EL SECRETO DE LAS PIRAMIDES


EL SECRETO DE LAS PIRAMIDES


¿De qué remotas antigüedad procede la idea arquetípica de levantar gigantescas pirámides en los lugares más dispares del planeta? ¿Por qué se parecen tanto las de Méjico a las egipcias? Entre la multitud de pueblos que desde el siglo VII al XII de nuestra era aparecieron sucesivamente en el territorio mexicano, se cuentan los Toltecas, los Sisimecas, los Acoluhos, los Trascaltecas y los Aztecas. Estos cinco pueblos hablaban una misma lengua, tenían un mismo culto religioso y construían edificios piramidales, que consideraban como teocalis, es decir "casa de los dioses".

Estos edificios, aunque de diferentes dimensiones, tenían todos la misma forma: pirámides de diversos pisos, con los la dos colocados exactamente en la dirección del meridiano y paralelo del sitio en que estaban. El teocal se elevaba en medio de un vasto recinto sagrado, que puede compararse al de muy semejante estructura hacia los griegos, cercados de jardines, fuentes y habitáculos para los sacerdotes, y en ocasiones de armas, pues cada templo de un dios mexicano era también una plaza fuerte.

Una ancha escalera conducía a la cima de la pirámide truncada, en cuya plataforma había una o dos capillas en forma de torre, que encerraban los ídolos colosales de la divinidad a la que estaba dedicado el teocal. Esta parte del edificio era muy importante. Allí mantenían los sacerdotes el fuego sagrado.

La disposición del edificio permitía al oficiante ser visto por todo el pueblo estando en el templo. Desde muy lejos se podía ver la procesión de los teopixques, bajando y subiendo la escalera de la pirámide. La parte interior del edificio servía de sepultura a reyes y señores principales mexicanos.

Cuando los mexicanos y los aztecas, una de las siete tribus de los anahuatlacos (pueblo de la costa), llegaron en 1190 al país equinoccial de Nueva España, encontraron ya allí los monumentos piramidales de Teotihuacán, de Cholula y de Papantla, y los atribuyeron a los Toltecas, nación culta y pode rosa que habitaba en México 500 años antes, usaba la estructura jeroglífica y disponía de un calendario más exacto que la mayor parte de los pueblos del antiguo continente.

Los Aztecas no sabían con seguridad si había habitado otras tribus antes que los Toltecas el país de Anahuac; pero considerando estos templos de Teotihuacán y Cholula como obra de este último pueblo, le daban la más remota antigüedad de que podían tener idea: y no sería completamente imposible que hubiesen sido construidas antes de la invasión de los Toltecas, es decir, antes del años 648 d. C. No hay que extrañarse de que la historia del pueblo americano alguno comience antes del siglo VII. Schlözer ha demostrado que la historia del septentrión de Europa no se remonta más allá del siglo X, época en que la llanura mexicana presentaba a una cultura más avanzada que Dinamarca, Suecia y Rusia.

El Teocal de México estaba dedicado a Tezcatlipoca, primera divinidad azteca después de Teotl, Ser Supremo e invisible, y a Huizilopochtli, dios de la guerra. Fue construido por los aztecas según el modelo de las pirámides de Teotihuacán, solamente seis años antes del descubrimiento de América por Cristóbal Colón.

Esta pirámide truncada llamada por Hernán Cortés el templo principal, tenían en su base 97 metros de longitud y cerca de 54 de altura. No es extraño que una construcción de estas características pudiese resultar destruida pocos años después del sitio de México. Pero si los conquistadores destruyeron los teocales de los aztecas, no consiguieron destruir igual- mente los monumentos más antiguos atribuidos a la nación tolteca.

LA QUEMA DE IDOLOS POR EL OBISPO ZUMARAYA

El grupo de las pirámides de Teotihuacán se encuentra en el valle de México, al nordeste de la capital, en un llano que se denomina de Micoatl o Camino de los Muertos.

Allí se ven todavía dos grandes pirámides dedicadas al sol (Tonatiuh) y a luna (Meztli), rodeadas de centenares de pequeñas pirámides, formando dos calles exactamente divididas de norte a sur y de este a oeste.

Uno de los mayores locales tiene 55 metros de altura perpendicular y 44 el otro; la base del primero tiene 208 metros de longitud, de donde resulta que el Tonatiuh Iztaqual es más alto que Micerino, la tercera de las tres grandes pirámides de Egipto, y que la longitud de su base es casi la de Chefrén.

Las pequeñas pirámides que circulan los grandes templos de la luna y el sol, que apenas alcanzan los nueve metros de altura, servían, según la tradición, de sepultura a los jefes de la tribu. También alrededor de las pirámides de Keops y Micerino en Egipto, se distinguen ocho pequeñas pirámides, simétricamente paralelas a las grandes.

Los dos teocales de Teotihuacán tenían cuatro escaleras principales, cada una de las cuales se subdividía en pequeñas gradas, cuyos ángulos son visibles todavía. Su núcleo es de barro mezclado con piedrecitas, revestido de una pared compacta de tezontli, amigdaloide porosa. Esta construcción recuerda una de las pirámides egipcias de Sakara.

Sobre los grandes teocalis mexicanos se encontraban dos estatuas colosales del sol y de la luna, realizadas en piedra y cubiertas con láminas de oro, que fueron sustraídas por los soldados de Cortéz. Y cuando el obispo Zumaraya, fraile franciscano, se puso a destruir todo cuanto tenía relación con el culto, la historia y la antigüedad de los indios de América, hizo quemar del mismo modo los ídolos del llano de Micoatl. Así se explica hoy día a los turistas ante los restos de una escalera de grandes piedras labradas, que antiguamente conducía a la plataforma del teocali.

CHOLULA, "MONTE HECHO A MANO"

Al este del grupo de las pirámides de Teotihuacán, descendiendo de la cordillera hacia el Golfo de México, en una espesa floresta llamada Tajím se eleva la pirámide de Papantla, descubierta casualmente por unos cazadores españoles en el año 1785; porque los indios procuraban ocultar a los europeos todo los era objeto de su antigua veneración.
Este local, de seis a siete pisos, es de forma más elegante que todos los restantes monumentos de esta clase. La altura es de unos 18 metros, en tanto que la longitud de la base sólo tiene 25.
El edificio es todo de piedra labrada, de magnitud extra ordinario, y de un corte muy regular y bello. Tres escaleras conducen a la cima, la fechada está recubierta de figuras jeroglíficas y numerosos nichos dispuestos simétricamente, cuyo número de 318 parece aludir a los signos de los días del Cempohuallihutl, calendario civil de los toltecas.

El mayor, más antiguo y célebre de todos los monumentos piramidales de Anahuac es el teozal de Cholula, que hoy se de nomina "monte hecho a mano". Visto desde lejos, parece ser una colina natural cubierta de vegetación.

El vasto de la Puebla está separado del valle de México por la cadena de montañas volcánicas que se prolongan desde Popocatepell hacía Río Frío y el pico de Telapon. Esta llanura fértil, pero sin árboles, es rica en recuerdos interesantes a la historias americana, y abarca las tres capitales de las repúblicas de Tlaxcala, Huexocingo y Cholula, que a pesar de sus continuas discordias, resistieron el despotismo y el espíritu usurpador de los reyes aztecas. La ciudad de Cholula, que en sus cartas a Carlos V Hernán Cortés comparaba a las más populosas de España, conserva su pirámide, enclava en el camino que conduce a Puebla.

El teocal de Cholula tiene cuatro planos, de una misma altura, y todo hace suponer que estuvo orientado en su construcción según los cuatro puntos cardinales. Este monumento piramidal tiene la base más extensa que los edificios de su género encontrados en el antiguo continente. Bernal Díaz del Castillo, integrante de la expedición de Cortés, se entretuvo en contar las gradas que conducían a la plataforma, y encontró 114 en el gran templo de Tenochtitlán, 117 en el de Tezcuco y 120 en el de Cholula. La base de la pirámide de Cholula es dos veces mayor que la de Keops, superando en muy poco a la de Micerino.

Comparando las dimensiones de la "casa del sol" en Teotihuacán con las de la pirámide de Chulula, se comprende que el pueblo que construyó estos monumentos notables quería dotarlo de la misma altura, pero cuyas bases estuvieron en proporción de uno a dos.

NO SABIAN COMO CONSTRUIR BOVEDAS

Testimonios recogidos de viva voz señalan que en el interior vacío de la pirámide de Cholula y durante la permanencia de Cortéz en la ciudad, los antiguos mexicanos ocultaron allí a gran número de guerreros a fin de acometer de imprevisto a los españoles. Esta versión, sin embargo, no parece ofrecer ofrece mucho crédito, si se observaban los materiales de que el reocal está construido, además del silencio de los historiadores de la época.

De lo que no hay que dudar es que en el interior de esta pirámide, como en otros teocales, se encuentran cavidades considerables que sirvieron de sepultura a los indígenas, y que se descubrieron gracias a un hecho accidental. Cuando se cambió el camino de la Puebla a México, que antiguamente pasaba al norte al norte de la pirámide, a fin de dar la dirección más adecuada al trazado se agujereó el primer piso del edificio, de modo que una octava parte quedó aislada, como un montón de ladrillos. Al realizar este corte se encontró en el interior de la pirámide una casa cuadrada, hecha de piedra y sostenida por vigas de ciprés distico, y dentro dos cadáveres, ídolo de basalto y gran número de vasos barnizados y artificialmente pintados.

No se tuvo la precaución de guardar estos objetos, pero el examen diligente de la casa cubierta de ladrillos y capas de barro hizo notar que no tenía salida alguna. Suponiendo que la pirámide fuese levantada no por los toltecas primeros habitantes de Cholula, sino por los prisioneros que los Choluanos vieron en los pueblos vecinos se podría creer que esos cadáveres fuesen de algunos esclavos desgraciados, sacrificados a propósito en el interior del teocal.

Reconocidas las habitaciones de esta casa subterránea, se observó una disposición particular en los ladrillos, que tenían a disminuir la presión que el techo experimentar. Los indígenas, que no conocían el modo de construir bóvedas, colocaban horizontalmente ladrillos muy largos, de manera que los de encima sobrepasaran a los inferiores, formando gradas que suplían a la cimbra gótica, de la que se encontraron vestigios en muchos edificios del antiguo Egipto.

El teocal de Cholula, llamado "montaña de ladrillos no conocidos", que tenia en la cima un altar dedicado a Quetzlcoatl, el ser más misterioso de la mitología mexicana.

LA LEYENDA DE QUETZACOATL


El nombre de Quetzlcoatl significa serpiente cubierta de plumas verdes: Coatl quiere decir serpiente, y quetzalli, pluma verde, blanco y barbugo como el Boquica de los Muisquios, gran sacerdotes en Tula, legislador, se imponía las penitencias mas crueles, como la costumbres de atravesarse los labios y las orejas y de martirizarse el resto del cuerpo con espinas de cacto o de pita, introduciendo cañas en las heridas para provocar que saliera sangre en abundancia.

El reinado de Quetzalcoatl representaba la edad de oro de los pueblos de Anahuac. Todos los animales, y los hombres mismos, vivían en Paz. La tierra sin cultivo producía ricas mieses. El aire estaba lleno de multitud de pájaros, que admiraban por su canto y por la belleza de sus plumas.

Pero este reinado, semejante al de Saturno, y la felicidad del mundo, no fue de larga duración porque el gran espíritu Tezcatlipoca, ofreció a Quetzalcoatl una bebida que, haciendo inmortal, le inspiró el gusto de viajar y sobre todo un deseo irresistible de visitar un país lejano, que la tradición llama Tlapalán.

La analogía de este nombre con el de Huehuetlapalan, patria de los toltecas, no parece ser casual. Pero, ¿cómo concebir que aquel hombre blanco, sacerdote de Tula, se hubiese dirigido al sudeste hacia el llano de Cholula, y de allí a las costas orientales de México, para arribar a aquel país septentrional de donde huyeron sus ascendientes en el año 596 de nuestra era?.

Quetzalcoatl, atravesando el territorio de Cholula, cedió a las instancias de los habitantes, que le ofrecieron el gobierno. Permaneció entre ellos 20 años, enseñando a fundir los metales.

Ordenó el gran ayuno de 80 días y arregló las intercalaciones del año Tolteca. Exhortó a los hombres a la paz y no quiso que se hicieran más ofertas a la divinidad que las primicias de los granos.

De Cholula pasó Quetzalcoatl a la desembocadura del río Goasacoalco, donde desapareció después de haber anunciado a los Cholulanos que regresaría pasado algún tiempo a gobernar los de nuevo y a renovar su bienestar.

EL ERROR DE MOCTEZUMA
Creyendo ver en los compañeros de Hernán Cortes a los descendientes de aquél santo Quetzalcoatl, pronuncia ante el conquistador español las siguientes palabras: "Sabemos por nuestros libros que yo y todos los que habitamos este país, no somos indígenas, sino venimos de lejos; sabemos también que el jefe que condujo a nuestros antepasados, volvió por algún tiempo a su patria primitiva, y que regresó para buscar a los que se habían establecido aquí; los encontró casados con mujeres de aquí y con una prole numerosa, y que vivía en la ciudad construida por él; los nuestros no quisieron obedecer a su antiguo señor, y se marcho solo. Creímos siempre que sus descendientes volverían un día a tomar posesión de este país. Como venís de aquella parte donde nace el Sol, y me aseguráis que nos conocíais hace largo tiempo, no puedo dudar que el rey os envía sea nuestro natural señor".

Con estas palabras textuales, recogidas en la primera carta de Cortes a España quedaba sentenciado el destino de los mexicanos.

Existía otra tradición notabilísima entre los indios de Cholula, según la cual la gran pirámide no estuvo destinada a su origen al culto de Quetzalcoatl. La recogió el dominico Pedro de los Ríos en 1566, resultado de su paciente trabajo en pinturas jeroglíficas dice así: "Antes de la gran inundación, ocurrida 4008 años después de la creación del mundo, el país de Anahuac estaba habitada por gigantes, y los que perecieron se transformaron en peces a excepción de siete que se salvaron en cavernas. Habiendo desaparecido las aguas, uno de estos gigante, Xelua, por sobrenombre el arquitecto, fue a Cholula, donde en memoria de la montaña Thaloc que le había servido de asilo y a sus seis hermanos construyó otra colina artificial en forma de pirámide, haciendo fabricar los ladrillos en la provincia de lamanalco, al pie de la sierra de Cocotl, y para transportarlos a Cholula dispuso una fila de hombres que se los pasaba de mano en mano. Los dioses, mirando con despecho este edificio, cuya cima debía tocar las nubes, arrojaron irritados fuego sobre la pirámide, que, cubriendo a muchos trabajadores, impidió proseguir la construcción, y poco después fue consagrada a Quetzalcoatl, dios del aire".

Como puede apreciarse, la historia guarda cierta similitud con las tradiciones de Oriente, recogidas por los hebreos en los libros sagrados.

CIUDAD SANTA PESE A TODO

Cuando apareció Hernán Cortes, los cholulanos conservaban una piedra monumental, que había caído del cielo sobre la cima de la pirámide envuelta en un globo de fuego. Este aerolito -¿acaso se trataba de otra cosa?- tenía forma de sapo.

El citado Pedro de los Ríos, a fin de probar la antigüedad de esta leyenda de Xelua, observaba que su argumento estaba comprendido en un cántico que los cholulanos entonaban en sus fiestas danzando alrededor del teocali; el verso empezaba con las palabras "tulanian hululaez", no pertenecientes a ninguno de los idiomas hablados en México.

La plataforma de la pirámide de Cholula tiene 4.200 metros cuadrados. Desde allí se contempla una maravillosa vista de Popocatepell, del Iztachihuatl, del pico de Orizaba y la sierra de Tlaxcala, célebre por las tormentas que se forman alrededor de su cumbre.

Un pequeño tabernáculo rodeado de cipreses y dedicado a Nuestra Señora de los Remedios, sustituyó al templo del Dios del Aire, el Indra mexicano; un sacerdote de raza indígena celebra diariamente la misa católica sobre la cima de este antiguo y sagrado monumento.

El tiempo de Hernán Cortes, Cholula estaba considerada ciudad santa, y en ninguna otra parte había mayor número de teocales, sacerdotes, órdenes religiosas, mayor magnificencia en el culto, y mayor austeridad en los ayunos y penitencias.

Después de introducirse el cristianismo entre los indios, los símbolos del nuevo culto no han borrado del todo los recuerdos de su antigua religión. Es cierto que el pueblo acude en masa a la cima de la pirámide para celebrar la fiesta mariana, pero un temor secreto, un temblor religioso ancestral y subterráneo asalta al indígena a la vista de la impresionante mole de ladrillos, cubiertos de arbustos y de una alfombra de verdura, a veces.

LA LOSA DE PALENQUE

Es famosa en el mundo de los investigadores de lo insólito y a traído de cabeza a los arqueólogos oficialistas, demasiado pendientes siempre de respetar el marco de credibilidad que les ofrece la arqueología tradicional. Se trata de una lápida que cubre la tumba de un personaje desconocido, y que se halla en el interior de la pirámide de las inscripciones de Palenque. El motivo ornamental del altorrelieve representa a un hombre de rasgos maya en actitud extraña y en el interior de un complejo de elementos que han sido interpretado como un "vehículo espacial".

UNA HISTORIA MAGICA

Los especialistas coinciden en señalar en algo más de 10 mil años el pasado histórico del Méjico Antiguo, incluyendo en este tiempo la prehistoria del altiplano, lagos y fértiles valles donde los hallazgos arqueológicos sitúan el origen de los nahuas. La evolución de aquellos primitivos pobladores azteca, texcocanos, tlascalteca y otros pueblos, ha quedado impresa en relatos y códices, de cuyo conocimiento se desprende una historia mágica de sus orígenes que no siempre coinciden con la interpretación lineal de la arqueología. Para los indígenas, la tierra sobre la que pisaban era la cuarta de la que guardaban memoria después de la fundación del mundo, muchos milenios atrás.

ORIGEN "EXTRATERRESTRE" DEL MAIZ

En la provincia de Chalco existe una leyenda que da fe de cómo surgió el maíz: "Todos los dioses descendieron del cielo a una cueva donde un dios, llamado Piltzintecutli, se acostó con una diosa llamada Xochiquétzal. De ella nació Tzenntéotl, el dios del maíz, el cual se metió debajo de la tierra, y de sus cabellos salió el algodón, de un ojo una buena semilla, del otro ojo otra, de la nariz otra semilla, llamada chían, de los dedos salió una fruta llamada camote, de las uñas otra clase de maíz grande, y del resto del cuerpo salieron otras muchas frutas...".

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