El I-Ching



 

os chinos creían que cualquiera que pudiese comprender el I-Ching sería capaz de contestar a todas las preguntas, resolver todos los problemas y curar todas las enfermedades. El I-Ching fue escrito entre el año 1000 y el 500 a. C., aunque ya se utilizaba miles de años antes. No se sabe nada acerca del autor de dicho libro, pero en los años sucesivos se vio complementado con comentarios de sabios como Confucio.










En la actualidad, muchos occidentales han descubierto que las «Mutaciones» no sólo son útiles para la adivinación, sino también para la contemplación filosófica. El eminente psicólogo Jung puso el I-Ching como ejemplo de lo que él denominó sincronicidad, es decir, coincidencia importante o significativa, y recomendó su estudio a los amantes del autoconocimiento y la sabiduría, en su búsqueda de la verdad universal.
En el corazón del I-Ching reside el principio de la polaridad En Occidente entendemos por polaridad la existencia de dos opuestos. Sin embargo, los chinos lo entienden como dos energías opuestas pero complementarias. Una no puede existir sin la otra o, más exactamente, la una es inherente a la otra. Esto se representa en el antiguo símbolo Tai Chi.

Los antiguos chinos no consideraban la existencia de la luz sin la complementaria oscuridad, o el día sin la noche. Creían imposible entender el concepto de luz sin haber experimentado la oscuridad.

Las energías que existen en el Universo son generadas por estas energías polares. De la observación de estas interrelaciones surge la idea del cambio. De la misma manera que el filósofo griego Heráclito dijo «Todo fluye», los chinos descubrieron que el Universo y todo lo que hay en él está en constante movimiento. Esta observación es en especial importante a la vista de los modernos descubrimientos físicos sobre las partículas. El Sol alcanza su altura máxima a mediodía, para continuar su curso hacia el horizonte, que alcanza al atardecer. En el cielo nocturno, la Luna crece, llega a su plenitud y luego decrece. Si observamos el mar, veremos que cuando la marea llega a su punto más bajo, imperceptiblemente cambia de dirección y empieza a subir. Todo ello sigue unos ciclos regulares. Por lo tanto, se llegó a la conclusión de que hay unas pautas en la existencia que pueden ser descubiertas por quienes las investiguen.

En un cierto momento perdido en el tiempo, alguien decidió representar el Yang mediante una línea entera, mientras que el Yin se representó con una línea de la misma longitud pero partida.


Los estados positivo-negativo simbolizados por estas dos líneas pueden compararse con el funcionamiento de los actuales ordenadores. Éstos procesan la información en forma de impulsos eléctricos. Sin embargo, esta información se pasa previamente a código binario. Ello significa que, en vez de utilizar números del 0 al 9 como solemos hacer, cada número está aquí formado por un cero o un uno. Así, cada número puede representarse en series de impulsos cero/uno. Compárese esto con un interruptor y sus dos posiciones, encendido o apagado. Encendido equivale a «uno» y apagado a «cero».

 

Los Trigramas

Para los chinos, probablemente fue un paso natural visualizar el ciclo de cambio de esta forma: REPOSO-MOVIMIENTO-REPOSO y dibujar (1) o MOVIMIENTO-REPOSO-MOVIMIENTO y dibujar (2)



Estas figuras de tres líneas se llaman trigramas. Existen ocho combinaciones posibles de estas líneas enteras o partidas, que forman una serie de relaciones y representan, por ejemplo, la familia, las estaciones del año o los tipos de energía.




Los Hexagramas

Un trigrama puede colocarse encima de otro para simbolizar el cielo sobre la tierra. Así se forma, pues, una figura de seis líneas llamada hexagrama. El ejemplo de los ordenadores utilizado antes nos permitirá ver una hilera de 6 interruptores que pueden estar encendidos o apagados. Existen 64 combinaciones posibles, que es el número de hexagramas de que consta el I-Ching. Se cree que representan el número total de situaciones que ocurren de manera natural en la siempre cambiante pauta de la existencia. Hay quien afirma que esta pauta fue vista por primera vez en el caparazón de una tortuga.
Sea cual sea su origen, sólo hay un pequeño paso entre la percepción de la pauta y el deseo de aplicarla, en un intento de comprender la condición humana. Imaginemos a una persona en pie sobre la tierra (Yin) mirando al cielo (Yang) y preguntándose: «¿Cómo encajo yo en el orden de las cosas?» Si se utiliza un método adecuado de selección, un hexagrama puede ayudarle a hallar la respuesta.

Utilización De Las Monedas

Existen muchos métodos en uso avalados por los años a fin de obtener un hexagrama que permita a la persona intuitiva contestar a una pregunta o hallar la solución a un problema. Los métodos tradicionales de contar tallos de milenrama, granos de arroz o guijarros, aseguran que se alcanzará el estado mental adecuado, ya que todos ellos necesitan un tiempo de práctica para dominarlos. En Occidente, el método más popular es aquel en el que se utilizan tres monedas, se lanzan seis veces y las combinaciones resultantes dan lugar a un hexagrama.
Primero, siéntese cómodamente y en silencio unos minutos para dar con la formulación adecuada de la pregunta. Escríbala en un papel y déjelo frente a usted. Si la pregunta es muy vaga, concédase un poco más de tiempo y deje vagar su mente hasta que se le ocurran las palabras apropiadas; entonces escríbalas de nuevo. Evite hacer preguntas sobre opciones, ya que la respuesta que reciba será ambivalente. Si formula correctamente la pregunta, la respuesta será precisa y definida.
Si sus ideas sobre la pregunta son vagas, escriba que quiere sólo un consejo sobre una cuestión concreta; puede escribir, por ejemplo, «empleo» o «casa». El hexagrama resultante tal vez no tenga un significado obvio, pero si reflexiona sobre él quedará sorprendido de su conveniencia. Ejemplo de pregunta: «¿Debo aceptar este empleo?»

Tome ahora las monedas en sus manos y agítelas hasta que sienta que el momento es el apropiado; entonces déjelas caer y anote la suma. Hay que recordar que la primera línea siempre es la inferior del hexagrama. Trace el hexagrama de abajo hacia arriba.




Ya tenemos el hexagrama completo; a fin de identificarlo, deberemos dividirlo en sus trigramas correspondientes, el superior y el inferior. Podrá identificarlo en la tabla situada más abajo.



Esta combinación corresponde al hexagrama número 34, que es «El Poder de lo Grande», el cual sugiere que será correcto aceptar el proyecto pero que la mera fuerza de voluntad no basta. Hay que perseverar en la tarea y llevarla a cabo con la actitud correcta. Para que el proyecto tenga éxito habrán de utilizarse las aptitudes correspondientes. En otras palabras, si se emplea el máximo talento que uno tiene y se cuenta con el tiempo suficiente para persistir en el proyecto, entonces será favorable seguir adelante y aceptarlo.

Si el hexagrama resultante hubiera sido el número 33, «La Retirada», lo mejor sería posponer el proyecto hasta conocer mejor todos sus detalles.

Esto es todo lo que necesita saber para consultar el I-Ching. Si practica durante un tiempo tendrá la sensación de que el antiguo oráculo tiene vida y personalidad propias; le ayudará a aclarar sus ideas con precisión y a menudo con una pincelada de humor, tal como haría un apreciado y sabio amigo.

Tirar Las Monedas


Tome tres monedas del I-Ching o tres monedas iguales. Dé a las caras el valor 3 y a las cruces el valor 2. 
Por lo tanto las sumas serán 6, 7, 8 y 9.
Si el total es 6, trace una línea Yin
Si el total es 7, trace una línea Yang
Si el total es 8, trace una línea Yin
Si el total es 9, trace una línea Yang

Si lanza las monedas seis veces, un hexagrama de seis líneas será el título de la respuesta a su pregunta.
Sexta tirada:
Cara/Cara/Cruz 
3 + 3 + 2 = 8 (Línea Yin)
Quinta tirada:
Cara/Cara/Cruz
3 + 3 + 2 = 8 (Línea Yin)
Cuarta tirada:
Cara/Cruz/Cruz
3 + 2 + 2 = 7 (Línea Yin)
Tercera tirada:
Cara/Cara/Cara
3 + 3 + 3 = 9 (Línea Yang)
Segunda tirada:
Cara/Cara/Cara
3 + 3 + 3 = 9 (Línea Yang)
Primera tirada:
Cara/Cara/Cara
3 + 3 + 3 = 9 (Línea Yang)

Tabla De Hexagramas

Situar el puntero del ratón encima del hexagrama, que haya salido al lanzar las monedas, para conocer su significado.




 

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