LOS VISITANTES MISTERIOSOS

Betty Cash, Vicie Landre y un pequeño nieto de esta última, de solo siete años, Colby Landrum, viajaban en auto de regreso a sus hogares en Dayton, cerca de Houston, Texas, en la noche del 29 de diciembre de 1980.

La noche de diciembre era fría y húmeda, y las dos mujeres de edad mediana habían encendido la calefacción del automóvil, que rodaba por una desértica ruta de Texas.  Era poco después de Navidad de 1980. Las mujeres y el chico de corta edad que las acompañaba habían viajado hasta un pueblo a unos 24 kilómetros de Houston para cenar allí; ahora mientras volvían a casa, el chico notó algo extraño en el cielo. Una luz deslumbrante brillaba por encima de los pinos.

A medida que se acercaba, la luz se perfiló como un reluciente objeto de la forma de un diamante. De su parte inferior salían llamas. En sus cincuenta y un año, Betty Cash, que conducía el auto, nunca había visto algo así.  Tampoco lo había hecho Vicki Landrum, de cincuenta y siete años, quien a- abrazo estrechamente a su nieto Colby, de siete, cuando el objeto disminuyo la marcha y luego se mantuvo suspendido sobre la ruta como preparándose para aterrizar.

Betty Cash detuvo el coche y los tres miraron mudos de asombro. La extraña nave continuó revoloteando a unos sesenta metros de distancia mientras emitía un sonido de tipo bipí bip.  Como la curiosidad superaba al temor, los tres bajaron del auto para ver mejor, aunque el chico, aterrorizado, pronto convenció a su abuela de que retornaran al vehículo.  Un intenso calor irradiaba del objeto, lo que obligó a Betty Cash a envolverse la mano en la chaqueta para tomar la manija candente de la puerta.

Los tres observaron el ovni que flotaba sobre el camino a unos 50 metros de distancia, manteniéndose suspendido a unos 7 metros del suelo. Salieron del auto para ver mejor ese objeto que iluminaba los árboles y los alrededores. 

Pasado un tiempo, la nave comenzó a elevarse y alejarse.  Mientras lo hacía, sucedió algo aún más extraño, un escuadrón de helicópteros -veinte en total, muchos de ellos máquinas grandes, de doble rotor, como los usados para cargas militares- hizo su aparición intentando, en medio de un gran estruendo, rodearlo. Cuando el objeto se alejó a gran velocidad, acompañado por el enjambre de helicópteros, las dos mujeres con el chico trataron de seguirlos con el coche. Desde un ángulo diferente, el buque fantasma se convirtió en un brillante cilindro oblongo de forma de cigarro. Luego se desvaneció, junto con los helicópteros, en la distancia. Betty Cash dejó a sus pasajeros en casa de estos y se dirigió a la suya.   Para entonces se estaba sintiendo enferma. En las horas siguientes, los tres testigos desarrollaron quemaduras como las del Sol, y tuvieron náuseas y diarrea.  Los síntomas de Betty Cash fueron los peores, presumiblemente por que se expuso más tiempo al radiante calor del objeto. Enferma y asustada, buscó ayuda médica y fue hospitalizada durante dos semanas con serias quemaduras. Pero pasaron varios días antes de que los médicos escucharan, de Colby, algo sobre el incidente que precedió a las lesiones del grupo.

Los investigadores estudiaron el caso durante varios años sin siquiera acercarse a la identificación de la terrible nave o rastrear por lo menos el origen de los más mundanos helicópteros.

Aunque otros testigos de la zona informaron que ellos también habían visto una luz deslumbrante y helicópteros de doble rotor esa noche, identificando a los más grandes a partir de fotografías como CH-47 Chinooks, todas las bases militares locales negaron haber tenido tales aviones en la región esa noche de diciembre.  El gobierno estadounidense negó ser propietario de la brillante aparición.


Betty Cash, Vickie Landrum y su nieto se quedaron tan solo con sus persistentes lesiones y un relato sin terminar.

Por su elusividad, el llamado incidente Cash-Landrum -tan sólo uno de los muchos semejantes registrados cada año- es típico entre los informes de misteriosos objetos luminosos que atraviesan el cielo y algunas veces aterrizan.  En efecto, el término mismo empleado para describir tales fenómenos: unidentifies flyng objects (UFO; en castellano, OVNIs, objetos voladores no identificados) -acuñado por un oficial de la fuerza aérea estadounidense en 1951- demuestra cuán poco se sabe de estas visiones.  

David Jacobs, experto norteamericano en este campo, define a un UFO como "el informe de un objeto extraordinario que se desplaza por el aire o ha aterrizado, o una experiencia relacionada con éste, que sigue siendo anómala después de un análisis científico aprobado".  Evidentemente, el término no equivale al popular "plato volador", aunque puede, en teoría, incluir naves espaciales piloteadas por criaturas ajenas.   Usando esta definición, que abarca un número impreciso de apariciones dispares, pocas personas disputarían la existencia de los ovnis.

Pero las discusiones surgen cuando los investigadores tratan de determinar con exactitud qué era exactamente un ovni en particular. En las raras ocasiones en que se cuenta con evidencia física - cuando el objeto ha sido recuperado, por ejemplo, demostrándose que era parte de un satélite en desintegración- el misterio puede considerarse solucionado. Pero la mayoría de los avistamientos de objetos voladores no identificados no arrojan claves tangibles; solamente queda el relato de los testigos oculares.

En tales casos entran en juego dos factores que complican el asunto. El primero es la confiabilidad del testigo. Aun cuando las afirmaciones de haber visto un OVNI sean consideradas creíbles, podría ser difícil o imposible demostrar con exactitud qué fue lo avistado. El acto objetivo, físico de ver puede ser muy diferente del acto subjetivo de interpretar lo visto.   El espectador se forma juicios incluso en el acto de observar; estos juicios se van alterando al pasar el tiempo a través del filtro distorsionante de la memoria.  La segunda complicación en los casos de ovnis es la parcialidad del investigador. Los escépticos y los creyentes entusiastas llegarán inevitablemente a conclusiones distintas sobre un caso ambiguo. Y en efecto, muchos casos de ovnis son ambiguos.

Aún así, una cantidad sorprendentemente grande de personas cree en los OVNIs. Y si se los presiona, muchos admitirán haberlos visto. Una encuesta Gallup de 1987 demostró que el 49% de los norteamericanos conscientes de los ovnis estaban convencidos de su existencia, un 30% pensaba que era imaginario, y un 21% no estaba seguro. Un estudio anterior indicó que un estadounidense adulto de cada 11 -o, haciendo la proyección, trece millones de personas- habían visto realmente un OVNI.

Los escépticos suelen a menudo retratar a menudo quienes creen en los ovnis como personas marginales y ocultistas incapaces de aceptar a la sociedad moderna. Pero las encuestas de muestran que quienes creen no están, en efecto, más interesados en lo oculto ni menos satisfechas con la vida que el resto de las personas.  La única característica que los testigos de OVNIs tienen en común, de acuerdo con un estudio, es que están más inclinados a aceptar la noción de vida extraterrestre.

Un número apreciable de gente visualiza a los ovnis exactamente como los vehículos retratados en la mayoría de los films y libros de ciencia ficción:  como naves espaciales que llevan seres extraterrestres de mundos tecnológicamente avanzados. Este es por supuesto, un concepto relativamente reciente que ha sido estimulado quizá por nuestro creciente conocimiento del espacio exterior, así como por las penetrantes imágenes de la literatura de ciencia ficción y las películas.

 Pero extrañas visiones aparecieron en los cielos mucho antes de que los vuelos espaciales y los vuelos tripulados de toda clase fueran posible. Y en cada siglo, tales visiones adquirieron identidades que dicen mucho sobre la visión del mundo de quienes la veían. en la antiguedad, por ejemplo, la gente discernía a mensajeros celestiales; en el siglo XIX, veían dirigibles. Hoy, los pasmados observadores miran hacia el cielo y ven a brillantes enviados de otros mundos.

Y, sin embargo, un tema común parece vincular tales visiones desde la historia primitiva hasta nuestros días.  Los seres humanos, atados a la Tierra por la gravedad, al observar el cielo infinito parecen haber sentido siempre que existe más de lo que puede verse en la superficie de la Tierra, que la vista podría tener más formas que las conocidas, que no estamos solos en la miríada de estrellas que brillan en el cosmos sin límites. El registro de misteriosas visiones aéreas se remonta al alba de la historia escrita. Sin embargo, visto a la luz de los conocimientos y teorías modernas, los relatos de tales incidentes están lejos de ser concluyentes.


Astras y Vimanas: Armas de Destrucción Masiva y Naves Voladoras de la Antigua India. 

La India posee una de las culturas más antiguas del mundo, y se cree que sus primeros asentamientos humanos datan de, al menos, hace 9.000 años desarrollándose, posteriormente, a lo largo de todo el Valle del Indo. De hecho, hacia los 3.000 años a. C. ya existían en la zona dos importantes ciudades: Harappa y Mohenjo-Daro.

Las historias más antiguas, dicen los investigadores de OVNIs -o ufólogos, como a menudo se los llama- nos llegan como leyenda.   Por ejemplo, un venerable relato chino habla de una lejana "tierra de carros voladores" habitada por individuos de un solo brazo y tres ojos, que volaban en carruajes alados de doradas ruedas. El Drona Parva, un texto sánscrito, describe combates aéreos entre dioses que piloteaban máquinas voladoras llamadas vimanas.


Durante las batallas, según una traducción, "fue dispara do un deslumbrante misil que poseía la radiación del fuego sin humo".

Tales relatos no se limitan al folklore oriental, sin embargo.  Algunos estudiosos de la historia de los ovnis aseguran que los relatos más impresionantes se encuentran en la Biblia llamada por un autor "el mayor libro existente sobre platos voladores.

Elías, por ejemplo, uno de los profetas del Antiguo Testamento, ascendió al cielo en un “carro de fuego" atrapado por un remolino. La visión de Jacob, registrada en el Génesis de ángeles subiendo por una escalera hasta el cielo también ha sido interpretada como un acontecimiento OVNI.  El libro de Exodo también suministra curiosas posibilidades de ovnis.  El relato de Moisés conduciendo a los israelitas fuera de Egipto y través de Sinaí hasta la Tierra Prometida, especifica:   "El Señor iba delante de ellos de día sobre una columna de nubes para conducirlos por el camino, y de noche sobre una columna de fuego para darles luz, de manera que pudieran viajar día y noche".  Según el estudioso de la Biblia y ministro presbiteriano Berry H. Downing, las llamadas columnas de nubes y fuego podrían haber sido un ovni cuyo escape también podría haber dividido al Mar Rojo. Los otros candidatos para naves espaciales de Downing incluyen a los ángeles que llevan mensajes de Dios y a la nube en la que Cristo ascendió al cielo.


Yo miré, un viento huracanado venía del norte y vi una gran nube con fuego fulgurante y resplandeciente a su alrededor; y, en su interior, como el destello de un relámpago en medio del fuego. 

En el centro se veía la figura de cuatro seres, cuyo aspecto era parecido al de una figura humana. Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas. Sus piernas eran rectas, y la planta de sus pies se parecía a una pezuña de buey. Relucían como el fulgor del bronce bruñido. Bajo sus alas había unas manos humanas por los cuatro costados; los cuatro tenían sus propias caras y alas. Sus alas se tocaban unas a otras; al andar no se volvían; cada uno marchaba de frente. Sus caras tenían la forma de un rostro humano, y los cuatro tenían caras de león a la derecha, los cuatro tenían cara de toro a la izquierda, y los cuatro tenían cara de águila. Sus alas estaban desplegadas hacia lo alto; dos alas se tocaban entre sí y otras dos les cubrían el cuerpo. Cada uno marchaba de frente; iban donde el espíritu les hacía ir; y no se volvían en su marcha.

La más vívida y elaborada de las posibles visiones bíblicas de ovnis proviene del profeta Ezequiel, sacerdote de un asentamiento judío durante la cautividad en Babilonia. Cuando el profeta tenía treinta años, alrededor del 593 a. C, tuvo una visión extraordinaria:   "Mientras miraba, he aquí que un que un viento de tormenta vino del norte, y se formó una gran nube que brillaba todo alrededor y lanzaba fuego hacia adelante en forma continua, en medio del fuego, como deslumbrante bronce.  Y del centro surgieron cuatro criaturas vivientes. Y esta era su aparición: su forma era como la de los hombres, pero cada una de ellas tenía cuatro caras, y cada una de ellas tenía cuatro alas".

La descripción de Ezequiel, con que se inicia el libro del Antiguo Testamento que lleva su nombre, continua con alguna extensión.  Las criaturas vivientes se desplazaban todas juntas y de ellas surgió "algo que parecía carbones encendidos, como antorchas que se movieron hacia adelante y hacia atrás".  Las criaturas mismas, parece, eran parte de una estructura mayor que comprendía cuatro juegos de deslumbrantes anillos, cada juego era una rueda dentro de otra rueda. Por encima de las figuras, Ezequiel vio una especie de cabeza de Dios encendida, "como deslumbrante metal, como llena de fuego" vestida de brillante luz.

Ezequiel interpretó una visión como "la semejanza de la gloria del Señor".   Pero algunos entusiastas de los ovnis la tomaron como la descripción de la llegada de una nave espacial extraterrestre.


Cuando el controvertido autor suizo Erich von Däniken -que ha sido acusado de todo, desde investigaciones chapuceras hasta fraude abierto- propuso la idea en su libro Chariots of the Gods (¿Carruajes de dioses?), publicado en 1968, estimuló la acción de por lo menos un lector.

Joseph F. Blumrich, ingeniero de la NASA, criticó la idea de Von Däniken sobre diseño de naves espaciales. Blumrich era australiano y había trabajado en el diseño de aviones y cohetes desde 1934.  Participó también en la construcción del enorme cohete de la NASA Saturno V, que llevó a los astronautas a la Luna. Si alguien sabía sobre diseño de aeronaves era él. Blumrich estaba convencido de que la rueda de Ezequiel se haría pedazos al ser rigurosamente examinada por un ingeniero de cohetes. Pero con gran sorpresa comprobó que la descripción podía adaptarse a un diseño práctico de un módulo de aterrizaje lanzado desde una nave madrina (en la visión del profeta, la brillante cabeza del dios). Blumrich trabajó detalladamente en el diseño y publicó sus conclusiones en 1973 en un libro titulado The Spaceships of Ezekiel (Las naves espaciales de Ezequiel).  "Pocas veces", escribió, "un fracaso total fue tan bien recomendado, tan fascinante y delicioso".  Según Blumrich, las cuatro "criaturas vivientes" podrían haber sido cuatro conjuntos de trenes de aterrizaje, cada uno con una rueda para maniobra en el suelo. Las "alas" habrían sido paletas de helicópteros para ubicarse en la posición final antes de tocar tierra, mientras que un motor de cohetes en el cuerpo cónico de la nave suministraba el impulso principal.  La idea de que Ezequiel vio una nave espacial no fue en modo alguno aceptada universalmente.  El astrónomo de la Universidad de Harvard, Donald H. Menzel, se opuso diciendo que Ezequiel había tenido una ilusión óptica, dándonos una "descripción" singularmente precisa, con un lenguaje simbólico y pintoresco", de un raro y complejo fenómeno meteorológico conocido como parfelio. Formado por la luz solar que se refracta a través de cristales de hielo, un parfelio completo puede consistir en los anillos concéntricos que rodean al Sol y son atravesados por rayos luminosos verticales y horizontales. Dos y hasta cuatro de estos pseudo soles pueden aparecer a ambos lados y encima y abajo del Sol real.  Finalmente, un arco invertido de luz puede formarse sobre el anillo externo. De acuerdo con Menzel, con un poco de imaginación el efecto es el de un enorme y deslumbrante carro que se mueve con el Sol.


Menzel ofreció también explicaciones naturales para otros supuestos avistamientos de ovnis de la Biblia.  Jacob tal vez no vio una escalera sino la aurora boreal, un despliegue de brillantes gases en la atmósfera superior.

Y el mar que se abrió para Moisés puede haber sido un vasto espejismo, una capa de aire caliente sobre el piso del desierto, semejante a un espejo. Tal espejismo, dice Menzel, parecía abrirse y luego volver a cerrarse sobre sí mismo a medida que pasa una persona.

Otros supuestos avistamientos en el pasado distante incluyen un espectacular acontecimiento sobre la ciudad alemana de Nuremberg en abril de 1561 cuando esferas y discos aparecieron en el cielo brindando un ballet aéreo.  Los residentes de Basilea, Suiza, fueron testigos de un despliegue similar cinco años más tarde.

De acuerdo con los relatos contemporáneos, el cielo fue súbitamente invadido por grandes esferas negras que volaban vertiginosas hacia el Sol o maniobraban entre ellas.  Después, tan rápida y misteriosamente como habían aparecido, se volvieron de color rojo intenso y desaparecieron. El gran astrónomo británico Edmond Halley, famoso por haber estudiado el cometa que lleva su nombre, también espió una serie de objetos aéreos inexplicados en marzo del año 1716.  Uno de ellos encendió el cielo durante más de dos horas y era tan brillante que Halley pudo leer un texto escrito junto a su luz. Según lo describió el astrónomo el brillo finalmente empezó a debilitarse y luego de súbito volvió a encenderse “como si se hubiera alimentado un fuego".

Estos tempranos relatos son sugerencias en el mejor de los casos; pero si describen ovnis verdaderos es cuestión de interpretación.  Ya es lo suficientemente difícil para los investigadores simplemente verificar la autenticidad de los documentos que contienen tales relatos. Inevitablemente, esto ha llevado a algunos entusiastas emprendedores a fabricar sus propios textos "antiguos". La historia falsa entonces se desparrama cuando un escritor la acepta como genuina usándola en su libro, que se convierte en fuente de otros.

En un estudio del gobierno estadounidense sobre objetos voladores no identificados publicado en 1969, el autor Samuel Rosenberg examina tres de estos casos espurios. El primero es una supuesta crónica hindú del llamado Libro de Dysan, la cual contiene un notable relato de lo que suena como un intento fallido de extraterrestres de colonizar la Tierra.

Según el relato, colonizadores extranjeros llegaron en una nave metálica que rodeó la Tierra varias veces antes de aterrizar para   establecer un asentamiento.  Desacuerdos en el grupo llevaron con el tiempo a una guerra civil, y una de las partes lanzó "una gran lanza brillante que se desplazaba en un rayo de luz" y, explotaba como una enorme bola de fuego en la ciudad enemiga.  El relato Dysan, que ha sido citado extensamente en una cantidad de libros pro-OVNIs, sería un destacado candidato para un aterrizaje de platillos volantes. Desafortunadamente, cuando Rosenberg rastreó la historia hasta su fuente, comprobó que había surgido en su totalidad de la imaginación de una ocultista del siglo XIX la célebre Helena Blavatsky, que la incluyó en su monumental tomo The Secret Doctrine, publicado en 1886.


El segundo caso de Rosenberg se refiere a un relato supuestamente traducido de un desgastado papiro que estaba entre las reliquias egipcias del Vaticano. Se dijo que provenía de la colección de un tal profesor Tulli y que había sido traducida por el príncipe de Rachelwitz.

Este antiguo texto enigmático ofrece pruebas concluyentes de un masivo avistamiento OVNI que tuvo lugar en el antiguo Egipto alrededor del 1480 aC, durante el reinado de Tutmosis III. "... Eran más numerosos que cualquier otra cosa. Ellos estaban brillando en el cielo más que el sol hasta los límites de los cuatro soportes del cielo [...] poderosa era la posición de los discos ardientes ... "

Habla de una flota de objetos voladores no identificados que descendió en Egipto 3500 años atrás, durante el reinado del faraón Thutmoses III.  Sin embargo, los intentos que hizo Rosenberg en 1968 de rastrear este papiro fueron infructuosos El Vaticano dijo no tenerlo registrado; Tulli había muerto y sus papeles estaban dispersos.

Además, el Vaticano informó que ni Tulli ni Rachelwitz eran expertos; el actual egiptólogo del Vaticano sugirió que Tulli había sido engañado por un papiro falso. Rosenberg afirma que una lectura atenta del relato UFO demuestra con certeza que data de tiempo recientes y deriva de la historia bíblica de Ezequiel.

Rosenberg obtuvo resultados similares al rastrear los orígenes de un supuesto avistamiento en Byland abbey, Yorkshire, Inglaterra. La historia, presentada al menos en seis libros sobre ovnis, describe la extraordinaria aparición en el año 1290 d. C de un ovni que bordeó por el aire la abadía mientras los monjes estaban sentados a la mesa cenando. Supuestamente, un cronista medieval contó que "cuando Henry, el abad, estaba a punto de decir la oración de gracias, John, uno de los hermanos, entro diciendo que había un gran portero afuera. ¡Entonces todos salieron y oh!  un gran objeto plateado y redondo como un disco voló lentamente por encima de sus cabezas, provocando grandísimo terror". Una vez más el incidente es un relato maravillosamente vívido pero que no soporta un examen detallado. Los escudriñamientos de Rosemberg destaparon los orígenes mucho más recientes del relato:  fue pergeñado por un par de traviesos escolares adolescentes que se las arreglan para difundir mediante una carta en el times londinense.

Rosemberg no descarta la posibilidad de que los ovnis visitaran la Tierra en fechas remotas, pero advierte que los relatos de Dysan, Tulli y Byland Abbey deben tomarse con cautela. "Mi conclusión: Todos los relatos de avistamientos de tipo ovni que nos ha llegado a través de los años son dudosos, hasta que se los verifique". Por supuesto, informes bien atestiguados de objetos aéreos extraños continuaron presentándose en la era científica e industrial. En el siglo pasado, tales avistamientos eran crecientemente bien documentados en periódicos y en la prensa científica.  En el Journal of Natural History and Philosophy and Chemistry, una publicación inglesa, por ejemplo, se encuentra la experiencia de un observador de Hatton Garden, Londres, en 1809. El caballero en cuestión quedó pasmado ante la visión de "muchos meteoros" precipitándose alrededor de una nube negra durante una tormenta.  "Era como deslumbrantes puntos de luz, bailando y saltando entre las nubes. Uno creció en tamaño hasta adquirir el brillo y la magnitud de Venus, en una tarde clara. pero no pudo ver a nadie en    medio de la luz, ya que se movía con enorme rapidez".

La oleada de aeronaves de 1896-1897, también referidas como dirigibles misteriosos o dirigibles fantasma, alude a la visión de una clase de objetos voladores no identificados reportados a partir de una serie de informes periodísticos originados en el oeste de Estados Unidos y que se extendieron hacia el este del país desde finales de 1896 hasta principios de 1897.

Tal vez las más notables observaciones hayan ocurrido en Estados Unidos, hacia fines del siglo XIX. Entre noviembre de 1886 y abril de 1897, el país fue sacudido por una serie de extraordinarios avistamientos que se iniciaron en el estado de California desparramándose luego hacia el Este.

La naturaleza en onda del fenómeno -comenzó con unas pocas observaciones, aumentó hasta alcanzar un pico, y luego eventualmente cedió- iba a convertirse en una característica regular de los avistamientos modernos de OVNIs.

Todo comenzó en la tormentosa tarde del 17 de noviembre de 1896 en Sacramento, capital de California, unos 80 kilómetros al noroeste de San Francisco.  Un conductor de tranvía llamado Charles Lusk estaba parado al frente de su casa observando el turbio cielo cuando para su inmensa sorpresa vio una brillante luz atravesando tal vez a unos 300 metros por sobre su cabeza.  Una forma tenue parecía moverse justamente detrás de ella. Otros, en el cercano edificio del capitolio, avistaron la "vagabundeante aparición", como la llamó un periódico y subieron a la cima de la rotonda para ver mejor. A lo largo de las dos semanas siguientes, los diarios de la costa oeste le sacaron todo el jugo posible al relato de la misteriosa máquina voladora. Dónde podría aparecer a continuación nadie lo sabía.  El 24 de noviembre los testigos informaron que estaba sobre San José, a unos 1200 kilómetros al norte de Tacoma, Washington. Al día siguiente fue avistada sobre Oakland y Los Angeles, 640 kilómetros al sur. Sin embargo, la prensa se mostró escéptica.  Un titular de Examiner de San Francisco desechó los avistamientos como "probablemente debidos al licor”, mientras que el diario rival, Chronicle sugirió cáusticamente que lo realmente avistado era el fantasma de Diógenes, la figura que según la leyenda griega recorría el mundo con una lámpara en la mano buscando a un hombre honesto.

La mayoría de la gente, sin embargo, pareció aceptar la realidad del enigmático vehículo, creyendo que se trataba de una aeronave lanzada por un inventor anónimo.  Y considerando las características de los tiempos esto pareció un supuesto bastante razonable.  Estados Unidos estaba experimentado el primer florecimiento de una gran era tecnológica, en la que todo parecía posible. La luz eléctrica, el teléfono, el fonógrafo, y otras invenciones recientes estaban transformando la vida norteamericana.

Aunque pasarían otros siete años hasta que los hermanos Wright volaran en Kitty Hawk, el surgimiento de aeronaves que llevaran pasajeros era ampliamente aceptado como inevitable. 

Un globo semejante a un dirigible (con una estructura rígida de acero e impulsada por un motor) había volado sobre París ya en 1852. El inventor norteamericano Salomón Andrews se elevó por los aires en una máquina similar cerca de la ciudad de Nueva York en 1865, y cuatro años más tarde en San Francisco, un inglés expatriado de nombre Fred Marriot piloteó un globo en forma de cigarro con dos alas y propulsores a vapor.

La brillante promesa de la tecnología también se reflejó en el nuevo género literario de la ciencia ficción, cuyo maestro, el francés Julio Verne, disfrutó de enorme popularidad en Estados Unidos. Su obra Robur el Conquistador, publicada en los Estados Unidos en 1887, trataba de una aeronave adosada a un globo llamada Albatros.

Un popular y prolífico escritor norteamericano llamado Luis Philip Senareus (su obra total se ha estimado en cuarenta millones de palabras) produjo tres relatos en la década de 1880 que giraban alrededor de aeronaves.
Otras ideas que prendieron en la imaginación popular incluían máquinas antigravedad y la posible existencia de una civilización avanzada en Marte, propuesta hecha nada menos que por Perciva Lowell, el principal astrónomo de la nación en ese entonces.  En suma, para 1896, la imaginación de los norteamericanos podía adaptarse cómodamente no sólo a las aeronaves, sino también a las naves espaciales, cruzando el vacío interplanetario.

En este clima de inventos y creatividad, la teoría de la aeronave desarrollada ese invierno de 1896 no parecía tan descabellada.  Después de un mes de figurar en primera plana, el tema de la aeronave empezó a dejarse de lado en la costa oeste. Pero la oleada estaba lejos de haber terminado. En febrero la máquina reapareció, esta vez en el oeste medio. Los primeros avistamientos se produjeron en las afueras de Nebraska, cerca de los pueblos de Hastings e Invale, donde los testigos describieron a la nave como teniendo una forma "cónica, tal vez entre nueve y doce metros de largo", con una brillante luz delante y otra seis más pequeñas en los costados, y un gran timón en forma de abanico. Los escépticos se rieron de los primeros relatos. considerándolos como fantasías de ebrios.  El periódico Bee de Omaha, sin embargo, tomó la historia seriamente, destacando que los avistamientos posteriores correspondían a gente honrada de la iglesia. A lo largo de los dos meses siguientes, el objeto fantasma apareció sobre otros pueblos y ciudades de Nebraska, y también en Iowa, Kansas, Arkansas, Texas y Tennessee. Esta epidemia de informes incluyó varios casos de famosos encuentros cara a cara con los ocupantes de la nave.

En Missouri, un hombre juro haber encontrado "una criatura de corta estatura y dos piernas", que usó la hipnosis para mantenerlo prisionero a bordo de la nave durante tres semanas.

El Post-Dispath de Saint Louis  encantó a sus lectores con el relato de W. H. Hopkins, quien  logró ver  una brillante nave metálica y su olímpica tripulación: "un hombre barbudo de nobles proporciones y majestuoso semblante" y una hermosa mujer desnuda ("vestida con la elegancia de la naturaleza", como lo puso discretamente el periódico) con dorada cabellera que llegaba a la cintura.

Los avistamientos disminuyeron hacia fines de abril.   Al acercarse a su finalización uno de los más extraños episodios de la historia norteamericana, la gente seguía tan desconcertada sobre su verdadera naturaleza como la había estado en un principio. Era evidente, sin embargo, que algunos disfrutaban de las historias de aeronaves considerándolas más como ficción que como realidad.

A pesar de la creciente sofisticación tecnológica de principio de siglo, los norteamericanos continuaban siendo personas sencillas en muchos sentidos. Estados Unidos era todavía, en medida considerable, una sociedad rural, fiel a sus raíces colonizadoras y con un sentido del humor muy campechano.  Los cuentos exagerados -contados con una cara muy serían- eran típicos del humor nacional y las historias descabelladas habían proliferado durante mucho tiempo, no sólo entre los vecinos que charlaban en las esquinas, sino también en las columnas de los periódicos de pueblos y ciudades. Tan tempranamente como en 1844, por ejemplo, el poeta y periodista Free-lance Edgar Allan Poe escribió para el Sun de Baltimore un relato detallado de un vuelo en globo a través del Atlántico, hazaña que no se cumplió realmente hasta 1978. De manera que, si algunas personas se engancharon en la locura de las aeronaves y distorsionaron los hechos, lo hacía simplemente como parte de una venerable tradición.

Pero las historias descabelladas y las farsas difícilmente podrían explicar un acontecimiento ocurrido en Rusia en la mañana del 30 de junio de 1908. Ese día algo enorme y aterrorizador surcó el cielo explotando en una región llamada Tunguska, en la remota Siberia.  

Un testigo informó que el cielo quedó dividido en dos por el tremendo fulgor.  Otro vio un objeto flameante y alargado seguido por una estela de polvo.  El cataclismo rompió vidrios de ventanas, sacudió el suelo y desató un fuerte viento en la desolada región, derribando árboles como si fueran fósforos e incendiando 1900 kilómetros cuadrados de bosques. Los científicos calcularon más tarde el poder de la explosión como equivalente al de una bomba nuclear de veinte megatones.
La explosión de Tunguska sigue siendo un misterio, dando lugar a una cantidad de explicaciones diferentes.   Entre las más imaginativas están las de colisiones con la antimateria o un agujero negro. Si la antimateria, que está hecha de partículas con cargas eléctricas anormalmente revertidas, se filtrara desde un universo alternativo del nuestro, explotaría espectacularmente al tomar contacto con la materia normal. De manera semejante, aun el más pequeño de los agujeros negros (fenómeno celestial invisible y ultradenso) haría un desastre si chocara con la Tierra.  Pero la existencia de agujeros negros minúsculos no ha sido demostrada; todos los que conocen los astrónomos son tan masivos que seguramente destruirían la Tierra. No sorprende que algunos, al estudiar la explosión, sugirieran que fue el resultado de un ovni desintegrándose en la atmósfera. Varios científicos soviéticos afirman haber encontrado en el suelo una radiactividad inusualmente alta, y sostienen que proviene del motor nuclear de la nave.  Sus cálculos de la trayectoria del objeto también los llevó a creer que el visitante desaceleró al entrar en la atmósfera.  Algunos ufólogos están convencidos, por lo tanto, de que los ocupantes de la nave espacial estrellada cambiaron deliberadamente el curso para evitar caer en una zona habitada.

El bólido de Tunguska fue una explosión aérea de muy alta potencia ocurrida en la meseta central siberiana, en las proximidades del río Tunguska Pedregoso, a las 7:17 del día 30 de junio de 1908.​​ El fenómeno de Tunguska alentó más de 30 hipótesis y teorías sobre lo ocurrido.

Sin embargo, otros científicos no encontraron evidencias ni de radiactividad ni da cambio de trayectoria. El peso de la evidencia señala ahora a una colisión entre la Tierra y un cometa, o tal vez un asteroide, como explicación del estallido de Tunguska.

Los cálculos muestran que el objeto, fuera lo que fuere, tenía probablemente noventa metros de diámetro, pesaba un millón de toneladas, y se precipitó a una velocidad de 110.000 kilómetros por hora hacia una muerte segura por la fricción de la atmósfera. Un año después del accidente en Tunguska, el mundo experimentó la segunda oleada importante de avistamientos de ovnis.     Esta vez, el alcance del fenómeno fue internacional, ya que llegaron noticias de él de Europa, América del Norte, Africa del Sur, Japón, Nueva Zelandia y otras partes del globo entre los años 1909 y 1913. Comenzó en el sudeste de Inglaterra, cuando algunos testigos dijeron haber visto un gran objeto oblongo poderosamente iluminado atravesando la noche sobre sus cabezas.

Entre los testimonios había por lo menos un encuentro con los ocupantes del misterioso avión. Un anciano galés, caminando un día por las montañas, se había topado con una enorme máquina en forma de cigarro estacionada en el suelo junto a dos tripulantes. Vestidos con ropas de cuero, los hombres "hablaban entre sí acaloradamente en una lengua extraña", según el sorprendido testigo, y luego se alejaron en su máquina cuando él se acercó. Las especulaciones se centraron en posibles vuelos secretos de los nuevos zepelines, un tipo de gran dirigible que -según se sabía- estaban desarrollando los alemanes. Avistamientos similares ocurrieron nuevamente en Inglaterra a comienzo de 1903, y también fueron atribuidos a los alemanes, que sólo 18 meses más tarde estarían en guerra con Gran Bretaña. Sin embargo, nunca se encontró documentación para demostrar la hipótesis del zepelin. Del otro lado del Atlántico, mientras tanto, los norteamericanos tenían sus propias experiencias con ovnis. En diciembre de 1909, en Worcester, Massachusetts, un policía que hacía su ronda poco antes del alba fue sorprendido por una fuerte luz que se desplazaba delante de él. A lo largo de los días siguientes, la misma luz -o algo semejante a ello- fue vista por residentes de otras dos poblaciones, y el 23 de diciembre apareció sobre Boston. Algunos individuos de vista aguda afirmaron en Nueva Inglaterra que una forma oscura, semejante a la de una aeronave, acompañaba a la luz.  Para deleite de los chicos. quienes supusieron que se trataba de Santa Claus, el ovni visitó Boston nuevamente en la víspera de Navidad, y luego reapareció al día siguiente más de 160 kilómetros al sudeste sobre New Haven, Connecticut.

Las sospechas se centraron en un fabricante de equipos de calefacción de Worcester, llamado Wallace E. Tillinghast.  A comienzos de diciembre éste había anunciado a la prensa que había construido un nuevo tipo de aeroplano y que había realizado con él por lo menos veinte vuelos experimentales, todos ellos de noche.

El temor de que alguien le robara la idea, dijo, le impidió mostrar su maravillosa máquina al público. Si sus afirmaciones hubieran sido verdaderas, tal invención podría explicar el misterioso visitante de Nueva Inglaterra, pero Tillinghast guardó silencio sobre su posible responsabilidad en los extraños acontecimientos.

Investigaciones posteriores indicaron que realmente podría haber construido una máquina voladora, pero si lo hizo, casi con certeza ésta nunca despegó. Todo el episodio sigue siendo   uno de los enigmas en la historia de avistamientos de ovnis.

Si las noticias de 1909 parecen una repetición de las de California, la siguiente serie de avistamientos semeja una visión de las futuras máquinas propulsadas a reacción. En febrero de 1913, ciudadanos tanto de Canadá como de Estados Unidos vieron un escuadrón de luces en movimiento que atravesaba el cielo nocturno desde Saskatchewan, pasando por Minnessota, Michigan, Nueva York y Nueva Inglaterra, alejándose luego hacia el Atlántico. Un sonido semejante al de un trueno lejano acompañaba a las luces, que parecían volar en formaciones precisas. Los científicos que estudiaron estos avistamientos formularon la hipótesis de que los observadores habían visto un grupo de meteoros cayendo a través de la atmósfera.  Pero más tarde, los partidarios de los ovnis sostuvieron que las extrañas luces podrían haber correspondido a naves espaciales interestelares, ya que los meteoros generalmente no vuelan en formación. El caso sigue sin resolverse. Otro acontecimiento de esta era tuvo lugar frente a lo que pudo haber sido la mayor multitud que alguna vez haya observado un ovni, si en realidad se trató de eso.  En 1917, en la lluviosa tarde del 13 de octubre, una multitud de 50.000 personas en Fátima, Portugal, observó sorprendida como las nubes se separaban revelando un enorme disco plateado que giraba y bailaba en el cielo. El objeto irradiaba calor, y algunos de los testigos afirmaron que su ropa empapada por la lluvia se había secado en minutos al ser alcanzadas por esa radiación. Después de descender hacia la Tierra, el disco volvió a elevarse en el cielo desapareciendo hacia el Sol.   Este extraordinario espectáculo cumplió la profecía de tres niños campesinos que afirmaban haber hablado con la Virgen María.  Ella les dijo, contaron, que el 13 de octubre se revelarían, "de manera que todo el mundo tuviera que creer".  La Iglesia Católica lo declaró un milagro, pero los ufólogos señalaron las impactantes similitudes entre este acontecimiento y las descripciones de supuestos ovnis.

Tales informes fueron esporádicos en el cuarto de siglo que siguió a los acontecimientos de Fátima. Para la década de 1940, Europa, Asia y América del Norte estaban atrapadas en la Segunda Guerra Mundial, conflicto que -en mayor medida que cualquier guerra anterior- impulsó el avance tecnológico.  De la Segunda Guerra Mundial emergieron el radar, los jets, los cohetes supersónicos, y el poder apocalíptico de la bomba atómica. todos ellos fueron desarrollados en secreto. No sorprende entonces que, cuando se veía algo extraño en el cielo, el testigo lo atribuyera a alguna nueva arma del arsenal enemigo.

Esta fue exactamente la respuesta dada por los comandantes norteamericanos a los desconcertantes informes de pilotos de la Fuerza Aérea en el otoño de 1944. Los avistamientos comenzaron sobre el río Rhin: fantasmales bolas luminosas, dijeron los pilotos, aparecían como de la nada y perseguían a sus aviones.
El nombre "foo fighter" se deriva a partir de una mala pronunciación de "feu" (fuego en francés), unido a "fighter" (caza en inglés), queriendo significar caza de fuego. ... Los defensores de la hipótesis extraterrestre han sugerido que los foo fighters son pruebas de extraterrestres que visitan la Tierra. 

Los acechantes discos, algunos rojos, otros anaranjados o blanco, parecían estar jugando con el avión, lanzándose en picada o atravesando como flechas el cielo en una danza de locas maniobras, en ocasiones encendiéndose y apagándose como las luces de un árbol de Navidad.  Hasta 10 de ellos podían llegar a perseguir a un avión. Los aviadores le llamaban "cazas fu", nombre derivado de una frase de la popular revista de tiras cómicas Smokey Stover:  "donde hay fu, hay fuego".  (El autor de la historieta aparentemente se inspiró en el término francés fue, que significa fuego).   Para entonces, los alemanes llevaban a cabo su última y desesperada defensa, y los extraños cazas fu -o "bolas kraut", como también se las conocía- parecían encajar dentro del supuesto avance de la tecnología alemana.   Pero la noción de que esa bola de fuego podía ser armas secretas pronto se desvaneció, ya que ninguna dañó jamás a un avión aliado. Además, como pudieron comprobar los norteamericanos después de la guerra, también los pilotos alemanes las habían visto, y supusieron que se trataba de armas secretas aliadas.

Las tripulaciones de bombarderos que volaban sobre el Pacífico y los pilotos que pelearon en las guerras de Corea y Vietnam también informaron haber visto fenómenos del tipo fu, llevando a algunos ufólogos a sugerir que los brillantes objetos eran extraterrestres que habían venido a espiar las operaciones militares de la Tierra.  Los escépticos, por otra parte, suministraron explicaciones más propias de este mundo, como la electricidad estática, relámpagos esféricos o los reflejos de cristales de hielo formado en imperfecciones del vidrio de la cabina. el misterio aún debe resolverse.

Con el tiempo se informó sobre más de mil avistamientos a lo largo de 7 meses en Suecia solamente; noticias similares llegaron de lugares tan lejanos como Portugal, el norte de Africa, Italia, Grecia e India.   En el norte de Europa, las sospechas se centraron de inmediato en los soviéticos, que sólo un año antes se habían apoderado de la base alemana de cohetes V-2, que aterrorizó a Londres y otras ciudades aliadas en el último año de la guerra, era una terrible arma supersónica; en esencia, el primer misil balístico. ¿Era posible que los rusos hubieran desarrollado algo similar y estuvieran probándolo sobre el Báltico?  el Kremlin negó que este fuera el caso, pero tal posibilidad puso a los funcionarios de Suecia, Noruega y Dinamarca lo suficientemente nerviosos como para imponer la censura de noticias de todos los avistamientos de OVNIs.

Las fuerzas militares suecas se pusieron en alerta, y Estados Unidos envió al general de la Fuerza Aérea retirado Jimmy Dootittle para que ayudara en la investigación.

Por último, el ministro de defensa sueco determinó que el 80% de los avistamientos podían explicarse como aviones convencionales o acontecimientos naturales como meteoros, estrellas, planetas y nubes.  Aún así, por lo menos 200 de los informes, dijeron los suecos, "no pueden ser fenómenos de la naturaleza o producto de la imaginación".

Esta no sería la última vez que los investigadores llegarían a una "atormentadora falta de conclusiones", según la feliz frase usada por el gobierno estadounidense 20 años más tarde en un estudio sobre el misterio de los objetos voladores no identificados.  Al mismo tiempo, los avances científicos resultantes de la Segunda Guerra Mundial hicieron que la idea de los visitantes extraterrestres, algunas veces fantasía de escritores de ciencia ficción, parecieran más realista. Como pronto comprobarían los investigadores, los cazas fu y los cohetes fantasmas eran sólo el comienzo.

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