EL AURA ESPEJO DE LAS EMOCIONES

EL AURA




Nuestro cuerpo físico se encuentra rodeado por un halo de luz.. Quienes logran verlo afirman que en él se inscriben no sólo las experiencias pasadas sino también las que nos depara el porvenir. Aprendiendo a visualizar el aura descubrirá sorprendentes revelaciones sobre su destino y el de quienes lo rodean.

En la antigua India se hacían operaciones en la frente de las personas para abrirles el tercer ojo. A partir de entonces los operados tenían la facultad de ver a la gente envuelta en una nube luminosa. Esa aureola revelaba el carácter, el estado mental y hasta las enfermedades que podían llegar a padecer en el futuro. Los hechos quedaron reflejados en muchísimas pinturas de esa época, por lo que es común ver retratos de sabios orientales que muestran aureolas sobre sus cabezas.

También los mártires de la religión católica suelen aparecer en las ilustraciones rodeados por un halo, lo que demuestra que los artistas percibían la santidad como una irradiación de luz.

Quienes hayan leído El Tercer Ojo de Lonbsang Rampa, sin duda, recordaran la operación quirúrgica -considerada mágica- que le permitía al protagonista ver el nimbo (o nube) de las personas.

Sin bien es cierto que todos tenemos la capacidad de percibir el campo de fuerza que rodea a los seres vivos -y que no es ni más ni menos que la emanación de sus energías-, todos podemos, sin embargo, sentir su vibración, esa que nos lleva a aceptar, o rechazar a una persona espontáneamente y que nos permite percibir el bienestar o la enfermedad de quienes nos rodean y hasta algunas sutilezas más asombrosas, como sus sentimientos o su escala de valores morales.

¿Qué es el aura y como fue definida?

A lo largo de los siglos muchos estudiosos describieron el aura, de acuerdo con sus propias experiencias. Ya en el siglo V antes de Cristo, el sabio griego Empédocles advirtió sobre la existencia de una sustancia luminosa que se desprende la teoría, aclarando que la sustancia luminosa estaba formada por corpúsculos, una radiación de composición atómica. Aristóteles llamó pneuma a esta sustancia y la consideró parte esencial de animales y hombres.

Los esoteristas definieron al aspecto luminoso del ser humano como cuerpo astral o de deseos y atribuyeron a su composición de materia sutil la capacidad de separarse del cuerpo físico atravesar muros o recorrer enormes distancias (viajes astrales). El cuerpo etérico, también llamado doble, por ser el molde de nuestro cuerpo físico, tiene mucho que ver con el aura, ya que es el encargado de transformar las energías solares en formas de vitalidad asimilables para el ser.

El etérico es la contraparte (no tangible) de nuestro cuerpo físico y a su vez su constructor y restaurador.
Para Madame Blavatsky, ocultista y cofundadora de la Sociedad Teosófica, como si se tratase de las cáscaras de una cebolla, el aura puede deshojarse en varias capas: la de la salud, la de la vida, la del karma y, por último, la del carácter y el mundo espiritual.

Tamaños, formas y colores

Quienes observan las auras de las personas con facilidad aseguran que éstas generalmente semejan un huevo de luz multicolor que sobresale entre 30 y 40 centímetros del cuerpo. La elasticidad es una de sus características principales, por lo que muy difícilmente se vean dos halos similares e incluso, el aura de una misma persona, defiere bastante según el momento en que se la observe.

Los contornos del aura suelen fundirse -pues la energía en esta zona se halla menos concentrada que en la parte que rodea al cuerpo- para permitir que las emociones fluyan con mayor facilidad.

Si la persona está enferma, a causa del dolor y la ansiedad que siente, su aura tenderá a encapsularse bloqueando la salida de sus energías.

El aura de un bebé en el vientre de su madre semeja una esfera con círculos concéntricos de distintos colores que rota lentamente.

Después del nacimiento se operan una serie de mutaciones rápidas en nuestra piel psíquica. La esfera comienza a desplegarse, confirmando así el intercambio de emociones entre el recién nacido y su entorno. El aura circular, traslúcida y tenue de los bebes es como un capullo que se va estilizando a lo largo de la infancia hasta cobrar la típica forma ovalada, alrededor de los siete años.

La clarividente Dora Kunz define el aura como una luz densa -y agrega que- si bien el campo emocional es un medio translucido y transparente, porque la luz pasa a través de él, su transparencia es distinta de cualquier otra porque la luz sale de dentro, no de fuera; es decir que es autoluminosa. La misma experta compara el aura con una nube luminosa con los colores del arco iris. Esa gama de colores es como la que puede observarse en el cielo al amanecer o al atardecer, lo suficientemente opaca como para que podamos percibirla, pero a la vez transparente, por lo que permite ver a través de ella en más de una ocasión.

Cada color del aura se relaciona con una emoción o un sentimiento bien distinto. La variedad de tonalidades, brillos y matices es tan vasta como las sensaciones, pensamientos, reacciones y actitudes que la persona pueda sentir. El color rosa de los afectos, por ejemplo, puede expresar, de acuerdo con su intensidad, desde celos y deseos posesivos hasta incipiente simpatía.

Un mapa de las emociones

Las emociones relacionadas con los sentidos, como antojos y apetitos tienen una consistencia pesada y granulosa y una velocidad de vibración lenta. Estas emociones se ubican en la base del aura, son inestables, es decir que cambian rápidamente y en su variación afecta la presión sanguínea del sujeto.

También las emociones negativas (sentimiento, egoísmo) también suelen disponerse en la parte baja del aura, aunque a veces puedan reflejarse más arriba.

Si bien es muy difícil encontrar una persona que se mantenga equilibrada todo el tiempo (situación que los dinámicos cambios del aura se encargan de corroborar) los estados transitorios que experimentamos como depresión, tristeza, dolor, enojo o ansiedad no quedan registrados definitivamente en el aura, a no ser que sean muy frecuentes. Los comportamientos estables del ser son los que determinan su conducta, y por en de, los que marcan el aura. Los sentimientos habituales de una persona, aun cuando no los registre conscientemente, van imprimiendo los rasgos básicos de la personalidad que se mantienen a lo largo de la vida. De allí la importancia de aprender a transmutar los sentimientos negativos (enojos, odios, resentimientos) para que no lleguen a grabarse definitivamente en nosotros.

En la zona inferior del aura pueden verse, además, los indicadores kármicos, cicatrices de emociones muy remotas que acompañan al ser y que adquieren, a menudo, la forma de espirales, caracoles u otros símbolos semejantes.

Las cicatrices emocionales no tienen por qué quedar definitivamente grabadas en el aura. Quienes toman consciencia de los problemas y reconocen el malestar o las molestias que sufrieron a causa de éstos pueden comenzar a liberarse de sus ataduras, por antiguas que estas sean.

Cuando un recuerdo sigue produciendo dolor o alegría significa que se mantiene activo y por lo tanto que es proclive a consolidarse bajo alguna forma simbólica en el aura.

Sin embargo, no siempre las experiencias quedan registradas en el aura de manera simbólica, en ocasiones adaptan la forma de una mancha de color. Los entendidos suelen atribuir esta diferencia a las distintas formas de pensar de las personas. Quienes son propensos al pensamiento abstracto o intelectual reflejan esa tendencia en su aura cargada de figuras Geométricas. Aunque suene extraño, una persona que siente un profundo amor por la naturaleza puede tener símbolos que recuerdan a los árboles "dibujados" en su aura. Algunos llevan alrededor los rostros de los seres que aman, de la misma manera que otros están rodeados de remolinos o espirales, sinónimos de irritación o desengaño.

Una franja verde aparece a menudo dividiendo el aura en dos partes. Si la persona es práctica y se desenvuelve con destreza en sus tareas la banda será ancha; por el contrario, quienes no consiguen desempeñarse exitosamente en su trabajo muestran una franja muy angosta. Los matices del color pueden darnos la pauta del tipo de actividad que la persona realiza:

si es verde oscuro, habrá predominio de tareas físicas; si es un verde azulado señalará, que se trata de una labor creativa o artística, en tanto que el verde mezclado con amarillo mostrará un esfuerzo intelectual. Este ecuador del aura sólo puede verse en los adultos y se ubica generalmente entre el chakra cardíaco y el sexual.

Los niños, en cambio suelen distinguirse por tener en la base del aura una mancha amarronada que refleja su incapacidad de ocuparse de los otros, esto mismo se traduciría en egoísmo si no desapareciera con el correr de los años.

Por encima de la banda queda determinada un hemisferio más consistente que el inferior. En él quedan asentadas las experiencias más profundas y duraderas de nuestra vida, lo que no significa -de todos modos- que sean inamovibles. En el hemisferio inferior pueden verse las emociones que varían con mayor rapidez. En esta parte del aura suelen aparecer las cualidades más relevantes de la persona al momento de la observación. Sin embargo, como se explicó más arriba, es en la base de este hemisferio donde se imprimen los residuos de las experiencias pasadas que todavía influyen sobre la persona.

La franja conformada entre la cintura y las rodillas representa los sentimientos de los que se vale el sujeto en su vida cotidiana. Los colores (y símbolos) que allí aparecen revelaran si la persona si es presa de arrebatos frecuentes, o si logra mantenerse en armonía consigo mismo y con los demás.

Los órganos del aura

Para poder interpretar mejor de qué manera los colores del aura señalan aspectos de la personalidad, de la salud y de la forma de relacionarse de una persona, es importante aprender a ubicar los chakras correctamente. Los chakras son canales, no corpóreos, por los que circula la energía procedente de los niveles emocional, mental y etéreo. Para que sea más fácil de comprender todavía, podemos imaginar a los chakras como órganos vitales de nuestros cuerpos no físicos. Es decir que los chakras son el aura, lo que el corazón y los pulmones a nuestro organismo. Estos centros mayores, como se los llama a menudo, están alineados de la siguiente manera: el superior en la coronilla; el frontal a la altura de la garganta; el cardíaco en el corazón; el umbilical en el plexo solar, aproximadamente cuatro dedos por encima del ombligo; el sacro (sexual) a cuatro dedos por debajo del ombligo y el básico o fundamental en la base de la columna vertebral.

Si una persona padece una enfermedad cardíaca la luminosidad del chakra correspondiente se verá afectada, a menos que el sujeto lleve una vida muy armoniosa.

El centro cardíaco se relaciona con la expansión, la alegría y el amor, por lo que tiende a abrirse desbordante de vitalidad cuando experimentamos esos sentimientos profundamente.

Como contrapartida es allí donde se observan la preocupación por los demás y la depresión. Los chakras superiores (corona rio, frente y corazón) se relacionan con la creatividad y la realización personal.

El chakra de la garganta representa la comunicación con nosotros, el esfuerzo por llegar a nuestros semejantes. Las emociones que se proyectan en el centro cardíaco deberán pasar luego por la garganta para permitir la integración con los demás.

El chakra de la frente suele desarrollarse merced a la meditación, la concentración o cualquier disciplina que proponga la expansión de la consciencia. De los chakras inferiores se obtiene la fuerza para llegar a los otros niveles. Vitalidad e instinto son las características esenciales de estos centros. Del chakra básico se desprende el fuego de la vida, el punto de partida de otro emprendimiento.

Como ver el aura

No podemos garantizar que cualquiera que se lo proponga logrará ver el aura de sus semejantes, pero existen algunos procedimientos para facilitar se cometido. Después de una relajación profunda, deje la habitación en la que va a trabajar a oscuras y pida a una persona que se coloque contra la pared, mirando hacia usted. Ubíquese cómodamente (puede sentarse)

del lado opuesto, entrecierre los ojos y pose la vista sobre la cabeza del sujeto, tratando de no enfocarlo con la mirada. Es decir; intente ver sin forzar la atención. Cuando se sienta cansado, eche un vistazo el conjunto de la figura y luego vuelva a mirar por sobre la cabeza. Es posible que con la ejercitación continua comience a advertir puntos y líneas de colores en la silueta, que se volverán cada vez más nítidos a medida que usted se familiarice con la práctica y avance en el propio desarrollo espiritual.

El color de los sentimientos

Rojo brillante / Enojo ira

Rosa pálido / Amor, sentimientos afectuosos

Azul intenso / Voluntad firme

Azul grisáceo / Estrés, cansancio

Azul verdoso / Sensibilidad artística

Celeste / Religiosidad, dedicación a una causa

Verde / Trabajo, movimiento, acción

Verde claro (amarillento)/ Pensamientos activos

Amarillo oro / Entendimiento mental

Bordeaux / Meditación, oración

Lila / Intuición, espiritualidad

Naranja / Autoestima

Marrón / Egoísta

Gris / Depresión, escasez de energía

Comentarios

Entradas populares