. La semejanza espiritual aproxima; las diferencias separan y alejan.


En este mundo, los seres son agrupados de acuerdo con su grado. Todos aquellos que poseen el mismo nivel conforman una suerte de clase social.


Cada nuevo espíritu que llega es conducido naturalmente hacia sus iguales.


Mientras dura la purificación, el hombre vive hacia atrás vuelve a recorre todos los acontecimientos del pasado, pero comenzando por aquellos que precedieron inmediatamente a su muerte. De esta manera, invirtiendo el orden de sus experiencias, se dirige paulatinamente hacia su niñez y su nacimiento. Por ejemplo, un hombre que muere a los cuarenta años y que a los veinte, en un arrebato de ira, hubiese causado dolor físico o mental a otra persona, volverá a pasar por otra experiencia cuando en su marcha regresiva retorne a sus veinte años. Sin embargo, en esta oportunidad no experimentará la misma sensación original, sino que sentirá el dolor que causó a la otra persona.


De acuerdo con Rudolf Steiner, esta etapa de purificación dura aproximadamente unos tres días.


3) Ascensión


En el mundo celeste, los seres más perfectos se ubican en el centro; los menos perfectos, a un distancia proporcional a la disminución de la perfección, así como la luz decrece desde el centro hacia la periferia. Los que se hallan en el centro, pues, está envueltos por una gran luz, mientras que los más lejanos de él se hallan sumergidos a una creciente oscuridad.


Una vez pasado el período de purificación, el alma comienza a ascender gradualmente hacia la luz. En esta etapa, el espíritu esta en condiciones de comprender toda su existencia completa en los diferentes planos y, además, realiza la estructuración de las nuevas vidas que habrá de tener en el mundo material, es decir que prefigura sus posteriores encarnaciones.


Se trata de un período de intensas vivencias espirituales que se extenderá hasta el momento de la nueva encarnación en el plano físico.


4) Búsqueda y reencarnación Una vez preparado para reencarnar, el espíritu vuelve a atraer un cuerpo astral y, mientras este se prepara, el hombre puede ver su propia reconstrucción. Pero, a partir de allí, cae en un estado de inconsciencia. Ese es el momento en que se produce la búsqueda de un cuerpo físico adecuado, afín de unirlo con el astral ya formado. La unión de ambos está dirigida por seres más adelantados, quienes guían el cuerpo hacia una pareja de padres apropiados para el nuevo camino a emprender. Una vez encontrados, el hombre se precipita nuevamente en el mundo físico. Al reingresar, surge ante él una visión panorámica de lo que se va a sobrevenir. Antes de nacer, verá todos los obstáculos que debe vencer en esta nueva vida si quiere adelantar en su evolución. Este será el punto de partida para saber que fuerzas deberá portar consigo para poder atravesarlos y purificar su karma. Pero al nacer, inmediatamente, lo olvidará.


CARACTERISTICAS DEL ESPIRITU EN EL MAS ALLA


Recién llegado al plano astral, el espíritu no alcanza a sentir grandes diferencias. Conserva el mismo rostro que poseía antes y su voz suena de igual modo. Por este motivo, le cuesta darse cuenta de que ya no está vivo. Esto ocurre porque aún permanece en su estado exterior: su interioridad no se ha abierto todavía. Este es el primer estado del hombre luego de expirar.


En una segunda etapa, sus facciones se van modificando de acuerdo con los sentimientos que se reflejan en ese plano, donde no existen el disimulo ni la hipocresía y, por tanto, cada uno se muestra como realmente es.


Este hombre-espíritu disfruta de todos los sentidos exteriores e interiores que poseía en el mundo: ve, comprende, habla, de la misma forma, incluso posee el gusto y el olfato y siente el tacto sin diferencia alguna. Posee inclinaciones y deseos; piensa, reflexiona y ama. La gran diferencia que existe entre la vida en el mundo espiritual y e mundo material radica en la claridad y precisión del primero.


Sin embargo, aún subsisten deseos que mantienen una cierta conexión entre el hombre y el mundo de los sentidos. Durante la vida, el hombre tiene diferentes tipos de deseos y, mientras tiene cuerpos para satisfacerlos mediante sus órganos, esos deseos son satisfechos. Pero con la desaparición del cuerpo, el hombre sólo continúa siendo poseedor de aquello que sea de naturaleza puramente espiritual. Existen deseos que no pueden ser gratificados después de la muerte. Si, por ejemplo el continúa ansiando comida después de muerto, ya no podrá satisfacerse, lo que lo hará sufrir intensamente.


Este sufrimiento podría compararse con el que podría sentir una persona sedienta en medio de un desierto en el que no pueda hallar una mísera gota de agua para calmar su necesidad.


Por consiguiente, la tarea del alma en estas condiciones consistirá en librarse de esa atracción hacia el mundo físico.


Los maestros del esoterismo coinciden en afirmar que el hombre puede gestar durante su vida en la Tierra este tipo de apetito, sin darse cuenta de que se está envolviendo en un fuego consumidor cuyas consecuencias deberá pagar después de su muerto.


Esa es la razón por la cual se considera de vital importancia el tratar de espiritualizar en vida todo el apego desmedido por el mundo de lo sentidos.


Por otra parte, cada uno de nosotros puede ayudar a sus muertos queridos, enviándoles pensamientos de amor y paz, a fin de que puedan purificarse y atravesar con mayor rapidez el Kamaloka para su progreso en el mundo espiritual.


OPINAN DIFERENTES RELIGIOSOS


El tema del alma, el espíritu y el tránsito al más allá ha sido objeto de estudio por parte de todas las religiones del mundo. Y hasta puede afirmarse que algunos aspectos existe una coincidencia más o menos exacta. En otros puntos, en cambio, las diferencias son bastante marcadas, aunque el telón de fondo de todas las creencias consiste en resaltar la supremacía del espíritu por sobre el cuerpo del hombre.


1) Religión Católica


Según el padre Santiago, de la Parroquia de la Santísima Trinidad, de Buenos Aires, la Iglesia Católica de que el hombre está compuesto por dos elementos fundamentales: un cuerpo físico y un alma espiritual e inmortal. Ambos elementos conforman una unidad; de ningún modo se trata de entidades separadas. El espíritu proviene de Dios y es, por lo tanto, una fuerza divina que anima el alma.


Con respecto a la vida después de la muerte, la religión católica promueve el desprendimiento de los bienes de este mundo, anunciando que el hombre se encuentra de paso en esta vida, por lo que la verdadera vida es -como anunciara Jesucristo- la vida espiritual a desarrollarse después de la muerte, en el Reino de los Cielos.


En esta concepción prevalece la idea de que -en el más allá- el justo será premiado y aquel que hiciere el mal, castigado; de modo que toda acción del hombre sobre la Tierra tendrá un correlato en el Cielo.


Para esta religión la estructura celeste se divide en tres partes: infierno, purgatorio y paraíso. En la primera de ellas se ubican las almas perversas que, por el grave mal que han hecho, no pueden esperar salvación alguna.


El purgatorio, por su parte, es el sitio de las almas que han cometido pecados veniales y necesitan de la adecuada purificación para acceder a zonas superiores. Por último, el paraíso alberga a las almas puras y perfectas cuyas virtudes elevadas le permiten alcanzar la luz y la paz eternas.


Hacia el final de los tiempos, llegará el día de la resurrección de los muertos y, tras el Juicio Final, las almas encontrarán su definido destino: o eternamente condenadas o eternamente a salvo, a la diestra del Señor Dios.


2) Religión Judeo-cristiana


La licenciada en Teología Silvia Zalts, afirma que según la concepción Judeo-cristiana el ser humano es un unidad compuesta por cuerpo y alma.


De la exégesis bíblica nos llega la idea de Ruah, del hebreo, "viento", "soplo" o "aliento" que Dios insufla al hombre al crearlo. Dios crea, pues, por medio de su espíritu.


Desde el Antiguo Testamento, la primera función del alma consiste en dar vida al cuerpo. Las tres funciones fundamentales son: respiración, movimiento y aire. El movimiento se relaciona con la vida vegetativa y con la sangre que circula. Por ello, el término para designar al alma es Ruah, que significa soplo vital, principio de la vida y cede de los sentimientos.


Ya en la Biblia, en el Libro del Génesis, se habla de una dualidad de cuerpo y alma, considerándose al alma como el principio de la vida sensible, es decir, de la vida asociada a nuestros sentidos. Cuando San Pablo, por influjo del pensamiento griego luego de sus viajes, habla de cuerpo, alma y espíritu, estaría cometiendo sólo una redundancia, pues estos dos últimos términos estarían indicando una misma cosa.


3) Religiones Brahmánicas o hinduismo


Uno de los Krishna dasa (es decir, uno de los llamados servidores del Señor Krishna) del Centro Bhaktivedanta (comunidad india que practica el Bhakti-yoga), explica que así como el Universo es el producto del pensamiento divino que sin cesar se organiza y vivifica, así el cuerpo humano es el producto del alma que los envuelve a través de la evolución planetaria. Del cuerpo, pues, se sirve el alma como instrumento de trabajo y progreso. Los primeros textos sagrados de la India fueron los antiquísimos Vedas. La palabra "Veda" proviene del sánscrito y quiere decir "sabiduría". Así, los Vedas se ocupan principalmente de la parte ritual de la religión. En cambio, los Upannishad, libros también sagrados de los indios, tratan temas filosóficos y, entre esos temas, el alma ocupa un lugar preponderante.


La palabra "alma" se traduce del término sánscrito atman y significa "respirar'. El atman es el Espíritu Universal, el Alma Cósmica o Mónada Divina, el Yo o primer principio de la constitución del hombre. El sentido de "hábito, aliento, soplo" se encuentra contenida en esta palabra. También se le llama Prana.


El alma es, por otra parte, el yo interior de cada ser humano, pero no es en esencial individual, porque el alma no es sólo el alma humana sino que se trata del Alma Universal. Esto no significa que sean dos entidades separadas, sino que ambas son lo mismo e idénticas.


Las especies animales no poseen más que un alma colectiva, pero el hombre es dueño de una alma individual, una conciencia, un yo, un destino exclusivo, garantía de su permanencia.


4) El espiritismo


La hermana Juana, una de las directoras espirituales de la Escuela Científica Basilio (culto espiritista), señaló, sobre el tema en cuestión, que para este culto no existe diferencia alguna entre Alma y Espíritu. El hombre tiene un espíritu inmortal, que es netamente nuestro Yo. Y sin bien tenemos muchas vidas terrenas, el espíritu es uno sólo. Según la Escuela C. Basilio, alma y espíritu son la misma cosa. Y la clave de la doctrina es reconocer que el espíritu es existencia. El espíritu no tiene idioma, habla a través del pensamiento y por eso los espíritus se comunican a través del lenguaje habitual del médium, que es el puente transmisor voluntario. Tampoco tiene forma determinada. Se encuentra compuesto por una parte que es la conciencia o luz, otra que es fluido o eternidad y la tercera que es la libertad que Dios otorga a cada espíritu, y que es el libre albedrío. Porque Dios no coarta la libertad a ninguno de sus hijos, ni castiga, sino que nosotros mismos debemos sufrir todo el mal que hayamos cometido.


Hay un plano astral, los espíritus bajos está rondando y buscan ansiosamente un foco de luz que los ayude o un objetivo para dañar. Este sería el caso de aquellas enfermedades que los médicos no logran curar, porque lo que está enfermo o ata cado es el espíritu. También se da el caso de almas que se apoyan en las personas y que las impulsan a la bebida, a la droga, o al cigarrillo.


De acuerdo con esta Escuela, nosotros hemos venido a la Tierra para encarnar a fin de reparar errores cometidos en otras vidas. Dios no permite que uno recuerde sus vidas pasadas, porque no podría desempeñarse en su nueva vida física manteniendo el recuerdo de atrocidades cometidas en otras encarnaciones. Venimos a cada nueva vida para mejorar, buscando para ello a nuestra parte espiritual con el fin de trabajar en su elevación. A medida que el hombre mejora su comportamiento, va cambiando su conciencia, lo que es fundamental, porque si el hombre no le da cabida a la misma puede perder su encarnación.


5) El judaísmo


Hemos consultado al Rabino Angel Kreimer, quien afirmó que, en principio, el hombre está compuesto por un cuerpo mortal y un alma inmortal.


En la historia de la Creación aparece "espíritu" o "aliento" de Dios. Se habla de "espíritu" que penetra el mundo y que Dios "derrama sobre toda carne" y de "espíritu de Santidad que obra en el alma humana".


En hebreo bíblico hay tres términos que designan a su vez tres dimensiones del alma: Nefesch, Rúaj y Neschamá, que constituyen gradaciones del alma en su relación con el mundo superior y el inferior. No son partes separadas del alma humana, que esencialmente es una, sino que están entremezcladas.


Así, Nefesch se refiere a los sucesos del cuerpo, provee al hombre de los sentimientos e impulsos que lo conectan con el mundo terrenal, mientras el Neschamá constituye el aliento de espiritualidad más elevada, es el puente que lo vincula a la Divinidad.


Los dos anteriores estarían conectadas por el Rúaj (soplo-aire), que es el órgano propio de la vida interior del alma.


Vale decir que cuando se habla de espíritu, aún aplicado al hombre, hay allí algo referente a la divinidad.


-según el judaísmo- nos estaríamos refiriendo más bien a lo que tiene que ver con la vida orgánica y material.

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