… SOBRE EL PARAISO

Concebido por algunos como un sitio real de características maravillosas; considerado por otros una meta espiritual, el paraíso ha sido desde siempre una preocupación y un misterio.

¿Qué es el paraíso?

En numerosas religiones, tanto monoteístas como las que poseen panteones múltiples, el paraíso es el lugar al que aspiran las almas nobles y justas. Es una especie de final de partida para aquellas personas que durante su vida terrena han hecho el bien y vivido de acuerdo a normas éticas y religiosas. En esta acepción del término, el paraíso es un lugar al que se va. Sin embargo, para otras religiones, el paraíso es el sitio del cual venimos, y al que en algún momento regresaremos.

¿Ese es el caso del paraíso terrenal o Edén, mencionado en el Antiguo Testamento?

Efectivamente. De acuerdo a lo expuesto en el Génesis luego de crear al hombre, Dios "plantó un huerto en Edén al oriente" e hizo nacer de la tierra "todo árbol delicioso a la vista y bueno para comer, también el árbol de la vida en medio del huerto y el árbol de la ciencia del bien y el mal".

¿Cómo eran las características físicas de ese paraíso terrenal?

Un gran río regaba el huerto y para eso se repartía en cuatro ramales. De acuerdo al relato bíblico, estos ríos menores se llamaban Pisón, Gibón, Hiddekel y Eufrates. Era tan placentero y grato vivir en ese paraíso, que ser expulsado del mismo puede considerarse el peor castigo que Dios concibió para los hombres.

¿A qué debió la expulsión del hombre del paraíso terrenal?

Siempre de acuerdo al relato bíblico (que asimismo coincide en varios puntos con otras antiguas mitologías), Dios creó una mujer de nombre Varona para que Adán no se sintiera solo. Ella fue quien convenció a su compañero de transgredir el mandato divino de no comer los frutos de un árbol ubicado en el centro del huerto. Varona descubrió que esa planta era buena para comer, "era agradable a los ojos y codiciable para alcanzar la sabiduría". Hombre y mujer comieron los frutos del árbol prohibido; fueron expulsados del paraíso y condenados a sufrir; y la serpiente (que había tentado a Varona) oyó de boca del propio Dios la maldición de andar sobre su pecho y comer polvo todos los días de su vida. Ya fuera del paraíso terrenal, Adán cambió el nombre de su mujer por el de Eva. Allí el relato bíblico concluye la etapa paradisíaca.

¿No hicieron nada Adán y los primeros hombres por retornar al paraíso terrenal?

No en ese momento. No bien Dios expulsó a la primera pareja del Edén, puso una guardia de querubines y "una espada encendida que se revolvía a todos lados para guardar el camino del árbol de la vida". Sin embargo, con el correr del tiempo, los descendientes de Adán y Eva quisieron retornar a ese lugar en donde la vida era tan agradable y, fundamentalmente, donde se encontraba el árbol que anulaba la muerte física.

¿Y qué fue lo que ocurrió?

Que los hombres, más preocupados por otros asuntos durante miles de años perdieron la noción del lugar donde se encontraba el Edén. En el lapso comprendido entre los siglos XII y XVI, época de cruzadas en que los cristianos dirigieron su mirada a Oriente, se retomó la búsqueda del paraíso terrenal. Anteriormente, esa nostalgia por el Edén perdido había estado limitada a unos pocos espíritus (esto ocurrió en la mayoría del las culturas conocidas). Todas las tradiciones religiosas nos hablan de un héroe, acompañado por unos pocos fieles o eventualmente solo, que sale en busca de un sitio paradisíaco del que vienen todas las cosas conocidas y en el que reside el poder supremo del que emanan cuestiones relacionadas con la vida y la muerte. En todos los casos, estos héroes han tenido que atravesar distintas etapas, interpretadas por los estudiosos del esoterismo como las diferentes etapas de la iniciación que conduce a la sabiduría eterna.

¿Esta búsqueda fue efectuada por los cruzados cristianos que viajaron a Oriente?

Esencialmente sí, pero esa búsqueda se extendió luego de tal manera que la reconquista del paraíso terrenal se convirtió en la preocupación de miles de seres humanos. En espe-cial cuando algunos cronistas comienzan a escribir sus aventuras y las difunden. Por ejemplo, en el año 1165 el legendario Preste Juan "de las Indias" escribe al emperador de Vizancio y al papa que el paraíso terrenal está ubicado "a solo tres días de viaje de ese reino (el del propio Preste)". Aunque el dato no sea demasiado conocido en la actualidad, el mismo Cristóbal Colón anduvo preocupado por el tema del Edén perdido. Tras su descubrimiento del Orinoco, convencido de encontrarse en el Asia Oriental, sostuvo que este gran río de América procedía del paraíso en el que habían habitado Adán y su compañera.

¿Se preparan expediciones con el objeto de encontrar el Edén?

Muchísimas. Aunque ninguna de ellas haya dejado un testimonio escrito. América, Asia, Africa, y en menor medida Europa y Oceanía, fueron escenario de esta búsqueda milenaria y minuciosa.

¿En Europa también?

En menor medida, como ya dijimos, pero hubo varios intentos que tuvieron por meta algunas zonas de la Selva Negra. Entre los trabajos más recientes se debe tomar en cuenta el de Franz von Wendrin, que en 1924 publicó una teoría según la cual el paraíso tan buscado estaba en la frontera mecklembur-guesopomerana y el centro del mismo en la actual ciudad de Demmin. Un especialista en la materia ha cuestionado la seriedad de la obra de von Wendrin con esta frase: "Entra en la categoría de obra, por desgracia numerosas, de geografía patológicas que, triste es decirlo, siempre despertaron interés en el gran público, un interés tanto más fuerte cuando mayor era la insensatez y el sensacionalismo de tales obras".

¿Y qué dice concretamente la teoría de von Wendrin?

Según sus investigaciones, los antiguos hebreos fueron expulsados del paraíso por los germanos. En tal sentido, luego de minuciosas explicaciones, llega a la conclusión de que las archifamosas pinturas rupestres de Suecia meridional deben ser tomadas por mapas germánicos vinculados con esos acontecimientos que la Biblia relata en el capítulo del Génesis. Aunque su teoría a sufrido duros embates por parte de los principales investigadores del fenómeno bíblico, no se descarta que la zona estudiada por von Wendrin haya sido uno de los tantos paraísos que refieren las antiguas mitologías escandinavas y germanas.

¿Los orientalistas son, entonces, los principales investigadores del mito del Edén perdido?

No son los principales, pero sí los más numerosos. Fundamentalmente por que la mayoría de los estudios sobre el paraíso tienen como principal fuente el Génesis bíblico, especialidad de los orientalistas. Por otro lado, hay una tendencia a creer que el Edén estuvo (o está) situado en el Oriente, lo que por cierto excluye las leyendas americanas o africanas, que lo ubicaban en zonas más cercanas a sus respectivas culturas. Uno de los mencionados orientalistas, Friedrich Delitzsch, fue el que inició los estudios sobre la ubicación del paraíso, allá por el año 1881. Años más tarde, el 1931, un especialista de la llamada Biblia primitiva, Albert German, postuló que el Edén había estado ubicado en la ciudad árabe de Hadramaut, en la región de los árboles de incienso.

¿Cuantas hipótesis fueron formuladas en relación al tema que nos ocupa?

Cientos de ellas, pero si se procede con un criterio científico más estricto puede decirse que excluyendo aquellas de las que hoy no queda vestigio alguno- hay unas 80 teorías diferentes sobre la ubicación del Edén en la que habita- ron Adán y su compañera Varona.

¿Algunas de ellas es más respetada que las otras en los ámbitos académicos?

Todas ellas tienen visos de realidad; sin embargo, la expuesta por el restaurador inglés de la economía hídrica de la Mesopotamia, Sir William Willcocks, ha sido considerada como intachable. Basándose en sus conocimiento hidráulico de la región denominada "de las dos corrientes", situó el legendario lugar en la región Mesopotámica, al norte del área de aproximación máxima de los grandes ríos Eufrates y Tigris, en donde se levanta en la actualidad las ciudades de Anah e Hit, al noroeste de Bagdag. Es allí donde el restaurador inglés sitúa los cuatro ríos del paraíso mencionados en el Génesis. Estas corrientes hídricas -dice- formaban unas cataratas que dieron origen a un paisaje conmovedor por su belleza. Su teoría sostiene que con una sequía prolongada desaparecieron las cataratas y los israelitas debieron emigrar. Incluso señala que la palabra "paraíso" no se encuentra en la Biblia (que se refiere al Edén), por cuanto aquélla tiene un origen persa (viene de "pardes", que significa parque).

¿No es una explicación muy localista para un fenómeno de carácter universal?

Efectivamente. No tiene en cuenta los principales atributos del paraíso terrenal, o sea un sitio que Dios reservaba para los espíritus puros en el que se encontraba el llamado "árbol de la vida" que concedía la inmortalidad al que comiera sus frutos. Viejas leyendas indias hablan de un árbol similar que crecía en el jardín de Jina, en las montañas de Hukairya. Otras mitologías americanas precolombinas refieren, así asimismo, la existencias de árboles de tales características, en sitios no menos paradisíacos que el descripto en la Biblia. La leyenda griega del jardín de las Herpérides y la epopeya babilónica de Gilgames también nos habla, con siglos de diferencia entre una y otra, de un árbol de la vida en un sitio paradisíaco donde llegaban únicamente aquellas personas que poseían virtudes no comunes a los demás humanos.

¿No existen teorías que puedan ser comunes a todas las culturas?

Sí. Una de ellas es la leyenda de la Atlántida, ese continente sumergido por las aguas en un lejano cataclismo referido por Platón en sus diálogos "Timeo" y "Critias", así como por infinidad de leyendas, mitologías y relatos de diversas culturas. Según aquellas fuentes, el paraíso pudo haber estado situado en la legendaria isla que desapareció bajo las aguas como consecuencia de un castigo divino. Al menos así se lo afirmaron los sacerdotes egipcios (depositarios de una ciencia lejana) al sabio ateniense Solón, relato del que luego Platón extrajo el argumento para sus dos diálogos referidos a la Atlántida. La teoría del Edén ubicado en la isla Atlántida justificaría (igual que el mito del diluvio) el carácter universal de episodios que se narran de manera casi idéntica en América, Europa y Asia.

¿No existen explicaciones extraterrenas?

Por supuesto que las hay. Los defensores del origen extraterrestre de la especie humana han postulado distintos planetas o estrellas desde donde llegaron los colonizadores de la Tierra. Entre otras variantes, el origen marciano no ha sido descartado nunca, aún cuando las naves de la era espacial terráquea comenzaron a llegar a la superficie del planeta rojo. Según estas hipótesis, el paraíso del que fueron expulsados Adán y su compañera Varona bien puede haber estado ubicado en la confluencia de cualquiera de los ríos de la superficie marciana. Estas teorías añaden que la memoria inconsciente y colectiva de la raza humana, conservó el recuerdo de aquel paraíso galáctico.

¿Esto no explicaría, además, las diferentes teorías religiosas que ubican al paraíso en el cielo?

Existen muchos puntos de coincidencia en postular un paraíso fuera de la Tierra y un cielo al que se dirigen (o retornan) las almas de los que mueren. Que ambos sitios sean el mismo lugar explicaría la teoría de un Dios creando de la nada una criatura humana, y luego de ella ("mientras dormía", dice la Biblia) los componentes para crear otra, ya que existiría algo así como un reciclaje de espíritus. Incluso, estos conceptos se asocian a modernas prácticas científicas como por ejemplo la manipulación genética y la creación de clones humanos.

¿Por qué razón, entonces, se dice que para acceder al paraíso hay que poseer ciertas virtudes que incluyen la probidad, la honestidad y el buen comportamiento ético?

La hipótesis más atendible en este sentido es aquella que postulas que ciertos espíritus superiores, herederos de viejas claves del esoterismo, siempre se encuentran iniciando a nuevos adeptos para que la tradición de la especie no se pierda. El paraíso sería, entonces, un símbolo del conocimiento sagrado. Además, aunque los maestros sean quienes orienten a los iniciados, el acceso al paraíso es una tarea individual, y por eso en los mitos los héroes deben avanzar sin compañía alguna.

¿Es decir que el paraíso no es un lugar físico, sino una meta espiritual?

Esta es una de las tantas interpretaciones posibles. El paraíso puede ser el sitio en el que el Ser Supremo se encuentra frente con sus criaturas puede ser el lugar en el que cada uno de nosotros conserva la imagen de Dios, pero también es posible que ambos paraísos existan, es decir que los paraísos perdidos sean múltiples y estén esperando por un hombre de corazón que los conquiste.

¿Y cuales son las características del paraíso retratado por Dante Alighieri en su Divina Comedia?

La visión de Dante es netamente cristiana. En la Divina Comedia, el autor se presenta como el protagonista que recorre Infierno, Purgatorio y Paraíso, sitios todos en los que coloca a personalidades famosas de su época (siglo XIV) y también de épocas pasadas, de acuerdo con las buenas o malas acciones que estos individuos hubieren hecho en su existencia. Primero, desciende a los infiernos en donde puede ver monstruosos demonios y a las alma de los malvados torturados por diferentes castigos de acuerdo con la falta que hubieren cometido en vida. El clima del Infierno es sofocante y terrible; las imágenes descriptas por Dante son desgarradoras. Luego en la segunda parte de la obra, Dante pasa al Purgatorio, donde se hallan las tristes almas de quienes, arrepentidos, purgan sus culpas a fin de poder ingresar en el Paraíso. Enel Purgatorio las penas que se sufren son muchos más suaves que los fatales castigos del Infierno y, además, quienes las soportan saben que luego de un plazo podrán alcanzar la paz y la felicidad. Finalmente, en el Paraíso, Dante se encuentra con un mundo espiritual aéreo en el que se puede oír una música dulcísima y donde están no solo las almas bondadosas sino también hermosos ángeles de sereno vuelo. Pero lo más asombroso en la descripción que Dante hace del Paraíso es la presencia de entidades luminosas extraordinarias, entre las cuales se destaca una de luz tan poderosa que ni siquiera puede ser mirada. Se trata de Dios. Así, en esta obra monumental, el autor italiano ha sabido plasmar parte de las valiosas creencias de una de las religiones más importante del mundo.

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