LOS CINCO ELEMENTOS PRIMARIOS NATURALES

Un instrumento para la interpretación de rostros

Desde pequeños, cuando mirábamos con temor el rostro de nuestros padres tratando de descubrir qué reacción les provocaba nuestra travesura; o durante nuestra juventud, cuando nos consumía la ansiedad ante el cruce de miradas cómplices con quienes luego se convertirían en nuestras parejas; o en definitiva, durante el transcurso de nuestra vida cotidiana, lo cierto es que en muchas oportunidades todos hemos hecho uso frecuente de la lectura de rostros en su faceta más simple.
Seguramente le asombrará saber que expresiones tales como:
Juan tiene cara de bueno
Tenés cara de preocupado
no son más que manifestaciones que reflejan, en grado menor, la utilización de una forma de conocimiento que hemos adquirido por el solo hecho de relacionarnos el uno con el otro, y que se transmite de generación en generación: la fisiognomía.
Si bien es cierto que todas las personas, en mayor o en menor medida, recurrimos a ciertas fórmulas preestablecidas de lectura que adquirimos por experiencia y las aplicamos con frecuencia a los rostros familiares, no es menos cierto que la fisiognomía como arte milenario posee una variedad de instrumentos y de recursos cuya aplicación requiere de un aprendizaje sistemático.
Desde la antigüedad, el hombre ha buscado en su entorno y en sí mismo respuestas a todo tipo de inquietudes, en especial aquellas vinculadas con su origen y destino. Para ello, transitó los más diversos caminos del conocimiento, ensayando teorías con suerte diversa pero que inexorablemente le llevaron a determinar la existencia de una realidad constitutiva común a todos los fenómenos naturales: los elementos primarios.
Si bien en Occidente los filósofos presocráticos establecieron una relación entre la naturaleza y sus elementos, es en Oriente (más precisamente en China) donde esa relación se desarrolló con método y profundidad. La conclusión postula cinco elementos primarios naturales constitutivos de la realidad y con gravitación en la vida y el destino de las personas: el agua, la tierra, el fuego, el metal y la madera.
Alrededor del siglo VI antes de Cristo, los filósofos chinos enumeraron una serie de vinculaciones entre estos elementos primarios y distintos factores de la naturaleza y constituyeron un compendio de conocimientos imprescindibles para la práctica de este arte.
La fisiognomía es una disciplina mediante la cual se puede reconocer los diferentes rasgos del rostro humano y vincularlos con los elementos primarios naturales para encontrar los datos más sobresalientes de la personalidad, anticipar conductas y predecir el destino.
Si bien la fisiognomía tal como la presentamos es un arte de tradición oriental, no hay que descartar los diversos intentos efectuados por algunos investigadores occidentales que, a lo largo de la historia y en particular a partir del siglo XLX, han recurrido a las ciencias médicas para obtener resultados semejantes a los adquiridos por los chinos y aportar las comprobaciones científicas pertinentes. Tal es el caso del médico Cesare Lombroso, nacido en 1835 en Italia, quien luego de dedicarse al estudio de la psiquiatría sentó las bases de una disciplina científica muy desarrollada en nuestros días: la criminología.
Lombroso, inspirado en la corriente positivista en auge en su época, puso especial énfasis en el estudio de los rasgos físicos y fisiognómicos de los criminales, a partir de los sorprendentes descubrimientos que hizo durante la autopsia de un reconocido criminal de apellido Vilella. Luego de abrirle el cráneo, encontró rasgos característicos de los roedores, los pájaros y los simios. Este y otros ejemplos lo indujeron a formular una teoría según la cual determinados rasgos fisiognómicos característicos de los individuos que poseen una marcada tendencia a la criminalidad, son de origen congénito.
Este es sólo un ejemplo de cómo en Occidente se ha pretendido dotar de fundamentos científicos a una disciplina que, de haber sido aceptada tal como se desarrolló en China, hubiera abierto anticipadamente el camino hacia un mejor entendimiento del género humano.
Vamos a explicar a continuación las correspondencias entre los elementos primarios y algunos aspectos de la naturaleza que serán orientativos para la comprensión y el ejercicio de la lectura de rostros.
Con el elemento FUEGO están asociadas las siguientes características naturales:
· Planeta: Marte
· Forma: Triángulo
· Color: Rojo
· Tonalidad: Rojiza
· Forma de energía: Actividad
· Destino: La Aventura
· Ocupación: Las artes escénicas
Con el elemento TIERRA están asociados:
· Planeta: Saturno
· Forma: Cuadrado
· Color: Amarillo
· Tonalidad: Cetrina
· Forma de energía: Calma
· Destino: La seguridad
· Ocupación: La industria
Con el elemento AGUA están asociados:
· Planeta: Mercurio
· Forma: Círculo
· Color: Negro
· Tonalidad: Oscura
· Forma de energía: Flexibilidad
· Destino: La abundancia
· Ocupación: Las finanzas
Con el elemento MADERA están asociados:
· Planeta: Júpiter
· Forma: Triángulo Invertido
· Color: Verde
· Tonalidad: Oliva
· Forma de energía: Contemplación
· Destino: La sabiduría
· Ocupación: Las ciencias o la filosofía
Con el elemento METAL están asociados:
· Planeta: Venus
· Forma: Rectángulo
· Color: Blanco
· Tonalidad: Blanquecina
· Forma de energía: Armonía
· Destino: Las altas posiciones sociales
· Ocupación: Las gerencias
Toda observación del conjunto de los rasgos del rostro debe estar orientada a encontrar en ellos el elemento primario natural que lo influya. No obstante, existen otros fenómenos naturales que se manifiestan a través de esos rasgos, cuyo conocimiento contribuirá a realizar mejores y más precisas lecturas.

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