EN LO INVISIBLE (2 de 2)

EN LO INVISIBLE (2 de 2)

ÍNDICE

4º Espiritismo y la Mujer
5º Comunicación espiritual
6º Apariciones de espíritus
Espiritismo y la Mujer

Tanto en uno como en otro sexo, se encuentran excelentes médium; sin embargo, las más bellas facultades psíquicas, parecen ser privilegio de la mujer. De aquí, la gran tarea que le incumbe en la difusión del nuevo espiritualismo.

A pesar de las imperfecciones inherentes a todo ser humano, la mujer, para el que la estudia imparcialmente, no puede menos de ser un motivo de asombro y a veces de admiración. No es solamente en su rostro donde se realizan en la naturaleza y en el arte los tipos de la belleza, de la piedad, de la caridad, sino que en lo relacionado con los poderes íntimos de la intuición y de la adivinación, ha sido siempre superior al hombre. Entre las hijas de Eva, fue donde la antigüedad encontró sus célebres videntes y sibilas. Estos poderes maravillosos, estos dones de lo alto, la Iglesia creyó deber denigrarlos y suprimirlos en la edad media, valiéndose de los procesos de brujería. Hoy vuelven a encontrar su aplicación, porque es especialmente por medio de la mujer que se afirma la comunión con la vida invisible.

Nuevamente vuelve la mujer a revelarse en su misión sublime de mediador. Mediador es en toda la naturaleza. De ella viene la vida, ella es su fuente misma, el regenerador de la raza humana que no subsiste ni se renueva, sino por su amor y sus tiernos cuidados. Y este cargo, preponderante, que desempeña en el dominio de la vida, lo cumple también en el dominio de la muerte; pero sabemos que la vida y la muerte son una, esto es, las dos formas alternantes, los dos aspectos continuos de la existencia.

Mediador, la mujer lo es también en el dominio de las creencias. Siempre ha servido de intermediario entre la fe nueva que avanza y la fe antigua que decae y se empobrece. Tal fue su misión en el pasado, en los primeros tiempos del cristianismo, tal es su misión en el presente.
El catolicismo, que tanto debía a la mujer, no ha sabido comprenderla. Sus monjes, sus sacerdotes, viviendo en el celibato, lejos de la familia, no podían apreciar el encanto y la energía de este ser delicado, al cual consideraban más bien como un peligro.

La antigüedad pagana tuvo esta superioridad sobre nosotros; ella conoció y cultivo el alma femenina. Sus facultades florecían libremente en los misterios. Sacerdotisa en los tiempos védicos, en el altar doméstico, tomando parte íntima, en Egipto, en Grecia, en la Galia, en las ceremonias del culto, en todas partes, la mujer era el objeto de una iniciación, de una enseñanza especial, que hacían de ella un ser casi divino, el hada protectora, el genio del hogar, la guardería de las cargo de la mujer, personificando en ella.

A esta comprensión del cargo de la mujer, personificando en ella a la naturaleza, con sus intuiciones profundas, sus sensaciones sutiles, sus adivinaciones misteriosas, fue debida la hermosura, la fuerza la grandeza épica de las razas griega y céltica.

Porque tal como sea la mujer, así será el niño, así será el hombre. La mujer es, quien desde la cuna, forma el alma de las generaciones. Ella fue la que hizo aquellos héroes, aquellos poetas, aquellos artistas cuyas acciones, cuyas obras irradian a través de los siglos. Hasta los siete años, el niño permanecía en el gineceo bajo la dirección de la madre. Y sabido es lo que fueron las madres griegas, romanas, galas. Más para cumplir la sagrada tarea de la educación, era necesaria la iniciación al gran misterio de la vida y del destino, el conocimiento de la ley de las preexistencias y de las reencarnaciones, porque esta ley, y solamente esta ley, da a la venida del ser que va a florecer bajo el ala maternal, un sentido tan conmovedor y tan bello.
Esta influencia bienhechora de la mujer iniciada que irradiaba sobre el mundo antiguo, como una suave claridad, fue destruida por la leyenda bíblica de la caída original.

Según las Escrituras, la mujer es responsable de la caída del hombre; ella pierde a Adán y, con el a todo la humanidad; ella traiciona. A Sansón. Un pasaje del Eclesiastés la declara una cosa más amarga que la muerte. El matrimonio mismo parece un mal: Que los que tengan esposa sean como si no las tuvieran, exclama Pablo.

Sobre este punto, como sobre tantos otros, la tradición y el espíritu judaicos, han predominado en la Iglesia sobre las miras de Cristo, que fue siempre benévolo, compasivo, afectuoso para con la mujer. En todas las circunstancias la cubre con su protección; le dirige sus más conmovedoras parábolas. Siempre le tiende la mano, aún cuando esté mancillada, aún cuando esté caída. Por esto, las mujeres, agradecidas, le forman una especie de séquito; muchas le acompañan hasta a la muerte.

Por espacio de largos siglos, la mujer ha sido relegada al segundo término, rebajada, excluida del sacerdocio. Por una educación pueril, mezquina, supersticiosa, se la ha rodeado de trabas, se han comprimido sus más bellas aptitudes, obscurecido y sofocado su genio.

La situación de la mujer en nuestra civilización es difícil, dolorosa a veces. Las leyes y los usos no siempre favorecen a la mujer, la rodean mil acechanzas, y si desfallece, si sucumbe, raras veces se le tiende una mano piadosa. La relajación de las costumbres ha hecho de la mujer la víctima del siglo. La miseria, las lagrimas, la prostitución, el suicidio, tal es la suerte de un gran número de pobres criaturas en nuestras sociedades opulentas.

Actualmente se produce una reacción. Bajo el nombre de feminismo, se acentúa un movimiento, legítimo en su principio, exagerado en su objeto, pues a la par de justas reivindicaciones, afirma miras que harían de la mujer, no ya una mujer, sino una copia, una parodia del hombre. El movimiento feminista desconoce el verdadero oficio de la mujer y tiende a rechazarla lejos de su vía normal y natural. El hombre y la mujer han nacido para des empeñar deberes distintos, pero complementarios bajo el punto de vista de la acción social, son aquí valientes é inseparables.

El espiritualismo moderno, con sus practicas y sus doctrinas, todas de ideal, de amor, de equidad juzga de otra manera la cuestión y la resuelve sin esfuerzo y sin ruido. Devuelve a la mujer su verdadero lugar en la familia y en la obra social, mostrándole el sublime cargo que le corresponde en educación y en el adelanto de la humanidad. Hace más aún. Por el espiritualismo vuelve ella a ser e mediador predestinado, el lazo de unión entre las sociedades de la tierra y las del espacio.

La gran sensibilidad de la mujer hace de ella e médium por excelencia, capaz de expresar, de traducir, los pensamientos, las emociones los padecimientos de las almas, las divinas enseñanzas de los espíritus celestes. En la aplicación de sus facultades encuentra goces profundos, una fuente viva de consuelos. La parte religiosa del Espiritismo la atrae y satisface las aspiraciones de su corazón, su necesidad de ternura que se extiende más allá de la tumba sobre los seres desaparecidos. El escollo para ella, lo mismo que para el hombre, es el orgullo de los poderes adquiridos, es la excesiva susceptibilidad. Los celos, al suscitar rivalidades entre los médium, son a menudo una causa de desagregación en los grupos.

De ahí la necesidad de desenvolver en la mujer, al mismo tiempo que sus poderes intuitivos, sus admirables cualidades morales, el olvido de sí misma el goce del sacrificio, y en una palabra, el sentimiento de los deberes y de las responsabilidades unidas a su misión mediadora.

El materialismo, al no considerar en nosotros más que el organismo físico, hace de la mujer un ser inferior por su debilidad y la arrastra hacia el sensualismo. Por él, esta flor de poesía se doblega bajo el peso de las influencias degradantes, se deprime y se envilece. Privada de su cargo mediador de su pura aureola, esclava de los sentidos, ya no es más que un ser instintivo, impulsivo, apropiado para las sugestiones del amor malsano. El respeto mutuo, las fuertes virtudes domésticas desaparecen; la discordia, el adulterio, penetran en el hogar, la familia se disuelve, la felicidad se desvanece. Una joven generación escéptica, desilusionada, surge del seno de una sociedad decadente.

Pero con el espiritualismo, la mujer levanta de nuevo su frente inspirada. Se asocia estrechamente a la obra de armonía social, al movimiento general de las ideas. El cuerpo no es más que una forma prestada, la esencia de la vida es el espíritu, y bajo este respeto, el hombre y la mujer son iguales. De esta manera, el espiritualismo moderno vuelve a las ideas de nuestro Padre, los Celtas, establecen la igualdad de los sexos sobre la identidad de la naturaleza psíquica y el carácter imperecedero del ser humano. Les señala un puesto igual en los grupos de estudios.
Por el espiritualismo, la mujer se desprende del abismo de los sentidos y se remonta hacia la vida superior. Una luz más pura ilumina su alma, su corazón es un foco de tiernos sentimientos y de nobles pasiones. Recobra en el hogar su misión toda de gracia, de piedad, de abnegación, su grande y divino cargo de madre, de hermana, de educadora, de tierna consejera.

Desde entonces termina la lucha entre los dos sexos. Las dos mitades de la humanidad se unen, se equilibran en el amor para cooperar, reunidas, al plan providencial, a las obras de la inteligencia divina.

La comunicación espiritual

Sabemos que todo vibra é irradia en el universo, porque todo es vida, fuerza, luz. La naturaleza, en sus menores átomos, esta penetrada de una energía infinita, manantial de todos los fenómenos. Así también, cada espíritu libre o encarnado, tiene, según su estado de adelanto y de pureza, una radiación cada vez más intensa, más rápida, más luminosa.

La ley de las atracciones y de las correspondencias rige todas las cosas; las vibraciones, al atraer vibraciones similares, aproximan y unen los corazones, las almas, los pensamientos.

Nuestras codicias, nuestros malos deseos, crean en torno nuestro una atmósfera fluídica malsana, favorable a la acción de las influencias del mismo orden, mientras que las aspiraciones elevadas atraen las vibraciones poderosas, las radiaciones de las esferas superiores.

Tal es el principio de la evolución; el ser, posee la facultad de acumularse las fuerzas misteriosas de la naturaleza para elevarse con su auxilio y remontarse, de grado en grado, hacia la causa de las causas, hacia la fuente inagotable origen de toda vida.

La escala ascensional comprende planos sucesivos y superpuestos; en cada uno de ellos los seres están dotados del mismo estado vibratorio; de medios de percepción análogos que les permiten reconocerse unos a otros, en tanto que continúan invisibles, y aún muchas veces incognoscibles para ellos, los seres de los planos superiores, a consecuencia de su estado vibratorio más rápido y de sus condiciones de vida más sutiles y más perfectas.

Esto es lo que sucede entre los espíritus según sus diferentes grados de purificación, y lo mismo entre nosotros respecto a ellos. Pero, así como se pude ensanchar el campo de la visión humana con ayuda de los instrumentos de óptica, así mismo se puede aumentar o disminuir el número de vibraciones hasta conseguir un estado intermedio, en que los modos de existencia de dos planos distintos, se combinen y entren en relación.

Para comunicar con nosotros, el espíritu tiene que disminuir la intensidad de sus vibraciones y activar al mismo tiempo, las nuestras. el hombre puede ayudarse con su voluntad; el punto que debe alcanzarse constituye para él el estado de mediumnidad. Sabemos que la mediumnidad, en la mayor parte de aplicaciones, es la propiedad que poseen ciertas personas de exteriorizarse a diversos grados, de desprenderse de su envoltura carnal, y de dar mayor amplitud a sus vibraciones psíquicas. Por su parte, el espíritu a quien la muerte .ha libertado, se envuelve en materia sutil y amortigua sus propias radiaciones para ponerse al unísono con el médium, Aquí son necesarias cifras explicativas. Admitamos, a ejemplo de algunos sabios, que las vibraciones normales del cerebro humano sean de número de 1,000 por segundo. En el estado de trance o de desprendimiento, la envoltura fluídica del médium vibra con mayor energía y sus radiaciones llegan a la cifra de I,500 por segundo. Si el espíritu, libre en el espacio, vibra al mismo tiempo bajo la influencia de 2,000 vibraciones, le será posible, mediante una materialización parcial, rebajar este número a 1,500. Desde entonces, los dos organismos vibran simpáticamente y pueden establecerse relaciones, el mensaje del espíritu será percibido y transmitido por el médium en estado de trance.

Esta armonización de las incorporaciones tanta precisión y limpieza. En los demás estados de mediumnidad, el pensamiento del espíritu podrá comunicarse, igualmente, por medio de vibraciones correspondientes, aunque menos intensas que las vibraciones iniciales, así como una nota se repite de octavas en octavas, desde la clave más alta de la vibración armónica hasta la más baja.

En el hombre, la inteligencia y el desarrollo de cerebro están en correlación íntima. La una no puede manifestarse sin el otro. A medida que el se asciende en la escala humana, desde el más salvaje al más civilizado, la frente crece, el cráneo se ensancha, al mismo tiempo que la inteligencia se desenvuelve. Cuando el desarrollo exterior ha alcanzado su apogeo, el pensamiento aumenta el poder intenso del cerebro multiplicando sus líneas y trazando surcos. Dibuja estrías, circunvoluciones innumerables, eleva cimas. Hace del cerebro un mundo maravilloso y complicado, hasta el punto de que el examen de este Órgano, en el cual vibran aún las impresiones de la vida que acaba de huir, es uno de los espectáculos más cautivadores para el fisiólogo.

En esto tenemos una prueba de que el pensamiento trabajo y moldea el cerebro y de que hay entre ellos una íntima relación. El cerebro es el instrumento admirable, la clave de donde el pensamiento hace brotar todas las armonías de la inteligencia y del sentimiento. Pero, ¿como ejerce su acción sobre la materia cerebral? Pero el movimiento el pensamiento imprime a las moléculas del cerebro movimientos vibratorios de variada intensidad.

Ya lo hemos visto, todo en la naturaleza se resume en vibraciones, perceptibles para nosotros siempre que están en armonía con nuestro propio organismo, pero que nos escapan tan luego como son demasiado rápidas o demasiado lentas. Nuestra facultad de visión y de audición es muy limitada; pero más allá del término que nos traza, las fuerzas de la naturaleza continúan vibrando con una rapidez vertiginosa sin que nosotros podamos percibirlo. Pues bien; lo mismo que los sonidos y la luz, los sentimientos y las ideas se expresan en vibraciones que se propagan, por la extensión, con intensidades diversas. Los pensamientos de odio y de ira, los tiernos llamamientos del amor, el lamento del desgraciado, los gritos de la pasión, los arranques de entusiasmo, van a través del espacio diciendo a todos la historia de cada uno y la historia de la humanidad. Las vibraciones de los cerebros pensantes, de hombres o de espíritus, se cruzan y se entrecruzan hasta lo infinito sin confundirse jamás. En torno nuestro, en todas partes, en la atmósfera, giran y pasan como ríos sin fin, corrientes de ideas, oleadas de pensamientos que impresionan a los sensitivos y son a menudo causa de perturbación y de error en las manifestaciones.

Decimos hombres o espíritus. En efecto, lo que el cerebro humano emite bajo forma de vibraciones, el cerebro fluídico del espíritu lo irradia en forma de ondas más extensas, de radiaciones que vibran con un ritmo más amplio y más potente, porque las moléculas fluídicas, más flexibles, más maleables que los átomos del cerebro físico, obedecen mejor a la acción de la voluntad.

Sin embargo, ese cerebro mortal, estos poderes dormitan o vibran débilmente y alcanzan en los espíritus su maximun de energía. Una comparación nos hace comprender mejor este fenómeno.
Esta comparación, se encuentra en un bloque de hielo donde se hallan contenidas en estado latente todas las potencialidades que mantienen unidos los cristales de que se compone. Sometiendo el bloque a la acción del calor, desprenderéis de él fuerzas que iran en aumento hasta que llegando al estado de vapor, haya recobrado y manifestado todas las energías que en él se contenían. Nuestro cerebro puede compararse a ese bloque de hielo, vibrando débilmente bajo la acción limitada del calor, y el del espíritu al vapor que se ha hecho invisible porque vibra é irradia con demasiada rapidez para que nuestros sentidos puedan percibirlo.

La diferencia de los estados se complica con la variedad de las impresiones. Bajo la influencia de os sentimientos que los animan, desde la tranquilidad del estudio hasta los tormentos de la pasion, las almas y los cerebros vibran a diversos grados siguiendo diferentes rapideces; la armonía no puede establecerse entre ellos sino cuando sus ondas vibratorias se igualan como sucede con los diapasones idénticos o en las placas del teléfono. Un cerebro de impulsiones lentas y débiles no puede armonizarse con otro cuyos átomos están animados por un movimiento casi vertiginoso.

Así, pues, en las comunicaciones espiritistas, la dificultad consiste en poner de acuerdo vibraciones y pensamientos diferentes. En la combinación de las fuerzas psíquicas y de los pensamientos entre. El médium y los experimentadores, por una parte, entre éstos y los espíritus por otra, reside toda la ley de las manifestaciones.

Las condiciones de experimentación son favorables cuando el médium y los asistentes constituyen un grupo armónico, es decir, cuando piensan y vibran al unísono. Por lo contrario, cuando los pensamientos emitidos, cuando las fuerzas irradiadas divergen, se contrarrestan, se anulan recíprocamente. El médium, entre estas corrientes contrarias, experimenta una turbación, un malestar indefinible; llega, a veces, hasta sentirse paralizado, aniquilado. En este caso, para que se produzca el menor fenómeno, se necesita una poderosa intervención oculta.

Cuando la armonía es completa entre las fuerzas emanadas de los asistentes, cuando los pensamientos convergen hacia un mismo fin, se presenta otra dificultad. Esta unión de fuerzas y de voluntades puede ser suficiente para provocar efectos físicos y aun fenómenos intelectuales que, con sobrada frecuencia, son atribuidos a la intervención de personalidades invisibles. He aquí, porque es prudente no creer en esta intervención sino cuando esté fundada en hechos precisos.

Muchas personas se asombran y vacilan ante las primeras dificultades que encuentran en sus tentativas para comunicar con los espíritus. Se preguntan por qué su intervención es cosa tan rara, tan poco concluyente, y por qué la humanidad entera no esta familiarizada con un hecho de tanta importancia. Otras personas, prosiguiendo sus investigaciones, obtienen pruebas satisfactorias y se convierten en adeptos convencidos. Sin embargo, todavía objetan que los seres del espacio que les son especialmente queridos, parientes y amigos difuntos, a pesar de sus deseos ardientes y de sus llamamientos reiterados, no les han dado nunca el menor testimonio de su presencia, y esta decepción les deja un resto de duda, de incertidumbre penosa.

Ahora bien, todo experimentador ilustrado se explicara fácilmente la causa de que esas esperanzas hayan sido frustradas. Vuestro deseo de comunicar con un espíritu y un deseo igual por parte de éste, no bastan. Es menester, además, que otras condiciones determinadas por la ley de las vibraciones, se hallen reunidas. Sin la armonía de las vibraciones, no puede haber cambio de pensamientos.

Vuestro amigo invisible oye vuestros llamamientos y procura responderos. Sabe que para poder comunicar con vosotros, es necesario que vuestro cerebro físico y su cerebro fluídico vibren al unísono. Esta es la primera dificultad. Su pensamiento evoluciona con demasiado rapidez para que vosotros podáis percibirlo. Su primer cuidado será, pues, moderar sus vibraciones. Para esto será necesario un estudio más o menos prolongado, y las probabilidades de éxito variaran según las aptitudes y la experiencia del operador. Si nada consigue, toda comunicación directa será imposible, y tendrá que confiar a un espíritu más fuerte y más hábil la transmisión de sus mensajes. Esto es lo que sucede frecuentemente en las manifestaciones. Creéis recibir el pensamiento directo de vuestro amigo, cuando no os llega sino con el auxilio de un intermediario espiritual. De ahí nacen ciertas obscuridades o inexactitudes, imputables al transmisor y que os dejan perplejos, mientras que la comunicación, en su conjunto, presenta todos los caracteres de la autenticidad.

En la hipótesis de que vuestro amigo del otro mundo posea las facultades necesarias, tendrá que buscar un médium cuyo cerebro, por sus movimientos vibratorios, sea capaz de armonizarse con el suyo. Pero la variedad es tan grande entre los cerebros como entre las voces y los rostros, la identidad absoluta no existe. El espíritu tendrá que contentarse con el instrumento menos impropio para el resultado que se propone. Una vez hallado el instrumento, procurara desarrollar sus cualidades sugestivas. Podrá ser que lo logre en poco tiempo, pero, a veces, se necesitaran meces y años para llevar al médium al grado de sensibilidad necesario.

O bien vosotros mismos podéis ser los médium, los sensitivos. Si tenéis conciencia de vuestras facultades, si os prestáis a la acción del espíritu, llegaréis ciertamente al objeto que él quiere alcanzar. Para esto se necesitara a la vez paciencia, y perseverancia, continuidad y regularidad de esfuerzos. Estas cualidades ¿y las tendréis? ¿Vuestra fuerza de voluntad será siempre igual, tendrá siempre la misma tensión? Si procedéis con incoherencia, hoy con ardor, mañana débilmente, de tal manera que, las vibraciones de vuestro celebro varíen en proporciones considerables, no tendréis porque admiraros de la diferencia, ni aún de la nulidad de los resultados.

Puede suceder que, sintiéndose incapaz de activar suficientemente, durante el estado de vigilia, las vibraciones de vuestro cerebro, vuestro amigo invisible recurra a la trance y procure, mediante el sueño, aceros inconsciente. Entonces vuestro espíritu se exterioriza; sus radiaciones se acrecientan, se extienden; la transmisión se hace posible; expresáis el pensamiento del espíritu. Pero, al despertar, no conservaréis ningún recuerdo, y serán los demás los que os enteren de lo que vuestra boca ha proferido.

Todos estos fenómenos están regidos por leyes rigurosas; cualesquiera que sean vuestras facultades, vuestros deseos, si no podéis satisfacerlos, vuestros parientes, vuestros amigos difuntos y todas las legiones invisibles procurarían en vano influir sobre vosotros. Pero he aquí personas desconocidas, hombres o mujeres, que la casualidad parece poner en vuestro camino. Nada saben de estas cosas. Pueden no tener la menor, idea de la ciencia del Más Allá, y sin embargo, poseen un organismo que vibra armónicamente con el pensamiento de vuestros deudos, de vuestro hermano, de vuestra madre, y por su mediación, podéis tener con ellos conversaciones verdaderamente íntimas. A título de ejemplo, puedo citar el hecho siguiente. En medio de una conversación, se puede llegar a dormir con un sueño espontáneo y en estado de duerme vela y sin buscarlo podéis estar en contacto con algún ser espiritual que fuera de nuestra dimensión se acerca a saludarnos podéis sentir con gran sorpresa como se manifiesta, dando las más irrecusables pruebas de identidad, y con una efusión llena de ternura, que expresa las sensaciones, las emociones profundas que nunca habéis experimentado desde la hora de la separación de aquel ser querido pero ¡cuidado!. Sin buscar la situación ni provocarla pues solo se comunicaran estos familiares ya difuntos si tienen permiso de arriba por eso no podemos forzar la situación ya que seres indeseables haciéndose pasar por ellos nos pueden confundir o confundir al médium.

Del conjunto de los estudios sobre las vibraciones armónicas de los cerebros, se desprende una certeza. Esta es que, por la orientación y la persistencia de nuestros pensamientos, podemos modificar las influencias que nos rodean y ponernos en relación con fuerzas é inteligencias similares. Este hecho no es solamente exacto respecto a los sensitivos y a los médium; lo es también para todo ser pensante. Las influencias del Más Allá pueden irradiar sobre nosotros, sin que haya comunicación consciente con los seres que lo pueblan. No hay necesidad de creer en la existencia del mundo de los espíritus, ni de querer conocerle para sentir sus efectos. La ley de las atracciones es ineludible, y todo en el hombre, esta sometido a ella. Por lo tanto, la crítica que se dirige a los espiritistas solo y exclusivamente a ellos, por sus practicas, las fuerzas maléficas del universo, se desvanecen ante el hombre dependiendo de recibir las inspiraciones más diversas, desde las más sublimes hasta las más groseras. Nuestro estado mental es como una brecha por la cual pueden penetrar en nosotros amigos y enemigos. Los sensuales atraen a sí espíritus sensuales que se asocian a sus deseos, a sus actos, acrecentando su intensidad; los criminales llaman a los espíritus del asesinato que les impulsan más adelante en la senda del mal. El inventor es ayudado por los buscadores del Más Allá. El orador percibe imágenes que fijara en formas de lenguaje propias para conmover a las multitudes. El pensador, el músico, el poeta, recibirán las vibraciones de las esferas donde se rinde Culto a lo bello y a lo verdadero; almas poderosas les traerán los tesoros de la inspiración, el soplo que pasa por las frentes soñadores y comunica el talento y el genio.

Así, de un plano a otro, el espíritu responde a los llamamientos del espíritu. Todos los planos espirituales están ligados entre sí. Los instintos de odio, de crueldad, de libertinaje, atraen a los espíritus del abismo. La frivolidad atrae a los espíritus ligeros, pero la oración del hombre de bien, su llamamiento a los espíritus celestes, se eleva y repercute de nota en nota, en ascendente escala, hasta las más altas esferas, al mismo tiempo que, de las regiones profundas del infinito, descienden sobre él las ondas vibratorias, los efluvios del pensamiento eterno que le penetran de una corriente de fuerza y de vida. El universo entero vibra bajo el pensamiento de Dios.

Apariciones y materializaciones de espíritus.

Los fenómenos de aparición y de materialización son de aquellas que más fuertemente impresionan a los experimentadores. En las manifestaciones de que hemos hablado hasta aquí, el espíritu obra mediante objetos materiales o bien organismo extraño. Ahora hemos de ver como obran directamente. Sabiendo que, entre las pruebas de su supervivencia no las puede haber de mayor fuerza que su reaparición bajo la forma humana, o sea la que tuvieron en la vida terrestre, se esforzara el espíritu en reconstituir esta forma, por medio de los elementos fluidos y de la fuerza vital que tomara de los mismos vivientes. En algunas sesiones, en presencia de médium de una fuerza psíquica muy considerable, se ve la formación de manos, de rostros, de bustos y aún de cuerpos enteros, con todas las apariencias de vida: color, movimiento, tangibilidad. Y estas manos tocan, acárician o golpean; mudan objetos de sitio y hacen vibrar instrumentos musicales; y estos rostros se animan y hablan; y estos cuerpos se mueven y andan por entre las personas vivas que presencian el fenómeno; podéis tocarlos y aún coger los; luego, se desvanecen de pronto, pasando del estado sólido al estado fluídico, después de haber afectado una existencia orgánica efímera.

Del mismo modo que los fenómenos de incorporación nos inician en las leyes profundas de la psicología, la reconstitución de las formas de espíritus va a familiarizarnos con los estados menos conocidos de la materia. Al mostrarnos la acción que la voluntad puede ejercer sobre los imponderables, nos descubrirá los más íntimos secretos de la creación, o mejor aun, de la eterna renovación del universo.

Sabemos que el fluido universal o fluido cósmico etéreo, representa el estado más simple de la materia; es tan grande su sutileza que escapa a todo análisis. Y no obstante, de este fluido proceden, mediante condensaciones graduales, todos los cuerpos sólidos y pesados que constituyen el fondo de la materia terrestre. Estos cueros no son tan densos ni tan compactos como a primera vista nos parece; son atravesados con la mayor facilidad por toda clase de fluidos, y aún los mismos espíritus los atraviesan sin dificultades. Estos, por la concentración de su voluntad, ayudados por la fuerza psíquica, pueden disgregarlos, disociar sus elementos, volverlos al estado fluídico, trasladarlos y reconstituirlos luego en su primer estado. Así se explican los fenómenos de traslación de objetos materiales a través de obstáculos materiales también.

Recorriendo estos grados sucesivos de rarefacción, vemos a la materia pasar del estado sólido al líquido, de éste al gaseoso y finalmente al fluídico. Los cuerpos más duros pueden de este modo volver al estado invisible y etéreo. En sentido inverso, también el fluido más sutil puede cambiarse, gradualmente, en un cuerpo opaco y tangible. La naturaleza entera nos demuestra el encadenamiento de las transformaciones que conducen a la materia desde el estado etéreo más puro al más grosero estado físico.

A medida que se verifica y se hace más sutil, la materia va adquiriendo propiedades nuevas, fuerzas de una intensidad creciente. Los explosivos, las radiaciones de ciertas substancias, la potencia de penetración de los rayos catódicos, la acción a grandes distancias de las ondas de Hertz, nos dan de ellos abundantes ejemplos, llevándonos a considerar el éter cósmico como el medio en que la materia y la energía se confunden, constituyendo el gran foco de las actividades dinámicas, la parte de las fuerzas inagotables que la voluntad divina dirige y de donde surgen en ondas incesantes las armonías de la vida y el pensamiento eternales.

Pues bien!- y aquí la cuestión va a tomar una no esperada amplitud la acción ejercida por la potencia creadora sobre el fluido universal para dar vida a sistemas de mundos, va a encontrarla, en manifestaciones más modestas, aunque sometida a leyes idénticas, en la acción del espíritu reconstituyendo las formas pasajeras que han de establecer, a los ojos de los hombres, su existencia y su identidad.

Las mismas nebulosas, agregados de materia cósmica condensada, germen de mundos, que nuestro telescopio nos muestra en el fondo de los espacios, va a aparecer también en la primera fase de las materializaciones de espíritus. Por este camino vemos como la experimentación espirita nos conduce a las más amplias consecuencias. La acción del espíritu sobre la materia puede hacernos comprender de qué modo se elaboran los astros y se desenvuelven la obra gigantesca del cosmos.

En la mayoría de las sesiones, se ve primero como un núcleo nebuloso que toma la forma de un huevo, luego desprendimientos fluidos brillantes que surgen de las paredes, de los suelos y aún de las propias personas presentes, aumentan poco a poco de tamaño, se alargan y se convierten finalmente en formas espectrales.

Las materializaciones presentan una gradación infinita. Los espíritus condensan sus formas de modo que sean primeramente vistas por los médium videntes. Estos describen entonces la fisonomía de los manifestantes, y lo que ellos dicen viene a confirmarlo la fotografía, lo mismo en medio de la claridad del día que a la luz del magnesio.

Sabido es que la placa fotográfica es mucho más sensible que el ojo humano. Aumentando un grado más la concentración etérea, se nos ofrece ya más sensible la materialización, y la forma espectral es vista por todos los presentes; entonces se la puede pensar, y es capaz de dejar huellas de su paso y aún quedar moldeada en substancias a propósito.

En todo esto, es preciso que la comprobación sea muy rigurosa, andando precavidos en extremo contra toda causa posible de error o de ilusión. Conviene recurrir, siempre que sea posible, a buenos aparatos registradores y a la fotografían.

Veamos primeramente, los casos en que se ha podido fijar sobre la placa fotográfica las imágenes de espíritus, invisibles para los que asistían a la sesión. Si bien se han producido, en este orden de hechos, supercherías y abusos numerosos, no es menos cierto, en cambio, que abundan las experiencias y los testimonios realmente serios. Un académico inglés haciendo experiencias en su propia casa, con personas de su familia, obtuvo una fotografía de su madre, en quien una desviación característica del labio constituyo una prueba de identidad indubitable. La aparición antes que terminarse el tiempo de pose fotográfica, y la descripción hecha fue exacta a la fotografía obtenida.

Un pintor célebre por las ilustraciones de la vida de Jesús, obtuvo una prueba fotográfica no menos notable: la fotografía de un grupo compuesto por el cuerpo físico y el cuerpo fluídico de su médium, desdoblado, y luego otro todavía, en que aparecían la de un espíritu desencarnado y la figura del experimentador.

En la primera serie de experiencias, estas investigaciones, obteniéndose toda una serié de cabezas, perfiles y formas humanas, vagas primeramente, y luego cada vez con mayor precisión, todas las cuales habían sido previamente descritas por el médium con la mayor exactitud. Algunas veces se opero en medio de la oscuridad, estas manifestaciones no tendrían explicación posible sin la existencia de un fluido o éter, sustancia moldeada por seres inteligentes invisibles. Esto presta al fenómeno, según él, un doble carácter a la vez material, en el sentido estricto de la palabra, é intelectual por la intervención de una voluntad que artificialmente moldea esta materia invisible con un objeto bien determinado. A través de la fotografía también se a podido ver la manifestación de entidades de la otra dimensión.

No tan solo se han producido figuras humanas, sino que testigos declararon haber reconocido en tales figuras la imagen de parientes suyos ya fallecidos. Además, otros han obtenido imágenes, que fueron reconocidas exactas y nunca habían sido fotografiadas durante su vida terrena. Se han obtenido también la imagen de personas difuntas, sin estar presente en la experiencia persona alguna que las hubiese conocido en su vida terrena.

Se ha podido también fotografiar las fases sucesivas de una materialización. Tengo en mi posesión una serie de fotografías, que cuya autenticidad se halla muy por encima de la menor sospecha. Representan las apariciones graduales de una forma de espíritu muy vaga en la primera pose, condensándose luego cada vez más, hasta que se hace visible y al mismo tiempo que impresiona la placa fotográfica.

Recordemos ahora algunos de los casos en que la aparición es visible para todos los presentes al mismo tiempo que para el médium, lo cual hace ya imposible toda confusión. El espíritu materializado tiene todas las apariencias de un ser humano; se mueve y anda, habla con las personas presentes y después de haber vivido algunos instantes su propia vida, se desvanece lentamente, se funde, por decirlo así, bajo nuestras miradas.

Había vuelto sobre sus primeras afirmaciones dijo el investigador. Véase en realidad lo que dijo, a propósito de estos fenómenos, en su discurso ante el congreso para el adelanto de las ciencias
Hemos querido reproducir esta descripción para que se vea cuan grande es la potencia de disgregación de la luz sobre las creaciones fluidas temporales y la necesidad de las sesiones obscuras, tan fuertemente censuradas por ciertos críticos sin competencia. Otro caso célebre que reúne los mejores elementos de certeza y la prueba más concluyente de autenticidad que dirigía un espíritu que se daba a si mismo el nombre de doctor. El fenómeno se completa en éste caso por una serie de pruebas de un carácter por demás persistente. Un centenar de mensajes fueron escritos por ella, bajo los ojos de todos y secretamente señaladas por él, un misterioso alo de luz rodeaba al fantasma, pudo reconocer la mano, los rasgos, los ojos, la frente, los cabellos de la mujer que escribía. Su rostro dice, era de una belleza sobrehumana y me miraba con una expresión de profunda felicidad.

Estos hechos son ya antiguos, y han sido con frecuencia relatados; sin embargo no podíamos dejarlos pasar en silencio, en virtud de su importancia y de la gran popularidad que han tenido. He aquí, ahora, otros hechos más recientes. Ya no se trata tan solo de formas que aparecen aisladas, Si no de grupos de espíritus materializados, cada uno de los cuales constituye una individualidad distinta de la del médium. Con formas y estaturas diferentes, se muestran conjuntamente, se organizan de un modo gradual, a costa de una sola masa fluídica nebulosa, y luego de pronto se disuelven, después de haber, por algunos instantes, tomado parte en los trabajos y en las conversaciones de los experimentadores.

El doctor Pablo Gibare, director del instituto Pastear de Nueva York, presento al congreso de Psicología de París de 1900, una muy extensa memoria sobre “materializaciones de fantasmas”,
Por él mismo obtenidas en su laboratorio, en presencia de los practicantes que le ayudan habitualmente en sus trabajos de biología. Algunas señoras de su propia familia asistieron también a estas sesiones, con la misión especial de vigilar a una médium, examinando sus vestidos, que eran siempre negros, cuando las apariciones realizadas eran siempre blancas.

Fue tomada en estas experiencias toda clase de precauciones. Sirviéndose de una caja o jaula metálica solidamente construida, con una puerta de hierro con cerradura de seguridad. Durante las sesiones, la médium es encerrada en esa caja, cuya llave tiene siempre en sus manos el doctor. Como complemento de esta caja, sirviéndose en el Instituto de un gabinete enteramente tapizado, del cual hacían uso también algunas veces sin la caja metálica. Además, se rodea su cuello con una cinta a la que se hace también un fuerte nudo, y los dos extremos de esta cinta pasan luego por dos agujeros hechos en el techo de la estancia y allí sujetos con un doble nudo, fuera enteramente del alcance de la médium, que viste enteramente de negro.

Se baja entonces la luz, aunque no tanto que dejen de verse los objetos.

Enseguida se producen apariciones de brazos, bustos, rostros, primeramente de un modo incompleto. Pronto, sin embargo, suceden a éstas formas enteras, siempre vestidas de blanco. Su estatura varía, pues luego de la pequeña niña aparecen fantasmas de gran estatura. También aparecen formas de mujer, esbeltas y graciosas, cuando la médium es persona ya de unos cincuenta años, más bien gorda que delgada. También aparece una forma masculina, muy alta y con grandes barbas. Es Ella, un espíritu de voz fuerte y dura, que reparte a veces sendos puñetazos entre los presentes a la reunión. Apretó una vez la mano de ese fantasma, y fue poco a poco fundiéndose entre las suyas.

Todas estas apariciones se forman bajo la mirada de los experimentadores. Distinguiese primeramente un punto nebuloso, brillante y movible, después se alarga en forma de columna y enseguida toma la apariencia de una T. Luego va cambiando y se convierte en el perfil de una mujer cubierta por un velo. Otras veces se dibuja y finalmente se condensa una encantadora figura de mujer joven, graciosa y delicada. Se pasea entre los reunidos, les saluda y estrecha las manos que se le tienden. Después de lo cual deshaces la aparición lo mismo que un castillo de naipes... Por un instante todavía se ve, como surgiendo del suelo, una graciosísima cabeza, después nada. En aquello mismo instante, el doctor Gibare se acerca a la médium y la toca, cerciorándose de que no se ha movido de su sitio y que continua fuertemente atada. Se hace entonces plena luz en el gabinete, son examinadas las cintas y se ve que están intactas, costando no poco trabajo deshacer los nudos.

Todas estas formas se mueven y hablan reunidos oyen sus voces desde todas los extremos de la sala. En cuanto a los tejidos de que los fantasmas aparecen cubiertos, dicen ellos mismos que los producen con ayuda de elementos que toman de los vestidos de la médium, desmaterializados en parte. En una de las sesiones de un médium el espíritu se formo con su aliento, bajo la mirada de los experimentadores, un ligerísimo tejido de gasa blanca, que fue extendiéndose poco a poco hasta cubrir a todas las personas presentes. Es un ejemplo de creación por la voluntad que viene a confirmar lo que decíamos al principio de este capítulo.

¿De donde vienen estas apariciones y cual es su naturaleza? Nos lo dirá: Interrogados los fantasmas, a través del médium declaran ellos mismos que son entidades, personalidades distintas de la médium, espíritus desencarnados que han vivido en la tierra y cuya misión no es otra que demostrarnos la existencia de la otra vida.

Un detalle, tomado entre cien, nos probara que estos espíritus tienen todo el carácter de seres humanos. Todas estas formas. Se nos presentan primero con gran timidez; y es preciso ir ganando poco a poco confianza en la labor que realizamos.
FINAL DE ESTE TEXTO

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