HIDROMANCIA

HIDROMANCIA


Siguiendo con el desarrollo de las formas adivinatorias que fían sus resultados a la observación de los fenómenos que se dan en el universo y en el cosmos, corresponde describir ahora al elemento esencial Agua con todas sus implicaciones y complejidades. En primer lugar, hay que señalar que existe una variedad de leyendas sobre el Agua, acunadas desde el principio de los tiempos por los primeros pobladores del mundo, que contribuyen a incrementar el halo de magia y la aureola adivinatoria de que aquel elemento esencial se ha revestido durante el transcurso de los siglos por todos los pueblos, culturas y civilizaciones que en el mundo han sido.
En tal sentido, en algunas latitudes de centroeuropa, por ejemplo, existía la costumbre de leer el porvenir, y adivinar el destino, a partir de la interpretación de las caprichosas figuras que, por la acción del viento, formaban las ondas del agua de un cuenco poco profundo y de considerable diámetro. En ocasiones, también se adivinaba el porvenir mediante el estudio de las ondas producidas por cantos o guijarros lanzados al agua; según que estas piedras fueran planas, redondas, rectangulares o cuadrangulares, así producirían un tipo u otro de ondas y, en consecuencia, también variarían los valores de predicción y precognición emanados de éstas.
En otros casos, existía la leyenda de las fuentes sagradas, de las que se decía que si se bebía el agua que de ellas manaba, se conocería el porvenir y el propio destino. También, había adivinos experimentados en la práctica de la lectura de aguas estancadas: aguas de lagos tersos, aguas de pozos profundos, aguas de embalses tranquilos...
Todavía hoy, las buenas gentes de algunos pueblos del sur de Europa, asentados en las tierras que otrora constituyeran viejos reinos, a los que la historia no ha hecho justicia como debiera, advierten a los peregrinos y viajeros que no se asomen al brocal de los pozos que encuentren en su camino, pues las aguas profundas que brillan en sus honduras, se apropiarán de la imagen del caminante quien, como en un espejo mágico, verá todo el horror que le reserva el destino y, en consecuencia, correrá el peligro de llegar a causarse a sí mismo un daño irreparable.
Algo similar, referido a la India y a la antigua Grecia, cuenta el gran antropólogo Frazer, en su ya clásica obra "La Rama Dorada": "podemos comprender ahora por que fue una máxima, lo mismo en la India que en la Grecia antiguas, no mirarse en el agua y por qué los griegos consideraban como presagio de muerte el que una persona soñase que se estaba viendo reflejada en ella. Temían que los espíritus de las aguas pudieran arrastrar la imagen reflejada de la persona, o alma, bajo el agua, dejándola así "desalmada" y para morir. Tal fue probablemente el origen de la leyenda del bello Narciso, que languideció y murió al ver su imagen reflejada en la "fuente".

También entre los mesopotámicos y babilónicos, por ejemplo, el culto al agua estaba tan extendido que personificaban los valores adivinatorios de este elemento esencial en deidades como Ea, de la cual se decía que habitaba en las profundidades de las aguas de los océanos y que ayudaba a los marinos cuando sus barcos naufragaban o se hallaban en dificultades a causa de las tormentas marinas y la agitación de las olas.
El mito clásico de Neptuno, dios y señor del mar, que se representaba tirando de un carro y llevando un tridente en su mano, es una excepcional muestra de la importancia que los antiguos concedían a las aguas de fuentes, lagos, ríos, mares y océanos. Los simbolistas, y los estudiosos de la significación emblemática de los elementos esenciales, han asociado al Agua con lo receptivo y lo femenino.
Los alquimistas, y los investigadores de las doctrinas herméticas, han considerado al Agua como un elemento esencial purificador, de naturaleza fluida, en el cual, se limpian de impurezas todos los metales por inmersión. En sus prácticas herméticas, realizadas en recoletos y ocultos laboratorios, los alquimistas han asignado al elemento esencial Agua un logotipo secreto, que sólo podía ser comunicado a los adeptos y a los partidarios de las fórmulas alquímicas, y que consistía en una figura triangular sostenida, en difícil equilibrio, sobre uno de sus vértices. En un sentido general, el elemento esencial Agua ha sido considerado, por las culturas y civilizaciones más representativas, como el principio de vida primigenio y necesario, a partir del cual se elaborará la originaria materia presente en todas las transformaciones, transmutaciones y cambios que acaecen, obligatoriamente, en la naturaleza y en el cosmos.
El elemento esencial Agua estaba considerado, entre los aztecas, como una sustancia necesaria para la regeneración del sol, y la denominaban "Chalchivatl", que quiere decir "jade verde" y "agua preciosa". Pero, de manera especial, en todas las culturas y civilizaciones se considera al agua fuente de vida, mediante la cual se alejan las tinieblas y adviene la luz.
Los más eminentes sinólogos, y los más notorios estudiosos del fenómeno adivinatorio, destacan que el elemento esencial Agua es un principio "Yin" y, como tal, se opone al elemento esencial Fuego; se corresponde con el punto cardinal Norte; y, en definitiva, se identifica con el frío y con el solsticio de Invierno.
Desde un punto de vista psicológico, las aguas marinas simbolizan el estrato más profundo de la mente, y se identifican con la zona del subconsciente que es sede de los instintos primarios; y, al igual que de aquí surge la maldad, también de las profundidades marinas emergen -tal como lo expone el mito clásico- los monstruos y criaturas perversas. Las aguas corrientes representan, por lo de más, el propio transcurrir de la vida y del tiempo; mientras que las aguas estancadas y lacustres simbolizan la radical quietud y la inmovilidad de la muerte.

Adivinación por las aguas

Los conocedores, e intérpretes, de la diversidad de fórmulas adivinatorias, en las cuales el elemento esencial Agua cobra especial protagonismo, practican determinados rituales con el fin de hallar respuestas adecuadas a las preguntas que les transmiten sus consultantes. Y, en tal sentido, cuando se trata de hallar una respuesta a determinada pregunta del consultante, se procede de la siguiente forma: en primer lugar, el adivino escribirá, de forma sintética, las posibles respuestas a la pregunta planteada por el consultante, en otros trozos de papel, los cuales arrojará a un barreño lleno de agua; el trozo de papel que permanezca en la superficie, después de que todos se hayan hundido, y la lectura de mensaje allí escrito, revelará al adivino las claves para predecir el inmediato porvenir del consultante.
Cuando se trata de buscar respuestas en las ondas producidas por el lanzamiento de un guijarro en la superficie del agua, el adivino deberá concentrarse y reflexionar en silencio durante el tiempo que considere necesario, y siempre antes de que se inicie acción alguna.
A continuación, y en cuanto se sienta suficientemente seguro de que será capaz de captar todo lo que ocurra a su alrededor, lanzará un guijarro al agua contará el número de ondas que se forman. Si las olas que se forman al chocar el guijarro sobre la superficie del agua fueran pares, sería una clara señal de que al consultante le espera un futuro pleno de beneficios y satisfacciones, especialmente en el campo cotidiano y en el terreno profesional.
Por el contrario, si las ondas formadas por el guijarro al chocar sobre las aguas, fueran impares, entonces se constituirían en avisadoras del conflictivo, y adverso, futuro que le espera al consultante y a sus más íntimos colaboradores. Otra modalidad de consulta con el agua como protagonista principal, es aquella en la que un adivino recibe el encargo, de parte de un consultante, de que le revele cuál será el nombre de la pareja que le conviene su carácter y personalidad.
En este caso, el adivino escribirá en diversos trozos de papel, los nombres de todas aquellas personas del sexo opuesto que le vaya transmitiendo el consultante. A continuación, estrujará cada trozo de papel, hasta convertirlos todos en bolitas y, desde la altura de su cabeza, aproximadamente, dejara que caigan todas en un cuenco lleno de agua. Aquella bolita que permanezca en la superficie, después de que todas se hubieran hundido, revelará el nombre de la persona idónea como pareja.

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