AEROMANCIA

AEROMANCIA



La "Geomancia" predice el futuro mediante la lectura de los trazos del azar, aunque la apariencia lo presente sujeto a la mano del intérprete o adivino. Otro método adivinatorio que entresaca sus predicciones del elemento esencial aire; se trata del arte adivinatorio denominado "Aeromancia", el cual se define sintéticamente como la adivinación por el aire.
En sus orígenes, la "Aeromancia" extendía su campo de acción a todo aquello que, de alguna manera se relacionaba con el aire. Y así, cuando la adivinación se producía mediante la observación del movimiento, y la dirección, de los vientos, se de nominaba "Anemoscopia". Esta forma adivinatoria fue muy practicada en la antigüedad clásica; adivinos griegos y romanos interpretaban la acción, y el soplo, de los vientos sobre las hojas caídas de los árboles y sobre la hierba y la vegetación.
Y, en todo caso, las leyendas sobre el poder esotérico de los vientos, y sobre su mágico soplar, han condicionado las acciones y los comportamientos de pueblos y civilizaciones, en el transcurso de los tiempos. En este sentido, en la meritoria obra "La Rama Dorada", del prestigioso antropólogo Frazer, se recogen numerosos testimonios que hablan por si solos del protagonismo que se le concede a los vientos en todas las sociedades y latitudes.
Que una vez más sea Frazer, con su escritura amena y detallada, quien explique el alcance del fenómeno de los vientos en algunas latitudes, y para determinados pueblos y culturas. "En la antigüedad"-escribe Frazer- hubo una familia en Corinto que gozaba de la reputación de poder callar el viento huracanado, pero no sabemos que método empleaban sus miembros para función tan útil, que probablemente les granjeaba una recompensa más sólida que la simple reputación entre la población marinera del Istmo.
Aun en época cristiana, bajo el reinado de Constantino, un tal Sopater fue condenado a muerte en Constantinopla por el delito de atar los vientos con su magia, pues aconteció que los barcos que llevaban grano a Egipto y Siria fueron detenidos lejos de la costa por calmas o vientos contrarios, lo que causó despecho y rabia en el populacho bizantino hambriento.
Los hechiceros fineses solían vender viento a los marinos detenidos en puerto por calma. El viento estaba encerrado en tres nudos; si deshacían el primer nudo, se levantaba un viento moderado; si el segundo nudo, un ventarrón, y si aflojaban el tercer nudo, rugía el huracán. En efecto, los estonios, cuyo país está separado de Finlandia solamente por un brazo de mar, creen todavía en las virtudes mágicas de sus vecinos norteños.
Los vientos crueles que soplan en el norte y nordeste en primavera se acompañan de calenturas intermitentes e inflamaciones reumáticas, siendo atribuidos por el sencillo campesino estonio a las maquinaciones de los brujos y brujas fineses.
En particular, considerar con temor tres días de primavera, a los que dan el nombre de "días de la cruz". La gente de las cercanías de Tallinn teme salir esos días por miedo a que les maten los vientos crueles de Laponia. Un canto estoniano popular dice: "Viento de la Cruz de impulso poderoso" / Pesados caen tus aletazos al pasar; / "Viento salvaje que ululas funesto y penoso! / En tus ráfagas a los brujos de Finlandia vemos cabalgar.

También cuenta Frazer que este arte de amarrar el viento con tres nudos, de tal modo que según se van soltando, el viento va soplando con mayor fuerza, ha sido atribuido a los brujos de Laponia y a las brujas de Shetland; incluso algunos de estos personajes viven de vender vientos. Frazer añade que el legendario héroe Ulises "recibió los vientos en un odre, de Eolo, rey de ellos.
Los motumotu de Nueva Guinea creen que las tormentas las envía un hechicero de Oiabu; para cada viento tiene un bambú, que abre a capricho. En la cima del Monte Agú, en el Togo, distrito de Africa Occidental, reside un fetiche llamado Bagba que suponen manda en los vientos y la lluvia. Se cuenta que su sacerdote tiene encerrados los vientos en grandes pucheros. Con frecuencia, el viento de tormenta se considera como un ser maligno al que se puede asustar, alejar o matar".

Se considera, por otra parte, a los fenómenos atmosféricos, meteorológicos y astronómicos cargados de presagios y, en tal sentido, se interpretan los eclipses como señales de malos augurios. Los cometas, también anunciaban desgracias y desdichas. Las estrellas fugaces, en cambio, eran signos que portaban felicidad y dicha; todavía en la actualidad, cuando ven una estrella fugaz, muchas personas piden que se cumpla un deseo íntimo.
La "Aeromancia" era, pues, un arte adivinatorio complejo y diverso; sus augurios se extendían a la interpretación de las nubes, las tormentas, los vientos y hasta el arco iris. Las formas caprichosas de las nubes azotadas por el viento eran estudiadas, particularmente, por los adivinos hindúes. Los etruscos elaboraban sus presagios tras observar el fulgor de los relámpagos y escuchar el ruido de los truenos. En algunos pueblos del sur de Europa, existe aún la creencia de que los truenos predicen sucesos sangrientos o fatales. En definitiva, cada uno de estos métodos adivinatorios dio lugar a determinadas formas de "Aeromancia".

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